Recuerdo perfectamente este momento... Como ahora.
Estábamos en New York, en un teatro, en espera que salieran los cuatro artistas de "El gusto es nuestro". Miguel me acompañó esta vez junto con otros amigos que estaban desperdigados por la sala. Nos tocaron asientos diferentes.
Antes de empezar el concierto, entré tras bastidores a entregarle a Berry unas hojas de uva playa que había escrito para Serrat.
Nos dimos el abrazo de siempre y le pedí que por favor no las perdiera.
Empieza el concierto. Sale mi adorada Ana Belén con un traje de pantalón y chaqueta (como el hombre del traje gris de Sabina, pensé) y luego los demás. Pero en lugar de Serrat, sale otro señor interpretando la parte que le tocaba a él de "Hoy puede ser un gran día".
Me dije: "Ha pasado algo". "Creo que Serrat se ha puesto mal".
Entré, como loca, tras bastidores, imaginándome lo peor. Vi a varias personas con los ojos llorosos y a Berry sumido en llanto. Me dice: "Serrat ha muerto". Me desplomé... Y luego desperté compungida, llorando, con la mano en el pecho y terriblemente asustada.
¡Qué tristeza! ¡Qué mal sueño!
... Por fortuna fue sólo eso, un horripilante sueño.
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