Estaba en un concierto disfrutando de sus canciones. Era en un estadio al aire libre con sillas y mesas. Hubo un momento en el que él se sentó donde estábamos sentadas mi amiga Alexandra y yo mientras interpretaba “Más que a nadie". Yo, en total embeleso, no atiné más que a disfrutar la canción.
Alexandra se quejaba de que andaba con un celular de mala muerte y no pudo hacer una foto. Freddy Sabina estaba en la mesa contigua y disfrutaba, claramente, sorprendido y emocionado.
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Casi al final del concierto, me paré frente al escenario; lo acompañaban unos músicos locales, no su inseparable Miralles, y no recuerdo qué canción interpretaba en este momento; sólo unos pocos la tarareábamos.
Vi pasar a Berry, su manager, y corrí hacia él para saludarlo; me dijo: “espera un momento, ya vuelvo”, mientras subía por las escaleras.
Al final de la canción me dice Serrat, con mirada de seductor, además: Nos podemos ver en Vallejón mañana; hoy tengo que ir a cenar con los del concierto.
Estuve buscando como loca esa ciudad, producto de un sueño, de esos que “se hacen a mano y sin permiso”.
¡Ah! Todo un regalo onírico.
Como dijo en su momento Calderón de la Barca : “... Que los sueños, sueños son”.
Transcripción de un sueño.
Imagen: Los sueños de Van Gogh.
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