Recuerdo perfectamente cuando salí del cine ese día. Era el 2 de junio de 1995, a tempranas horas de la tarde. Fui sola y lloré como una Magdalena. Y volví a llorar al día siguiente porque volví a aquel cine en Yonkers, donde residía entonces y la vi de nuevo.
¡Qué infidelidad tan hermosamente narrada, actuada y fotografiada! ¡Qué actuación la de Meryl, que tenía a todo el equipo llorando en el set, como contó Clint Eastwood en varias entrevistas! ¿Y qué decir de la banda sonora, específicamente "Doe Eyes", el tema principal, compuesto por el recién fallecido Lennie Niehaus en conjunto con Clint Eastwood? Es un tema que siempre logra conmoverme. No sé cuántas veces he visto esta película; ya no las cuento. Pero siempre que la veo en algún lugar, por casualidad, me siento a verla, sea cual sea la escena en la que la encuentre. También la tengo en casa, para verla cuando necesite una o varias dosis de ella. Me parece una película preciosa y echo mano a muchos de sus diálogos en muchas ocasiones.
"This kind of certainty happens but once in a lifetime".
La película fue filmada en locaciones en el condado de Madison, Iowa, incluida la ciudad de Winterset, y en la ciudad de Adel en el condado de Dallas. Es un viaje que me debo.
El puente Bell's Mills, en el condado de Westmoreland, Pensilvania, también fue un lugar de rodaje.
No creo que otra actriz más que Meryl haya logrado ese acento de inmigrante italiana en los años 60 con tanta precisión. Ella es perfecta. Y los dos juntos en este maravilloso romance, hacen una mancuerna perfecta.
Supongo que muchos han visto este filme que muchos catalogan como sobrevalorada. Pero, a continuación hablo un poco de qué va la trama y un artículo publicado en El País por su 25 aniversario.
Sinopsis:
Era el año 1965. Francesca conoce a Robert Kincaid, un reportero gráfico de National Geographic que estaba asignado para fotografiar los puentes históricos del condado.
Robert (con ese acento tan bonito y tan preciso de Meryl), en busca del puente Roseman, se detuvo en la granja de los Johnson para pedir indicaciones. Francesca le explica y termina acompañándolo para mostrarle el camino. Su aventura posterior ocurre durante los cuatro días en que el esposo y los hijos de Francesca se marchan a la Feria Estatal de Illinois.
Un 2 de junio de 1995 'Los puentes de Madison' llegaba a las salas para convertirse en una de las películas más aclamadas del año.
Foto: Warner Bros.
Artículo de El País, por Carlos Megía.
¿Existió el misterioso fotógrafo que inspira el personaje de Clint Eastwood en ‘Los Puentes de Madison’?
“Esta carta procede de Barcelona, esta otra de Inglaterra… Ésta de Israel, de California, de Australia, de Milán… Nos guste o no, Robert Kincaid se ha convertido en parte de nuestro mundo”. Apenas 15 días después del estreno en Estados Unidos de "Los puentes de Madison", Joseph Blanton, encargado de responder a las cartas de los lectores del National Geographic allá por 1995, confesaba así a Los Angeles Times su resignación ante la nueva normalidad que había traído el éxito del filme. Centenares de misivas de curiosos deseando saber más sobre el fotógrafo (Clint Eastwood) que había enamorado a la resignada ama de casa interpretada por Meryl Streep… Y a unos cuantos millones de espectadoras más. Decenas de visitas diarias a las oficinas centrales pidiendo comprar el número de mayo de 1966 en el que, como se afirmaba en la película, Kincaid había publicado su fotoreportaje sobre los puentes cubiertos de aquel condado rural de Iowa. Cuando se cumplen 25 años desde la llegada a las salas de este clásico del cine romántico, la pregunta sigue vigente: ¿existió realmente el apuesto nómada? La versión oficial es que no. La oficiosa, es que responde al nombre de David Alan Harvey.
La locura por conocer la identidad de Kincaid comenzó en 1992 con el éxito de la novela de Robert James Waller, que se mantuvo durante tres años en la lista de las más vendidas del New York Times y despachó más de 60 millones de copias. Tras la repercusión global de la película, que multiplicó por siete su presupuesto en taquilla, el número de seguidores que se negaban a creer que la historia fuera fruto de la imaginación del autor desbordó los servicios de atención al cliente de la revista. El equipo de documentación del National Geographic se vio obligado a buscar en sus registros cualquier rastro del personaje. El único Kincaid que encontraron en el archivo era un colaborador llamado Don responsable de una historia sobre galeones perdidos en 1982. Y nunca, desde su fundación en 1988, habían publicado ningún reportaje sobre los puentes cubiertos de Madison. Tal fue la acumulación de consultas de lectores dispuestos a conocer cuáles eran “los lugares y las fotos que habían conducido” al reportero hasta Francesca Johnson, que tuvieron que elaborar un comunicado negando cualquier vinculación. “Deseamos que este recital de pruebas no estropeé su pasión por el cuento popular de Waller”, concluían.
La pequeña localidad de Winterset, de poco más de 5000 habitantes, se convirtió en un inesperado reclamo turístico en el que decenas de autobuses se detenían cada día, con cientos de turistas dispuestos a arrasar con los souvenirs disponibles y a visitar unos puentes que el paso del tiempo ha menguado de manera considerable: de los 19 originales a sólo seis en la actualidad. Aunque en un principio se mostró reticente a sumarse al fenómeno, National Geographic acabó emitiendo un especial en su canal de televisión y publicando un granado reportaje sobre las vidas de sus fotoperiodistas, la mayoría más solitarias y menos románticas que la mitificada en la memoria colectiva. Como confirmaría el LA Times, hasta una treintena de los mejores fotógrafos de la revista acudieron a la premiere de la película.
La versión oficial es que el personaje de Robert Kincaid es producto exclusivamente de la imaginación del autor de la novela, Robert James Waller, que la escribió en apenas dos semanas. Profesor en la Universidad del Norte de Iowa, la idea del libro se le ocurrió durante una jornada de fotografía con un amigo en el río Mississippi, cuando decidieron desviarse de la ruta y retratar también los puentes cubiertos del condado de Madison. Al detenerse en la cámara colgada de su cuello decidió que el protagonista sería un fotógrafo. El aspecto físico de la coprotagonista femenina toma como referencia a su esposa, Georgia, y el nombre es un homenaje a una canción que él mismo escribió sobre “los sueños de una mujer llamada Francesca”.
Eastwood dejó su imagen de tipo duro por antonomasia para dar vida al sensible Robert Kincaid en la película que él mismo dirigió. Foto: Warner Bros.
Sin embargo, la inspiración oficiosa responde al nombre de David Alan Harvey, uno de los fotógrafos más prestigiosos del último medio siglo. Fue en una entrevista con Harvey en 1997 cuando la revista Traveler ratificó que él era “una versión en la vida real del personaje de Clint Eastwood”. El fotoperiodista de San Francisco se erigió en una leyenda viva de la industria trabajando para National Geographic durante un cuarto de siglo, firmando más de 40 reportajes alrededor del globo, desde Vietnam a Tokio, pasando por Malasia, Puerto Rico o la isla de Granada. Más allá de las trayectorias análogas y el evidente parecido físico con el Kincaid cinematográfico, la revista también llama la atención sobre las semejanzas de comportamiento entre uno y otro: “rudo, espigado, solitario y, aun así, un sensible observador de gente y lugares”. Preguntado a este respecto por S Moda, Harvey ha preferido no ratificar o desmentir su supuesta influencia en el argumento de "Los puentes de Madison". La identidad del susodicho seguirá siendo tan misteriosa como la motivación que llevó a Francesca (Streep) a no bajar de la furgoneta y comenzar una nueva vida.
David Alan Harvey
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