Mi padre se llamaba José. Trabajaba en la compañía del Gas y era un manitas que igual fabricaba una nevera que pintaba la casa o levantaba un tabique. Viudo en primeras nupcias, aportó al matrimonio un hijo producto de sus anteriores circunstancias. Mi madre, que se llamaba Ángeles, además de llevar la casa, colaboraba para sostener el presupuesto familiar cosiendo pijamas mientras escuchaba las radionovelas de la tarde.
Al poco de casarse, y por no ser menos, incorporó al grupo familiar un par de sobrinas huérfanas de guerra. Así pues, soy un hijo único con tres hermanos.
Cuando mi abuela Antonieta me sacaba de paseo -no tendría yo más de siete años-, y me daba a escoger entre barquillos o cancionero para invertir la peseta de su regalo dominical, yo me quedaba con aquellos papeles de colores amarillos, rosas, azules, que llevaban escritas las letras de las canciones de moda. Sin embargo, exceptuando a mi prima Gloria, que fue artista aficionada y a la que recuerdo participando en el concurso de las Fajas Jumar y la afición de mi estirpe baturra a cantar jotas en bodas y bautizos, en mi familia no hay antecedentes que justifique mi decisión de dedicarme a escribir canciones y cantar.
Joan Manuel Serrat
Algo Personal- Autobiografía
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