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Foto del escritorShayra

Gracias a la vida, al universo y a mí misma por hacerme cada día más fuerte y por poder con todo





Hace un año y tres meses me pasó algo muy trascendental: me despidieron después de 25 años, cuatro meses y 25 días de trabajar en una empresa a la que fui bastante leal y la cual me permitió construir una muy buena vida para mí y para mis hijas. Me sentí bastante traicionada por cómo se dieron las cosas y me volvió a poner de frente lo que siempre he sabido: nadie es indispensable.

Hablo sobre esto porque en situaciones en las que nos tambaleamos, en las que la alegría y el sosiego no están tan a la orden del día porque la inestabilidad laboral te pone a pensar en el futuro cercano y en qué hacer para sobrevivir, una -por más fuerte que se vea ante los ojos de los demás, por más intentar ser o ‘ser’ esa persona que no se ahoga en un vaso de agua, por más matatana/luchadora/solucionadora de problemas, por más saber ser un ente con estabilidad emocional y económica sólidas, por más ser esa persona que agarra la vida por los cuernos- a veces necesita esa palmadita en la espalda, el escuchar un “¿Cómo estás?, “¿Cómo te las arreglas?”, “¿Qué tal va todo?” o el saber que los demás te ven no sólo como simple contacto o como una conocida, o como la prima o la hermana que apenas forma parte de tu familia pero que no se involucra en nada.

Los que han estado a lo largo de estos meses, los que se han manifestado, han mostrado algún interés saben quiénes son; los que no, también. Y aquí incluyo amigos, hermanos, tíos, primos, colegas y un largo etcétera.


Como me callo poco (tengan por seguro que no busco la lástima ni que me bombardeen ahora con llamadas o mensajes; nunca me ha gustado el papel de víctima), expreso mi sentir de un modo general pero también directo y sin eufemismos. No voy a andar con circunloquios a esta altura del juego.

De haber sido yo otro tipo de persona, esta amarga experiencia hubiera resultado tremendamente traumática. Por fortuna, doy gracias a la vida, al universo y a mí misma por hacerme cada día más fuerte y por poder con todo (o casi todo) y salir airosa de situaciones escabrosas.

Gracias por leerme. Y gracias, nuevamente, a quienes han dicho “aquí estoy”.



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