¡Estrés, es cuatro y es cinco!
Como toda mujer dominicana normal (que se acicala y se arregla el pelo para los días festivos de Navidad y Año Nuevo), a mi querida primogénita se le ocurrió ir al salón de belleza a cortarse las puntas y a arreglarse el pelo un día antes de fin de año y el mismo día que tenía que coger el vuelo de vuelta a casa.
Es de esperarse, como sabemos, que no estaría lista a la hora que pensaba porque al salón (peluquería) no le cabía ni un ‘mandao’. Mi idea era seguir con mi plan inicial y dejarla que llegara sola al aeropuerto. Pero decidí, al ver que no llegaba, llevarme sus cosas de casa de mi madre (por fortuna su maleta estaba hecha) e ir a encontrar a la jodía muchacha directamente (la amiga que me visitaba me hizo el favor de llevarme a encontrarla), para, desde ahí, coger el metro, visitar a mi amigo Michael (que tristemente ya no está con nosotros); todo esto, con tres maletas a rastro.
Al ella no estar lista a tiempo, no me quedó más remedio que coger un Uber hasta la casa de Michael porque ya tenía el tiempo encima y no me daría tiempo visitarlo si cogía el metro (2 líneas de 40 minutos cada uno). Estuvimos con mi amigo hora y media, más o menos, y él mismo, con todo y tobillo jodío, nos llevó al aeropuerto. Llegamos, saqué las maletas del baúl (maletero/cajuela) y ahí se percató Alannah de que había dejado su cartera en la casa de Michael. Le digo: “Vete con él a buscarla y coge un Uber de vuelta, pero déjame tu maleta para ir facturando y ganar tiempo”. Mi amigo, haciendo esfuerzos mayores, la trae de vuelta al aeropuerto; la niña me llama y me dice: “Me acabo de dar cuenta que no tengo mi identificación porque la dejé el otro día por accidente cuando salí con un amigo a un bar; voy a ver si logro que me dejen pasar por seguridad”.
A este punto, ya mi nivel de agobio se aposentaba en mi pecho y sentía que las orejas ‘taban má’ prendía que un bombillo rojo.
Respiro. Llamo a Miguel, que estaba en casa, y le pido que me haga una copia del pasaporte y del acta de nacimiento de la muchacha ‘e porra, para ver si así la dejaban pasar. Ella habló con alguien de seguridad y dijeron que si no tenía nada tangible, no era suficiente; que tenía que coger el próximo vuelo si lograba conseguir alguna identificación física.
Voy a la puerta de embarque y le digo al agente que, por favor, me dejen ir a devolverle la maleta a la niña porque temía que se iba quedar en New York sin ropa y sin na’, pues no sabía si le daría tiempo a resolver la situación. Me dijo que no podía dejar mi equipaje, que me las llevara las dos. Y ahí estaba yo, arrastrando las dos jodías maletas por el aeropuerto LaGuardia, con ganas de pegarle un trompón al má’ bonito y ajogándome, pues caminaba como alma que llevaba el diablo para poder llegar y que no me cerraran la puerta de embarque. Léase que nos estaban llamando por el altavoz pues sólo nos esperaban a mí y a ella para alzar el vuelo.
Porque la suerte me acompaña (y a ella también), porque le rogué al agente de la puerta de embarque que esperara unos cinco minutos, porque tenemos el ‘TSA pre-check’ y porque la muchacha encontró un supervisor que le permitió pasar por tres medidas de seguridad después de llenar un formulario en el que daba todos mis datos, incluyendo mi fecha de nacimiento exacta (por suerte se la sabe), pudimos coger el vuelo.
Nos sentaron en ‘Comfort Plus’ pues supongo que al chico le dio pena ver la ampolla que la niña se hizo en la palma de la mano cuando se dio un solo ‘etrallón’ por estar corriendo como si fuera para las Olimpíadas y se raspó con la alfombra (not my idea of rug burn) y porque, creo, me leyó el estrés, el agobio, la frustración y las ganas de llorar en la cara.
Pero créanme, no me dio un ‘jaratac’ porque Dio’e grande.
Sí, sé que es largo; no pude resumirlo de otra manera. Mis anécdotas de viaje no tienen límite.
Oh Dios querida! acabo de morir de la risa con todo, por suerte que pudieron tomar el vuelo.
Ahora me río, Lourdes. 😊
Es la segunda vez que lo leo y me causa la misma risa, y al mismo tiempo me apena saber lo mal que la pasaste. Espero te decidas pronto a escribir tu libro de anécdotas. Estaré en primera fila para comprarlo. 😂🤗😘
Me encantan las anécdotas pero más el dominicanismo. ¡Qué viva nuestra patria, con escudo en su bandera!
Gracias por leerme, querida. Nos vemos en par de días.