Me degusto en el néctar de la vida, el levantarme a un nuevo amanecer y buscar en los rayos de sol todo el positivismo que nos ofrece.
Tiendo, habitualmente, a detallar -con nimiedad- los regalos que me ha puesto la vida de frente. Y la valoro, entregándome a ella como si éste fuera el último de mis días.
Abrazos de la filósofa maeña.
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