Hemos visto a mujeres ayudar a sacar a hombres metidos en las drogas y el alcohol. Ayudarlos a dejar los impulsos y las agresiones llevándolos a terapias, pidiéndoles ellas mismas las horas al doctor. Regalándoles libros, conversando con ellos, haciéndoles entender que las relaciones son con base en la confianza, la inteligencia emocional, que no está mal mostrar sentimientos.
Hemos visto mujeres calmar a hombres alterados por perder un juego, golpear paredes y tirar cosas, a ellas mismas recogiéndolas y abrazándolos, diciéndoles que todo va a pasar. Hemos visto a mujeres corriendo por un llamado desesperado de ellos porque no saben solucionar un problema, a mujeres consiguiéndoles trabajos y puestos importantes a hombres que no quieren absolutamente nada en la vida.
Hemos visto a mujeres sacar adelante a hombres que ni arroz con huevo se saben hacer. Mujeres que intentan sanar a un hombre que ha vivido una vida llena de abandonos y maltratos, a ellas mismas perdonándoles tres, cuatro, hasta una vida entera de infidelidades. Hemos visto a mujeres angustiadas porque le encontraron una ETS, cuando llevan años con el mismo sujeto, mujeres rogándole a llantos a sus parejas para que vayan a al doctor porque les acaban de detectar un infección que las dejara infértiles. Hemos visto mujeres cansadas de tanto repetirles que se sienten solas, que necesitan de su ayuda, que sean como antes, o como nunca.
También hemos visto a estas mismas mujeres siendo abandonadas por estos mismos hombres cuando ellas los necesitaban. Teniendo que ir a terapia por meses o años, pasando noches enteras analizando cuadro por cuadro su relación intentando entender qué hicieron mal, creyendo que ellas son las culpables, conservando esas inseguridades que ellos mismos sembraron en ellas, con crisis de angustia todos los días, con crisis de pánico, tomando ansiolíticos o antidepresivos para dejar de pensar por qué tuvieron que abandonarse tanto intentando ayudar a un hombre que nunca se cuestionó nada.
Si algo nos ha dejado el feminismo en todos estos años, es que las únicas que debemos salvarnos de todos ellos somos nosotras... Que a la primera hay que retirarse. O a la segunda (puede haber segundas oportunidades, pero no veinte). Que somos resilientes, que podemos con absolutamente todo, y que también muchas otras con absolutamente nada. Que también hay días que queremos mandar a todos a la mierda, porque no somos las súper mujeres que todos pintan, que todo aguantan y que la sociedad intenta construir.
Nos destrozan y nos dañan para que al final las únicas responsables de volver a construirse seamos nosotras mismas para seguir manteniendo a esos hombres que siempre salen impunes de su falta de responsabilidad afectiva y de conciencia por las violencias que ejercen sobre las mujeres que dicen amar.
Perdonémonos por habernos abandonado. Y encontrémonos. Amémonos como deseamos ser amadas. Es lo único que podemos hacer, y nos lo debemos.
Por Gloria Belén. Las Brujas del Mar
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