Raphael antes de ser el Raphael de la PH fue el Rafael 'pelao y mondao'. Un niño de infancia humilde y feliz en Linares y que llegó a la música por casualidad cuando un cura del colegio en el que estudiaba su hermano le dijo que necesitaba un chico para el coro. Y allí fue Raphael, el niño. "Les dijo que aunque era muy pequeño, él tenía un hermano que no paraba de hacerlo en todo el día, y cuando fui, ya no paré". Rafael se convirtió en Raphael, se convirtió en un ícono, uno de los pocos que, pasen los años que pasen, sigue en la cima. Da igual los que vengan detrás, da igual los que haya delante, él sigue ahí. Gran parte de culpa la tiene su mujer, Natalia. “Siempre ha sido maravillosa conmigo y lo sigue siendo", reconoció el artista. Juntos mantuvieron y mantienen al artista. Juntos, después de 45 años casados, han creado una de las familias más envidiadas y más estables del panorama artístico español.
—¿Siempre se ha identificado con las letras de sus canciones?
—Debo hacerlo. Soy un contador de cuentos y me identifico cuando las estoy cantando. Está claro que no todas mis letras coinciden con mi vida.
Digan lo que digan, Qué sabe nadie... Son temas de gran ambigüedad que hizo correr rumores sobre su supuesta homosexualidad. ¿Se ha servido usted de esa ambigüedad?
—Yo no estaba hablando de homosexualidad. Se puede referir a eso si tú lo ves así. Depende del receptor, de cada persona. Digan lo que digan, desde luego no, fue la primera canción protesta que se escribió. “¿Qué sabe nadie?” puede ser. Lo que pasa es que si alguien quiere poner el parche... Allá cada uno.
—¿Cómo ha llevado usted esos rumores?
—A mí esos rumores me han pasado siempre de largo. Me puede enfadar que me digan que una cosa es verdad cuando sé que no lo es. Como nunca ha sido verdad, me pasa de largo. Pero estoy muy a favor de todos los movimientos estos que hay y ellos lo saben muy bien. No soy ambiguo en ese sentido, apoyo esta clase de colectivos, pero yo no pertenezco a ellos. Lo veo normalísimo, pero a mí me pasa de lao.
«Lo sigo dando todo, pero de otra manera. El tiempo te enseña muchísimo. Lo único que puedes perder con el tiempo son tus facultades, pero en mi caso ha sido al revés. Me han puesto el motor nuevo y, claro, estoy disparao. ¡Figúrate! Desde 1985 mi salud se veía afectada por una hepatitis B que se agravó por el consumo de alcohol hasta derivar en encefalopatía hepática. Estaba tan agotado que no podía conciliar el sueño. Pero nunca bebía. Hasta que a los cuarenta y muchos descubrí que si tomaba alcohol me dormía. Eso hizo que se acelerara mi desorden hepático. Cuando en 2003 me llamaron para el trasplante de hígado, me encerré en la habitación y me negué a ir al hospital. Gracias a las palabras de mi mujer conseguí salir. Pero aquí me ves. Mi recuperación ha sido fantástica, el trasplante ha sido una inyección de vida, de ilusiones, de trabajo... ¡Figúrate!» Fuente: Vanity Fair. Y por esto da “Gracias a la vida» nuestro querido Niño de Linares.
He ido a verlo en concierto unas ocho o diez veces y siempre me deja con ganas de querer volver, así como el tango que cantó con la voz de Gardel saliendo de una radiola en el concierto más reciente al que asistí de él, porque no quiero decir el último. ¡Maravilloso, corazón, maravilloso!
Varias fuentes: Vanity Fair y "En tu casa o en la mía". Mis recuerdos también.
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