Al vaciar mi alma de cosas banales, conforme pasa el tiempo, noto cómo se pasean con más holgura dentro de ella, la ternura, el amor, la alegría y esa inmensa satisfacción de agradar y de ayudar a los demás... Viven ahí, a sus anchas, sin tener que competir con lo superficial. Y siento que crezco hacia dentro y eso es algo sencillamente grandioso.
¡Ah, la vida... Te va enseñando tanto!
Abrazos de la filósofa maeña.
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