Cuando he perdido amigos -no porque la muerte me los arrebate, sino porque ellos han decidido no quererme o no estar más- no pienso tanto más en el tiempo invertido, ni en las llamadas, las cartas, las charlas y el cariño entregado al 100%; pienso en el desgaste emocional que esto le causa a mi alma y en el cómo, sin razón de peso (riña, discusión, malentendido sin resolver), unos puedan deshacerse del afecto y la compañía de otros que les han querido bien.
Me cuesta pensar/acatar/entender que todo lo que existió fue mentira. Y es algo que no logro comprender pero que he tenido que aceptar.
Yo, a diferencia de estas personas, pongo el cariño y todo lo vivido en ese tiempo de amistad por encima de todo. Me perdería de mucho si no.
... Hay distintas maneras de querer, dicen. Para mí, la ausencia total no es una de ellas.

Soltar duele, pero tenemos que aceptar el hecho de que muchas veces es necesario. Por nuestra salud física y emocional.