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"Y fuimos dos", canción autoría de José Luis Perales.


La pasión de Raphael ha sido reconocida desde Italia hasta Japón. En el país del Sol Naciente, por ejemplo, consiguió llegar al número uno de los éxitos japonés con su Escándalo. Pero esto no es nada. El cantante español lleva sobre su espalda decenas de giras mundiales, actuaciones en los teatros más importantes: Carnegie Hall, Paramount de Nueva York, Opera House de Sydney o el Olympia de París; y cientos de puestas en escena en los estadios de fútbol de las principales capitales del mundo... Con todo ello, Raphael puede decir que se ha hecho a sí mismo y que, como otros grandes maestros de la música, ha creado una escuela: el raphaelismo. Una doctrina que mueve a millones de mujeres en todo el mundo.


"Volveré a nacer", autoría de Manuel Alejandro.



Mi homenaje con cariño y admiración; dueto con Miguel Ángel.


A pesar de tener el sabor del triunfo siempre en sus labios, el cantante español reconoce que parte de su éxito se lo debe a la pobreza. 'Enseñarme, a mí no me ha enseñado nadie. El hambre y la penuria son los que han afinado mi voz'.

Raphael vino al mundo en Linares, en el seno de una familia humilde, y nada más nacer se empapó de notas y letras. Los Escolapios le dieron de comer, durante años, a cambio de contar con su voz en el coro. Y él, con su barriguita llena, cantaba y cantaba porque de alguna forma intuía que ése era el único camino que le llevaría lejos de la miseria.

A principios de los años sesenta, llegó su primera gran oportunidad. Con el Festival de Benidorm, Raphael se metió en el bolsillo a todo el viejo continente. Incluso, a los críticos que dijeron que cada concierto suyo parecía el primero y el último de su vida. 'Yo me debo al público, por ellos soy lo que soy ¿cómo no voy a morir en cada concierto que doy?'






Un camino de maravillas

Raphael y Natalia Figueroa se casaron en la ciudad de los canales hace más de treinticinco años. Desde entonces, la hija de los marqueses de Figueroa, periodista que apenas ha podido ejercer como tal, ha sido su compañera fiel en su casa, en sus giras, en sus viajes, y en sus inagotables jornadas de grabación. 'Le debo todo. Sin mi esposa -Natalia y mis hijos, Jacobo, Alejandra y Manuel, son mis cuatro mejores conciertos- sería muy poca cosa. Sólo espero morir antes que ella, ya que jamás podría superar su pérdida'. De todas formas, su marido, tan agradecido por todo lo que le ha dado, ha reconocido públicamente, su grandeza en la primera parte de sus memorias, ¿Y mañana qué?

Raphael se atreve con todo... y siempre. Lo último, quizá el reto profesional más difícil de su carrera: protagonizar el musical Doctor Jekyll y Mr Hyde. Interpretar, en un escenario, a un personaje con dos voces. Pero nuestro Raphael, siempre es aquél.



Fuente: Hola..com

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Serrat confiesa humilde que la jornada del inicio la marcó la disponibilidad del local, no su voluntad. Pero festeja la coincidencia de que sea el día de la Virgen de Montserrat, la Moreneta, patrona de Catalunya. “Debe ser, dirían los gitanos, de buen fario”, bromea.

“Ha salido rodado”, suspira al final. La bendición de la Moreneta, el buen fario gitano y, por encima de todo, su genialidad hacen magia en la noche.


Gritos de “te amamos” o “no te vayas” en una sala abarrotada por la diversidad de “la militancia latina”, según expresión del cantautor, con cerca de 3.000 creyentes en la fe laica del contador de historias de gente como cualquiera de nosotros, con sus penas y sus alegrías.


"Mi Niñez", canción con la que Serrat dio continuidad al concierto después de la apertura con el poema de Miguel Hernández "Dale que dale", musicado por el cantautor e incluido en el disco "Hijo de la luz y la sombra" del año 2010.

Este tema trajo la palabra "Pespuntear" a mi diccionario a mis escasos once años; y también fue la causa de mi visita a Belchite, por ese verso que cita "Y en julio, en Aragón, tenía un pueblecillo".



"El carrusel del Furo” (1975) es una canción que Joan Manuel Serrat dedicó a su abuelo Manuel Teresa, a quien nunca conoció. Lo mataron en su natal Belchite, en 1938, en la sin razón de la Guerra Civil Española y le llamaban “el Furo”, que poco más o menos quiere decir “el bravo”. Cuenta Serrat que cuando -de pequeño- algo andaba mal en su cabeza, llegaba su abuelo, le fabricaba un carrusel para él solo, y allí se refugiaba su corazón de niño.

"El carrusel del furo" está incluido en el álbum "Para piel de manzana", el duodécimo disco LP grabado por Serrat en 1975 y editado por la compañía discográfica Ariola.



“Los abuelos maternos de Serrat, Manuel, secretario del juzgado, y Juana, además de otros familiares fueron fusilados en las tapias del cementerio de Belchite.

La historia comienza en los primeros días de la Guerra Civil cuando unos padres dicen a su hija, una muchacha adolescente, que vaya corriendo a avisar a sus tíos que entraron en el pueblo los nacionales y que los van a matar.

La joven encuentra muertos a sus tíos; regresa a decírselo a sus padres y también están fusilados. La niña huye ante tanto horror y, siguiendo las vías del tren, llega a Barcelona recogiendo a otros niños en el camino. Esa niña era Ángeles Teresa, la madre de Joan Manuel Serrat.

Ángeles acogió a sus dos sobrinas que habían quedado huérfanas y, por eso, Joan Manuel siempre dice: "Soy hijo único con tres hermanos". Su padre tuvo su primer hijo Carlos de su anterior matrimonio.

El cantautor tenía cinco o seis años cuando su madre lo llevó por primera vez a Belchite. Viajaron en tren, las mismas vías por las que un día su madre huyó de la barbarie de la guerra. Fueron andando desde la estación al pueblo viejo y, entre las ruinas, todavía pudo ver la casa donde nació y vivió Ángeles Teresa.

Durante algunos años de su infancia Serrat alternaría los veranos en Belchite y en Zaragoza, en el barrio de las Delicias, donde vivía una hermana de su madre. Además hizo el servicio militar en Jaca.

Esos lugares y paisajes aragoneses marcaron a Serrat, incluso su nombre, Joan Manuel, que se debe a sus abuelos maternos de Belchite, Juana y Manuel.

Su relación con Aragón, sus recuerdos de Belchite, sus abuelos y su madre aparecen en algunas de sus canciones”.



Fuente: La Vanguardia




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Mi amado Serrat: lo vi, lo miré, lo admiré, lo escuché, lo oí, lo disfruté, lo saboreé, me emocioné, lo compartí con los serratianos de mi mundo, y he “sido feliz como un niño cuando sale de la escuela”.

“Hoy pudo ser un gran día”… Y vaya que lo fue. “La vida definitivamente se me brindó en cueros y me besó en la boca”. ¡Qué afortunada soy!


Este siguiente texto lo escribí dos días antes del concierto, con la emoción a flor de piel:


«De vez en cuando la vida se nos brinda en cueros y nos regala un sueño tan escurridizo, que hay que andarlo de puntillas por no romper el hechizo» Y así quiero andar, de puntillas, para llegar sana y salva a este sueño.

Puedo citar tantos versos de esta canción y de la extensa discografía de mi Noi de Poble Sec, que estaría tecleando durante días.

Pero hoy, unos minutos antes, frente al teatro Beacon en Nueva York, estuve dando rienda suelta a las emociones y disfrutando hasta del nerviosismo de estos últimos días. Y ahora voy, desde la calle 72 y Broadway, en una de las canciones de “Versos en la boca”, publicado en el 2002: «La bella y el metro» (ni tan bella ni tan metro, jeje), inmensamente emocionada y con las lágrimas a flor de piel, como aquella piel de manzana (ni tanto), pensando en lo anormal que resulta que estén pudiéndome los nervios.

Y es una sensación nueva para mí, esto de tener el pecho encogido, de sentirme inquieta, ansiosa, como si fuese yo la que va a empezar a despedirse de los escenarios.

Sé que muchísima gente no me entenderá; sé que muchos me llamarán incluso aspaventosa, pero supongo que los serratianos de mi mundo o quienes sean así de apasionados de la música, pueden hacerse una idea de este sentimiento que me habita.

«Juega las cartas que te da el momento, mañana es sólo un adverbio de tiempo», es un verso de Serrat que nos dice que vivamos el hoy; y es una frase a la que echo mano en innumerables ocasiones y que es incluso mi eslogan… ¡Pero no saben cómo estoy deseando que sea ya pasado mañana!

Fragmento de un capítulo del diario una serratiana empedernida.



Concierto completo.



Con esta canción abrió el concierto.

Del álbum "Hijo de la luz y la sombra" con letras del poeta alicantino Miguel Hernández y música de Joan Manuel Serrat. Este es el trigésimo álbum de estudio del cantautor Joan Manuel Serrat, editado en 2010 por la compañía discográfica Sony Music y basado en poemas de Miguel Hernández en el año de su centenario, con arreglos y dirección musical de Joan Albert Amargós.



En la grabación del disco intervinieron entre otros: Joan Albert Amargós (teclados), Ricard Miralles (piano), David Palau (guitarras), Víctor Merlo (bajo), David Simó (batería y percusión), Pere Bardagí (violín), la prima de mi esposo, Olvido Lanza (violín), Luis Dulzaides (percusión), Antonio Serrano (armónica), Jaume Peña (trompeta), Laura Simó (coros), Carme Canela (coros), Jofre Bardagí (coros).





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