Me desperté recién. Estaba con Aute, de charla por los madriles. Hablamos de todo, como en aquel desayuno, regalo inmenso de la vida, en Ciudad de México.
En el sueño también estuvo Silvio. Hablamos de hermandad. Y de música. Nos despedimos de él y seguimos andando, “en verso y vida tintos”.
Puso su mano en mi hombro, otra vez como en aquel desayuno; cruzamos las calles de un Madrid llovido; tomamos un café. Se fue hacia el metro y me dijo adiós, con sus manos largas y tibias. Qué lindo fue todo.
Comments