En un concierto ofrecido por Judit Neddermann, Serrat se presentó en lo que será su último concierto en este Palau de la Música en Barcelona, un espacio que ha representado tanto para él a lo largo de su carrera y que tantas veces lo vio cantar.
No pude evitar llorar al escucharlo e imaginarme el próximo 27 de abril cuando esté en su primer concierto de despedida en el teatro Beacon de Nueva York. Y se apodera de mí una alegría llena de congoja, por ponerle un nombre.
Como siempre, es inminente compartirlo con los serratianos de mi mundo.
Comparto además este escrito de Isabel Castellucci que encontré en YouTube y con el me identifico muchísimo.
¿Qué más se puede agregar para calificar a este grande, maestro de maestros, único, irrepetible, irremplazable?
Durante más de 50 años, nos diste poesía, música que quedará para siempre en nuestro corazón. Serrat, en mi adolescencia, mi amor platónico; en mí madurez, el amigo que siempre está; y en mí vejez, el compañero inseparable que llevo en sus discos, cassettes, CDs, libros, notas de revistas... El que me emociona con sus bellas canciones como la primera vez. Extrañaré todos los años, desde mi Argentina, preguntar ¿vendrá Serrat está temporada?
Extrañaré no comprar de inmediato la entrada para los recitales; extrañaré la impaciencia de que llegue el ansiado día para verte y aplaudir hasta enrojecer mis manos doloridas de tanto hacerlo. Extrañaré no corear" Golpe a golpe, verso a verso".
Nano, Serrat, Juanito, siempre en mí corazón, nunca te irás. Grande entre los grandes. ¡Gracias por tanta poesía por siempre recordada, porque tu música es atemporal.
¡Gracias, Nano!
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