Hollywood ha abogado este domingo por el futuro del cine y de la diversidad en la industria. Uno de los principales motores del entretenimiento ha querido decir por qué sigue siendo relevante. El argumento llega cuando las salas de cine son solo un recuerdo vago para millones de personas. 2020 fue el año del coronavirus y, para la industria, la temporada de butacas vacías y exhibidores al borde de la quiebra, provocada por el batacazo del virus a la economía global. Quizá eso es, en parte, lo que ha llevado a los miembros de la Academia a encumbrar como la ganadora de la noche del Oscar a una película sobre los estragos de la crisis y la búsqueda del norte de la gente común. Nomadland, de la cineasta china Chloé Zhao, se ha llevado tres premios ―película, dirección y actriz― en la edición 93ª de los galardones, que será recordada como los atípicos Oscar de la pandemia. “Vean nuestra película en la pantalla más grande que les sea posible. Y, cuando se pueda, lleven a la mayor cantidad de personas a una oscura sala para compartir la experiencia”, ha dicho Frances McDormand al recoger el premio a mejor película, antes de ganar como mejor actriz su segundo Oscar en cuatro años. Con su tercer galardón, obtenido tras seis candidaturas en cinco décadas, queda encumbrada al lado de grandes intérpretes como Katherine Hepburn, Meryl Streep o Daniel Day-Lewis.
Zhao se ha convertido esta noche en la segunda mujer en llevarse el premio de dirección. “Esto es para cualquiera con fe y que se aferre a la bondad que tiene en su interior”, dijo la directora, quien llevó a la gala a algunas de las personas nómadas que hablan sobre su vida en la ficción. La anterior directora en lograr un Oscar fue Kathryn Bigelow por En tierra hostil hace una década. La cineasta es la primera asiática y no caucásica que triunfa en la categoría. El 32% de las nominadas esta noche eran mujeres, un incremento, aún pequeño, si se lo compara con años anteriores. Esta edición registró nuevamente un récord de mujeres ganadoras: 15 ganaron 17 premios (Zhao y McDormand se llevaron dos cada una), empatando un hito de 2018. Esta fue la primera ocasión que dos directoras aspiraban al Oscar. La otra candidata era Emerald Fennell, quien conquistó el primer Oscar de la noche, a mejor guion original por Una joven prometedora, una película que filmó en solo 23 días.
Los productores de la gala quisieron añadir sorpresa con un giro inesperado. Después de años de rematarla con el premio mayor, el de mejor película, en esta edición esperaban un final de Hollywood. Por primera vez, el trofeo de mejor actor protagonista cerraba la noche. Pero probablemente el ganador no era el esperado. Fue Anthony Hopkins por su interpretación de un viejo aquejado por la demencia en El padre, dirigida por el dramaturgo francés Florian Zeller. Hopkins, quien visitó este domingo la tumba de su padre en Gales, no estuvo presente por eso en la ceremonia. Hacía 30 años que ganó su primer trofeo por su interpretación del caníbal Hannibal Lecter en El silencio de los corderos. El padre es el primer largometraje de Zeller, un experimentado dramaturgo que recibió desde París el Oscar al mejor guion por su adaptación para la pantalla, un premio que compartió con Christopher Hampton, un veterano guionista que también había ganado en 1988 por Las amistades peligrosas, que estaba en la sede en Londres.
El triunfo de Hopkins frustró lo que muchos daban por descontado, el reconocimiento póstumo de Chadwick Boseman, fallecido a los 43 años en agosto del año pasado por un cáncer de colon. El actor cerró su carrera encarnando a Levee, un ambicioso trompetista de la banda de Ma Rainey, una volcánica cantante en La madre del blues. La película de Netflix se llevó los premios de vestuario y el de maquillaje y peluquería, que tenía entre los ganadores al español Sergio López-Rivera, maquillador personal de Viola Davis, protagonista del drama. También hubo otros ganadores latinos, los responsables del sonido de Sound of Metal: la venezolana Carolina Santana, y los mexicanos Carlos Cortés, Michelle Couttolenc y Jamie Baksh.
Antes de la ceremonia, Glenn Close hablaba, en la versión reducida de la alfombra roja, del peso simbólico de esta edición. “Formamos parte de una industria que se está redefiniendo, se está reinventando. Y creo que de alguna forma eso se notará esta noche”, afirmó la actriz, quien se fue con las manos vacías por octava ocasión, una marca que la empata en decepciones con el gran Peter O’Toole. “Es mucho menos ruidoso”, dijo Close agradeciendo la cantidad mínima de invitados. Los nominados solo podían llevar a un acompañante y tuvieron que hacerse tres pruebas de antígenos para acudir a la gala, además de no usar mascarilla.
Close perdió frente a la surcoreana Youn Yuh-Jung, la abuela de Minari, quien se ha convertido en la segunda asiática en ganar un premio de actuación desde 1957, cuando fue premiada Miyoshi Umeki por Sayonara. La ganadora regaló a la audiencia uno de los discursos más divertidos de la noche gracias a su frescura. Un humor que también estuvo presente en la sala de prensa. “Nos categorizan como negros, blancos, amarillos, cafés. No está bien que nos dividan así, ¿saben? Si ponemos todos los colores juntos es mejor. Hasta el arcoíris tiene colores. Los colores realmente no importan”, dijo Youn. El discurso más doloroso, sin duda, fue el de Thomas Vinterberg, que con el Oscar en la mano por a mejor película internacional por Otra ronda, recordó a su hija mayor, Ida, fallecida en accidente de coche cuatro días antes de que empezara el rodaje. “Es un milagro lo que ha pasado y ella es parte de él. Este Oscar es un monumento para ella”, dijo el director sobre el escenario.
Las palabras de Youn refrescaron una acartonada ceremonia que redujo la escala y potencia emotiva. Los organizadores prometieron sorpresas y un lenguaje visual nunca visto, a cargo del director Steven Soderbergh, uno de los productores. Además del gran plano secuencia del arranque, una larga caminata de Regina King por el vestíbulo de las taquillas de Union Station hasta el escenario, faltó mucho de lo que la Academia guardó con celo. La épica estuvo ausente en Union Station, la última gran estación de trenes construida en Estados Unidos, donde han sido rodadas más de 150 películas, entre ellas Blade Runner y el Batman de Christopher Nolan.
En 2020, la taquilla global ingresó solo 12.000 millones de dólares, una caída de 72% que responde al cierre de los cines. En el mismo tiempo el mercado del streaming creció un 33% en Estados Unidos y un 30% en el resto del mundo. Los suscriptores para estos servicios en línea crecieron un 26% en 2020 en todo el mundo rebasando por primera vez los 1.000 millones de personas en plataformas como Netflix, quien lideró en nominaciones este año con 36. Este gigante de Hollywood obtuvo siete premios, pero ninguno en las categorías de interpretación y de los grandes. El juicio de los 7 de Chicago, de Aaron Sorkin se fue con las manos vacías. Otra de sus grandes apuestas, Mank, de David Fincher, ganó mejor dirección de fotografía y diseño de producción.
Las llamadas de Zoom no estuvieron presentes durante la ceremonia, pero todos los nominados respondieron preguntas de la prensa internacional en videoconferencias. Las estrellas probaron cómo eran los tiempos prepandémicos con reuniones y sin mascarilla. Daniel Kaluuya, ganador del Oscar de actor de reparto por Judas y el mesías negro dijo, como muchos otros que le siguieron, una de las frases más oídas de este año: “No te oigo, estás en mute [silencio]”. Suficiente para recordar los tiempos que vivimos.
Fuente: El País
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