Si sus ovarios se han saltado una regla durante la cuarentena, si le ha dolido más que nunca, si el sangrado ha sido mayor o menor de lo habitual o si los cambios de humor y otras molestias del Síndrome Premenstrual han sido más acusados, tiene que saber dos cosas: la primera es que no está sola, la segunda es que (en principio) no hay de qué preocuparse. «Todos estos cambios han sido bastante habituales», aclara la obstetra, ginecóloga y divulgadora científica Sofía Fournier Fisas, miembro del equipo médico de la clínica Gynaikos. «De hecho, se ha iniciado en algunos centros ginecológicos españoles, como el Hospital Sant Pau de Barcelona, un estudio que está analizando la incidencia de alteraciones en el ciclo menstrual durante la época del confinamiento, especialmente en mujeres entre 25 y 45 años», prosigue.
No es el único trabajo en marcha: la doctora Lola Gómez Roig, ginecóloga e investigadora en el instituto que lleva su nombre, está participando en un estudio internacional del Sant Joan De Déu sobre embarazo y COVID-19. Ambas han explicado para S Moda qué hay detrás de estas alteraciones y cuándo es necesario acudir al especialista.
LA REGLA Y EL CEREBRO
«Hay constancia científica de que cuando una persona cambia su estilo de vida (por ejemplo, si hace modificaciones importantes en la dieta, se muda a otro país, empieza a deporte cuando antes no lo hacía…) o experimenta importantes cambios de humor (como depresión o estrés), todo ello puede influir en las características de la regla», aclara la doctora Gómez Roig, en cuyo blog dedica un apartado específico a los trastornos menstruales. «Por tanto, no es extraño que también los sufra una persona acostumbrada a un ritmo de vida activo que, de repente, se queda confinada durante semanas».
¿La causa? La profunda relación entre los procesos neuronales y nuestras hormonas.
«Hay dos glándulas cerebrales, el hipotálamo y la hipófisis», prosigue Gómez Roig «que regulan nuestras hormonas y mandan información a los ovarios –el llamado eje hipotálamo-hipófisis-ovario–, y este eje puede verse afectado por los cambios en el estilo de vida.
El confinamiento es una situación que nuestro cerebro interpreta como complicada. La doctora Fournier Fisas nos habla de amenorrea (es decir, falta de regla) hipotalámica (es decir, inducida por el hipotálamo) funcional (es decir, práctica). «Es un proceso más complejo, pero resumiendo, el concepto de amenorrea hipotalámica funcional es algo que experimentan muchas chicas y no solo en el confinamiento, sino que se puede dar en situaciones de mucho estrés laboral, emocional, económico o académico, en personas con una alta autoexigencia, que hacen mucho deporte o tienen cambios bruscos de peso», prosigue la doctora, «el cuerpo ‘piensa’ (entre comillas porque es un proceso mucho más complejo) que esa mujer tiene demasiada cosas en su vida y no es el mejor momento para tener un bebé, así que el hipotálamo no segrega las dosis hormonales suficientes para que los ovarios acaben de funcionar».
LA REGLA Y EL AMBIENTE
La menstruación también es muy sensible al entorno, señala la doctora Fournier. «Sumado al estrés, el confinamiento ha llevado a mucha gente a cambiar su dieta (en general, ha habido mayor ingesta calórica porque hemos cocinado más de lo habitual y nos hemos movido menos), más sedentarismo y menos exposición al sol, lo que ha comportado una menor producción de vitamina D. No está directamente relacionada con el periodo, pero es uno de los factores más a sumar, ya que está relacionada, por ejemplo, con nuestro metabolismo y varios procesos neurológicos.
No hay una evidencia clara, pero se postula que, al haber glándulas en el cerebro que controlan nuestras hormonas, estas pueden verse afectadas».
DOLOR, FLUJO Y SPM: LA REALIDAD Y LA PERCEPCIÓN
«Puede ser que durante el confinamiento algunas mujeres hayan experimentado cambios en el ciclo (en el número de días dura la regla, en los días libres de ella), mayor o menor cantidad de flujo, o incluso cambiar las características de la regla habitual como el dolor, aunque también hay que tener cuenta que han sido días de mayor autoobservación», apunta la doctora Gómez Roig. Según Fournier Fisas, «en el día a día, si duele la regla tomas un analgésico y sigues con tu ritmo de vida, pero el confinamiento ha supuesto un parón con tiempo de contemplarte y puede haber cierto componente subjetivo, pero no es sólo eso, además, hemos visto cambios en el patrón, tanto en ausencia de reglas como de reglas más sintomáticas, y hay que achacarlo a lo mismo».
REGLA, CONFINAMIENTO Y FERTILIDAD
Si tenía intención de quedarse embarazada, es posible que tenga que esperar. Según la doctora Gómez Roig, «puede que esas alteraciones de la regla impliquen que no se ovule, en cuyo caso costará más quedarse embarazada, pero (al ser alteraciones transitorias) cuando se recuperen las reglas habituales desaparecerá el problema». En este sentido, la doctora Fournier añade una interesante reflexión. «No creo que vaya a haber ese baby boom que vaticinan algunos medios». A las alteraciones hormonales que pueden pausar la fertilidad, se suman otros dos factores: «Por un lado, la maternidad hoy en día es muy selectiva y hemos sido muy conscientes de la inestabilidad económica, laboral y sanitaria a corto y medio plazo; por otro, las clínicas de reproducción asistida han estado cerradas todo este tiempo, así que lo más probable es que veamos el efecto contrario».
CUÁNDO CONSULTAR AL ESPECIALISTA
«Si estas alteraciones han sido puntuales durante el confinamiento y solo se han retrasado un par de ciclos, el mensaje es de tranquilidad absoluta: el motivo sabemos cuál es y que lo normal es que cuando todo se estabilice (retomemos nuestra actividad física, estemos más rato al aire libre, nuestra dieta vuelva a ser la que era y nuestro estrés por la situación disminuya) poco a poco nuestro cuerpo vaya regulando los ciclos», nos transmite la doctora Fournier. «Con o sin confinamiento de por medio, la irregularidad en la regla no siempre tiene un significado patológico», insiste además la doctora Gómez Roig, «es perfectamente normal que un ciclo dure 23 días y el siguiente 30». ¿Cuándo deberíamos pedir cita con nuestra ginecóloga? «En general, si el tiempo libre de regla es inferior a los 20 días (es decir, si a los pocos has vuelto a tenerla); si no viene en un periodo de más de dos o tres meses; si hay sangrados entre regla y regla de manera irregular o si, después de un año de menopausia, se vuelve a sangrar», dice Gómez Roig.
CONFINAMIENTO, PERIMENOPAUSIA Y MENOPAUSIA
«La edad de los ovarios está predeterminada en cada mujer», explica la doctora, «depende más de la edad que del ambiente, así que es posible que a algunas mujeres les haya coincidido entrar en menopausia o perimenopausia en el confinamiento, pero eso no quiere decir que la haya provocado o adelantado».
¿ES POSIBLE REGULAR LA REGLA?
Según la doctora Gómez Roig, «cuanto más saludable sea tu estilo de vida en general menos probabilidad habrá de que el ambiente pueda influenciar en tus hormonas». No hay nada nuevo bajo el sol: cuidar el sueño, hacer ejercicio físico, llevar una dieta mediterránea equilibrada y evitar el tabaco, el alcohol y la medicación innecesaria. Nada de suplementos recetados por Google: «Cuando una persona tiene alteraciones en la regla hay que saber el motivo y ajustar el tratamiento al motivo, no dar suplementos sin saber la causa. Podría agravarlo o enmascararlo y, al contrario de lo que se cree, un exceso de vitaminas también podría ser perjudicial».
La doctora Fournier añade dos detalles importantes que a menudo se pasan por alto: «Además de comer sano, hay que adecuar la ingesta calórica a nuestro ejercicio físico (ni por encima ni por abajo: hay muchas chicas que se quedan sin regla porque realizan mucha actividad física y mantienen una dieta muy restrictiva)», explica. También hay que trabajar el estado emocional: «esta situación, ahora y a medio plazo, conlleva muchos tipos de estrés y eso es más difícil de gestionar»
Por Eva Abril
Fuente: El País.
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