Andando por el camino de la vida, con los ojos bien despiertos, una va aprendiendo que hay cariños que te acompañan; unos con más frecuencia y con más asiduidad que otros. Algunos te toman de la mano, otros te prestan sus oídos, otros celebran tus alegrías y se unen a tu tristeza (o aparecen en la primera y no en la segunda, y viceversa); otros están siempre... Y otros, sencillamente, no están
Y de repente, o paulatinamente, el roce continuo, constante va mermando con unos e incrementando con otros... Y viceversa.
Razones hay varias... O no. No todo en la vida tiene que tener un porqué.
"El tiempo arrastra lo liviano y borra lo que pesa"... Y, como todo en la vida, el afecto para muchos puede caber en esta frase.
Abrazos cercanos de luz de la filósofa maeña.
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