Conocer gente me enriquece de un modo como no hay otro; cada quien viene a la vida con una energía especial la cual extraigo para nutrir mis necesidades como ser humano. Y eso me gusta; me gusta mucho.
Voy por la vida creando lazos afectivos a los que me aferro y me engancho de por vida a menos que la otra persona decida lo contrario. Me gusta esa manera que tengo de ir haciendo amigos y amigándolos para hacer un círculo vasto, grande y profundo.
Y ustedes, así sea virtualmente, no son la excepción.
Mi melomanía ha puesto en mi camino mucha gente; gente buena; gente con la que comparto este vicio del que no me quiero curar nunca; gente con la que he logrado entablar una amistad que, en algunos casos, ha trascendido el Feisbuk. Y he sido así desde siempre, mucho antes de que el ciberespacio me lo hiciera más fácil y más económico.
Silvio, Serrat, Sabina me han dado buenos nuevos y viejos amigos y, aunque no se enteren nunca, llenan mis días de buena letra y de buena música, misma de la que me alimento.
Con esto dicho -para que no se haga muy largo- quiero agradecerles a todos y a cada uno que cada día se den el tiempo para leerme, para compartir música, poemas, amistad, energías y vida...VIDA, sobre todo.
Cuenten con este cuerpo siempre, con mi amistad, con mi buena vibra y con ese cariño que crece cada día aunque las oxitocinas no digan presente todavía.
Abrazos de la filósofa maeña.
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