Estábamos reunidos todos. Era una mesa rectangular larga. En un extremo estaba Candela, (Yuta, como le llama cariñosamente Serrat). Al otro extremo estaba Natalia, que vino desde Zaragoza a encontrarme para revivir, supongo, lo de mi proyecto Serrat-Shayra, autobiografía en movimiento, mi proyecto de vida para no dejar morir la niña que llevo dentro.
Frente a mí, un poco más a la derecha, estaba Candela (hija) y a mi lado estaba María, la hija mayor de el Nano. Justo frente a mí estaba Joan Manuel y Montse, su nueva pareja, como me dijo Candela, su mujer.
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Pero es que antes, en la habitación de vete tú a saber cuál hotel, estaba yo con Serrat, besándolo apasionadamente en el cuello. Juro que es la primera vez que tengo un sueño así de libidinoso con mi Noi de Poble Sec; nunca antes, en todos los sueños que he tenido con él, me había pasado algo igual.
Supongo que es porque en estos días en que he ido publicando muchas cosas en el grupo que he abierto para publicar sólo cosas del poeta catalán, se ha mudado a mi subconsciente...Y ahí se quedó.
Imagino que, como sé que Serrat veranea en Mô, Menorca, el sueño, "ese que se hace a mano y sin permiso", tuvo lugar allí.
Al despertar, le conté el sueño a mi esposo, y me dijo: "Serrat me había dicho que el orden de los factores no altera el producto cuando le dije que era tu marido número, esa noche del 2005 en el teatro Grec de Barcelona... Pero parece que sí, porque vas por ahí, por los sueños, poniéndome los cuernos".
¡¡Serrat olía tan bien!! ¡¡Ah, los sueños!!
Noche del 9 de noviembre del 2020
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