Si bien mi vida es bastante parecida a lo que quiero y me he propuesto, también he tenido momentos difíciles y experiencias no tan dulces en el camino. Como un ejemplo pongo el perder mi empleo hace un año y unos meses, un suceso que puede haber resultado muy traumático para la mayoría de los mortales por la manera en que pasó y por dicho trabajo haber formado parte de tantos años (cinco lustros) en mi vida. Por mi modo de ser, por fortuna, no he permitido que me quite la alegría ni que tome las riendas de mi vida.
Contrario a amilanarme y dejarme el alma amargada permanentemente, esta experiencia ha sido una liberación y me ha servido de puente para adquirir cierta sabiduría. También me ha resultado aleccionador y me ha enseñado a vivir con menos, a disfrutar incluso más que antes de las cosas sencillas, a degustarme en el néctar de la vida haciendo las cosas que me generan felicidad, como escribir, cantar, cocinar, leer, ver cine.
Y como todo, con todo, discierno y sopeso.
Mi alma sigue siendo feliz, aún con los estragos de etapas no tan dulces en este intervalo de tiempo entre nacer y morir. Y así voy por los senderos y sus bifurcaciones, siempre tomando el de la felicidad. A veces me da por reflexionar.
Abrazos cercanos de luz de la filósofa maeña.
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Gracias por leerme.
Ciertamente, alumbras aún más que antes. Gracias por compartir.