Con una escenografía, dirección artística y guion inmejorables, esta serie que data del 2016 narra la historia de una familia muy unida, de la fragilidad de las personas que la conforman y de las inseguridades de las mismas. Me gusta mucho cómo se desarrollan los personajes en cada etapa de sus vidas y cómo se abordan los problemas y cambios en la vida de cada cual. La relación de los padres es de ensueño; los actores y el personal de producción hacen un excelente trabajo.
La trama sigue la vida y una familia y sus tres hijos en períodos de tiempos diferentes.
Las vidas de hermanos Kevin, Kate y Randall (conocidos como los "Tres Grandes") y sus padres Jack y Rebecca Pearson ocurre principalmente en el presente pero la historia se va entrelazando con recuerdos para mostrar el pasado de la familia.
Kate y Kevin (Chrissy Metz y Justin Hartley) son dos hijos sobrevivientes de un embarazo trillizo, nacidos seis semanas antes del 36 cumpleaños de Jack (Milo Ventimiglia). El tercero de ellos nace muerto y es entonces cuando Jack y Rebecca (Mandy Moore), que son caucásicos, deciden adoptar a Randall (Sterling K. Brown,) un niño afroamericano nacido el mismo día y llevado al mismo hospital después de que su padre biológico lo abandonó en una estación de bomberos.
Gran mayoría de las escenas narran una historia que tiene lugar en el presente (2016–2019) pero se van intercalando con otros períodos de tiempo que se establecen como flashbacks, mismos que se centran en Jack y Rebecca alrededor del 1980, tanto antes como después del nacimiento de sus bebés, o en la familia cuando los "Tres Grandes" son niños o adolescentes (interpretados por actores más jóvenes en ambas etapas).
Esta parte de la historia tienen lugar en Pittsburgh, donde los chicos y sus padres nacen y se crían. A partir de la segunda temporada, la serie usa flashforwards para mostrar un período posterior, cuando Tess, la hija mayor de Randall, es adulta y una Rebecca ya anciana.
Estoy esperando la cuarta temporada. ¡La recomiendo muchísimo!
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