“Desarrollar una vacuna lleva normalmente de 10 a 20 años; nosotros estamos intentando hacerlo en unos 12 meses”, dice la británica Melanie Saville, médica, viróloga, y una de las mujeres con mayor responsabilidad mundial en conseguir una inmunización contra el coronavirus, que ha provocado la peor pandemia de este siglo. Saville es la responsable de desarrollo de vacunas de CEPI, la coalición internacional para preparación ante epidemias que nació en 2017 para desarrollar vacunas para epidemias que no interesaban a la industria farmacéutica, entre ellas el ébola. Ahora se ha volcado en un objetivo completamente distinto: conseguir cuanto antes inmunizaciones para una pandemia cuyo interés económico es evidente, pero en la que existe el riesgo de que solo los países ricos puedan acceder a ella. Financiada por la Comisión Europea, Gobiernos nacionales y organizaciones no gubernamentales como la Fundación Bill y Melinda Gates y Wellcome, esta organización financia actualmente ocho candidatos a vacuna de varios países, incluidas tres que ya han comenzado su fase de pruebas en humanos —las de Moderna, Inovio y la Universidad de Oxford—. El mensaje de la organización es que es posible conseguir una vacuna funcional que pueda empezar a administrarse de urgencia en enero y aprobarse a mediados del próximo año. Pero para que pueda llegar a todo el mundo hace falta dinero: por ahora han recaudado 915 millones de euros y según sus cálculos hacen falta unos 2.000 para poder conseguir vacunas efectivas y garantizar una capacidad de producción suficiente. Saville lleva más de 20 años trabajando en primera línea en el desarrollo de vacunas contra todo tipo de virus: gripe estacional y pandémica, ébola, VIH, dengue, en empresas farmacéuticas como Wyeth, Sanofi Pasteur y Janssen. Una de las cosas que mejor recuerda es el fracaso contra su primer enemigo, del que cree que hay muchas lecciones que aprender para poder vencer al nuevo SARS-CoV-2. A finales de la década de 1990, Saville intentó sin éxito conseguir una vacuna contra el virus sincitial respiratorio, que afecta a bebés y sobre el que están puestas las miradas ahora, pues es un patógeno que no genera inmunidad completa y, por lo tanto, la misma persona puede infectarse varias veces hasta que logra que su sistema inmune lo sepa vencer. “De ese virus hemos aprendido algo muy sencillo e importante”, resalta Saville en una entrevista por Skype desde el confinamiento de su hogar en Londres. “Es clave que el antígeno [el retrato robot del virus que se da al sistema inmune para que lo recuerde y sepa eliminar al patógeno] permanezca en el tiempo dentro de nuestro cuerpo y no se degrade para evitar la reinfección. Todo lo que aprendimos entonces lo estamos usando ahora contra la covid 19”, detalla. Aún no se sabe cuánto dura la inmunidad contra el coronavirus una vez pasada la enfermedad, ni si los anticuerpos del sistema inmune son capaces de neutralizar por completo al virus. También se ignora si puede haber una reinfección pasados meses. Algunos expertos sugieren que tal vez estemos ante un virus capaz de reaparecer en personas curadas. “No creo que este virus sea como el VIH, es un tipo de virus diferente, no tiene los componentes que permiten mantenerse durmiente dentro de las células durante mucho tiempo y luego reactivarse. No estamos en esa situación, pero no podemos excluir que la reinfección sea posible”, opina Saville. Contra el coronavirus es posible que hagan falta varias dosis de vacuna a lo largo del tiempo. “Hay vacunas que necesitan un recordatorio a los 10 años, y en otras es cada año, como la gripe, pues el virus cambia de año a año. El tiempo nos lo dirá. Tenemos que hacer mucho seguimiento de los enfermos para determinar cuánto duran los anticuerpos en los pacientes y si los vacunados necesitarán un recordatorio”, explica. Uno de los primeros éxitos de Saville fue la vacuna aspirable contra la gripe estacional, que no necesitaba pinchazos, la primera de este tipo que se aprobó en Estados Unidos. La inmunización se sigue usando cada año contra cuatro variantes de gripe y es capaz de proteger a entre el 40% y el 60% de la población general. ¿Veremos algo similar con la vacuna del coronavirus? Es una pregunta compleja que aún no tiene una respuesta clara, pero ese nivel de protección puede ser mucho mayor justo en quien más necesita protegerse, advierte Saville."Muchos expertos creen que lo prioritario es que la vacuna del coronavirus proteja ante la enfermedad grave por covid. Las vacunas a menudo son capaces de reducir de forma drástica la enfermedad grave, pero no evitan que haya casos más leves, ya que solo pueden evitar entre el 40% y el 60% de los casos. Aún no sabemos qué nivel de protección es necesario para hacer desaparecer el coronavirus. Necesitaremos modelos que nos digan qué impacto tendrá la vacuna en la población general dependiendo de su efectividad". La estrategia de CEPI es solapar las pruebas de las vacunas con la preparación de la producción industrial. “Si tras los ensayos clínicos positivos conseguimos la autorización de emergencia de las autoridades y podemos manufacturarla en grandes cantidades, esperamos tener cientos de millones de dosis en unos 12 a 18 meses a partir de ahora”, dice Saville. La clave aquí es financiar diferentes tipos de vacunas. Entre los ocho candidatos de CEPI está por ejemplo la primera vacuna que comenzó a probarse en humanos, de la empresa de EE UU Moderna, pero también otros que van algo más rezagados pero cuyo producto es mucho más fácil de producir en masa. “Buscamos velocidad, escalabilidad y acceso generalizado”, explica la viróloga. “Algunas vacunas pueden llegar a ensayos clínicos muy rápido, por ejemplo Moderna, pero es un tipo de vacuna que no se ha aprobado nunca y no existe en este momento la capacidad de fabricarla en masa. Otras aproximaciones pueden tardar un poco más, pero son mucho más fáciles de producir en cantidad. Puede que los resultados de los ensayos clínicos tarden dos meses más, pero si salen bien podemos tener muchas más vacunas listas”, explica. La idea es que al final de este proceso no habrá una sola vacuna contra el coronavirus, sino probablemente varias. CEPI espera lograr dos o tres entre sus ocho candidatos. “Algunos de nuestros candidatos han trabajado en vacunas con el MERS [un coronavirus emparentado con el actual que saltó de camellos a humanos en 2012], han hecho fases 1 de pruebas en humanos y tienen datos positivos. Tenemos cierto nivel de confianza de que son candidatos fuertes y tienen una probabilidad razonable de éxito”, explica Saville “Nuestra aproximación es optar por el riesgo e intentar hacer muchas de las pruebas en paralelo. No podemos acelerar las pruebas en pacientes porque tenemos que estar seguros de que la vacuna es segura. Pero en el lado de la producción sí, por lo que ya empezamos a preparar un sistema de producción que permita crear muchas dosis en cuanto sepamos que funciona. Ya estamos preparando la fabricación a gran escala”, explica. Saville cree que si todo sale bien, en enero se podría estar dando la vacuna a médicos y trabajadores sanitarios. Probablemente aún la vacuna no esté aprobada oficialmente, pero sí se habrá demostrado su seguridad en la primera y segunda fase de pruebas en humanos. Así que mientras se realiza la tercera fase de pruebas, ya con personas mayores y de alto riesgo de covid grave, sería posible dar las primeras dosis a trabajadores sanitarios que estén sanos, aunque eso será decisión de cada país y será necesario que organizaciones internacionales como la OMS publiquen directrices de qué grupos deben ser los primeros en recibir la vacuna, explica la viróloga. El viernes la OMS organizó una conferencia internacional para afrontar otro de los grandes retos de la pandemia: ¿cómo garantizar que la vacuna llegue a todos los que la necesitan independientemente de dónde vivan y sin reparar en si pueden pagarla o no? “Nosotros negociamos con las empresas que financiamos para que pongan las vacunas a disponibilidad de todo el mundo, que acepten que la distribución sea equitativa como prioridad por encima del beneficio económico. De hecho hay mucho trabajo a nivel global ahora mismo trazando ese sistema de distribución justa”, explica Saville. Este debate llega en un momento crítico pues Donald Trump, presidente de EE UU, uno de los mayores contribuidores al presupuesto de la OMS, ha anunciado que retira la financiación a este organismo. “Es un error”, advierte Saville. “Es el momento de trabajar unidos. Ningún país va a salir de esta solo, necesitamos un esfuerzo global”, resalta. La alianza CEPI afronta una fecha clave el 4 de mayo, cuando la Comisión Europea planea organizar una jornada para reunir nuevos fondos para el desarrollo de vacunas. “Necesitamos que países muy afectados como Italia, Francia o España intenten donar a CEPI”, concluye Saville. Por Nuño Domínguez. El País.
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