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Silvio Rodríguez: ‘’Aute y Vitico fueron amigos de toda la vida, es imposible acostumbrarse a esto.

Con el trovador cubano abordamos en esta entrevista temas como: la canción social, su nuevo disco "Para la espera", sobre Cuba y Fidel, Pablo Milanés, la inesperada muerte de sus amigos Luis E. Aute, Víctor Víctor y otras tantas inquietudes que apasionan a los silviófilos y trovadictos y al pueblo dominicano.


Jesús Díaz

¿Hay espacio para reinventar la canción social en estos cambios de época?


Silvio Rodríguez

Espero que los jóvenes de hoy tengan ese espacio y si no lo tienen, que lo encuentren o lo peleen y lo consigan como han hecho otras generaciones. Me gusta pensar que ese espacio es parte de la misión de cada jornada histórica.


JD. ¿Cómo se conecta su nueva producción “Para la Espera” con una sociedad que no está dispuesta a esperar?


SR. Los capaces de producir alimentos son los que no pueden esperar, como tampoco los médicos y los científicos que hacen las vacunas; pero la mayoría de la humanidad está en espera obligatoria. El que no espera es el virus, ni pregunta por nuestro parecer.


JD. ¿De qué manera le afectó la muerte de sus amigos Luis Eduardo Aute y Víctor Víctor?


SR. Más que colegas, Eduardo y Vitico fueron amigos de toda la vida. Compartimos canciones pero también familias, escenarios, contratiempos, criterios en muchas circunstancias. Teníamos muchas afinidades. Por más que lo sepamos y nos pasen los años, es imposible acostumbrarse a este tipo de pérdida.


JD. ¿Pensó alguna vez Silvio Rodríguez incursionar en otro género musical?


SR. He escrito danzones, guarachas, baladas, guajiras, sones, canciones, cha-cha-chas, blues, rocanroles, boleros. Incluso, creo que alguna vez incursioné en la bachata. También he escrito música para formatos orquestales, porque he trabajado para el cine. Así que he pasado por muchos géneros. Acaso me falte por escribir un minuet, una giga o una sarabanda, pero tampoco se puede abarcar todo.


JD. ¿Qué debería decir una canción sobre Cuba y el mundo de hoy?


SR. Una canción siempre dice lo que alguien quiso decir. Y, tanto un país como el mundo, están compuestos de muchas cosas, nunca de una sola; por eso siempre se podrá decir mucho sobre cualquier lugar. En las circunstancias actuales de pandemia, creo que pudiéramos decir algo especial de Cuba, como sus resultados enfrentando el virus, que no son ideales –porque nada en este mundo es ideal– pero sí notablemente buenos; tanto que, por ejemplo, hemos podido brindar ayuda a muchos países que la han necesitado. Por eso la brigada médica Henry Reeve (que lleva el nombre de un norteamericano que luchó en nuestras guerras de independencia) ha sido propuesta para el premio Nobel de la Paz. Ese podría ser un tema muy actual sobre Cuba y el mundo.


JD. ¿Si Fidel estuviese vivo, qué tema le gustaría tratar con él o qué inquietudes?


SR. Me gustaría hablarle de la necesidad de esforzarnos más en la conservación de la naturaleza. En mi pueblo natal, San Antonio de los Baños, tenemos una fundación llamada Ariguanabo, como el río que también tenemos y toda aquella zona. La naturaleza maltratada fue un tema que él conocía, estaba consciente y escribió bastante sobre eso.


JD. ¿A qué se dedica el ser humano Silvio cuando no compone o canta?


SR. Cuando no compongo o canto, me dedico a grabar lo que compongo, cosa que me lleva tiempo porque también experimento. El estudio es como una continuidad del acto de creación. También le dedico mucho tiempo a mi familia, a mis tres perros y a mi gato. En ocasiones incluso respondo cuestionarios.


JD. ¿Tiene igual valor literario/artístico la canción que se escribe a petición en comparación con la que brota espontáneamente?


SR. Si el que las escribe es capaz, ¿por qué no va a tener valor la canción que otro necesita? Casi el 100% de la música que escribieron los grandes del barroco, el renacimiento y el clasicismo fueron obras por encargo. Lo mismo las ordenaba la iglesia que los reyes y el resto de la nobleza. Los músicos de las cortes tocaban con librea y se sentaban a comer en la cocina, con los criados. Lo único triste que puede tener una obra por encargo es la incapacidad de quien la hace.


JD. ¿Tiene fecha de retiro?


SR. Hasta ahora, no. Voy a cumplir 74 pero tengo buen ánimo. Extraño mucho los conciertos que hacíamos todos los meses en los barrios desfavorecidos. Espero estar listo para continuar en cuanto se pueda.


JD. ¿Cuál es su opinión sobre los nuevos ritmos o géneros musicales que están atrayendo parte de la Juventud?


SR. Hay cosas que me gustan más y cosas que me gustan menos. Y no me refiero sólo a lo de ahora. Cuando empecé me pasaba lo mismo. El facilismo no me gusta en ningún estilo.

Es obvio que la oportunidad de grabar en un teléfono y después publicar apretando un botón ha democratizado, pero también ha hecho menos selectivo lo que se expone. En materia de arte, la masividad sin escuela tiene su precio. Aunque no se puede olvidar que la proliferación actual también es una especie de venganza de los olvidados.


JD. ¿Cuáles recuerdos tiene de República Dominicana?


SR. Es un país muy vinculado a la historia de Cuba. El indio Hatuey que di en historia en la primaria, años después descubrí que era dominicano. También Máximo Gómez Báez, generalísimo de nuestro Ejército Libertador.

República Dominicana, para mí, es un pueblo amable con muchas historias colectivas y personales. Ahora mismo acaba de irse otro amigo de años, El Gordo Oviedo.

Recuerdo a Hamlet Hermann, toda una personalidad. Lo conocí cuando él vivía en el hotel Capri, de La Habana, exiliado con su familia. Nos veíamos a menudo, llegamos a ser muy amigos. No hubo vez que él viniera o yo fuera, sin vernos.


JD. ¿Qué significó para Silvio Siete Días con el pueblo?


SR. Por entonces yo sólo había estado en la RDA y en Chile.

Siete días fue una aventura: Noel Nicola y yo tuvimos que saltar por las Antillas para llegar. Primero volamos a Puerto España, donde tuvimos que pedir una visa en la embajada de Estados Unidos, porque el único avión que iba para Santo Domingo aterrizaba un instante en San Juan (nos dieron visado por 6 meses).

En Puerto Rico se movilizaron los amigos del periódico Claridad y nos escoltaron de un avión a otro, los 20 minutos que estuvimos en tierra. Cuando llegamos a Santo Domingo, en el aeropuerto, veo un periódico que en primera plana traía un debate sobre "Canción del Elegido". Yo no entendía nada. Fue el primer país que visité donde conocían mis canciones. Me sorprendió mucho.

En Siete Días conocimos a Mercedes Sosa, a Pi de la Serra, a Los Guaraguao, a Ana Belén y a Víctor Manuel. Y por supuesto, a Sonia y a Vitico, que andaban con nosotros. La primera noche dormimos en casa de Sonia porque sus padres estaban de viaje. Recuerdo que fuimos al cine a ver "El Exorcista". Tremendo cuando fuimos a visitar a Pedro Mir, a quien yo había leído y admiraba.


JD. ¿Cuál cree usted es la relación de la filosofía con la música?


SR. Para escribir y después para hacer una interpretación concienzuda de una obra hay que partir de principios del conocimiento. Eso es filosofía. La música tiene estructura y desarrollo, incluso dialéctica. Todo cabe en la filosofía e igualmente en la música.


JD. ¿Podremos volver a ver a Silvio y Pablo cantar juntos?


SR. ¿Quién dice que no?


JD. ¿Qué es la verdad y que es la mentira?


SR. Le voy a contestar con algo que cantaba hace poco más de medio siglo:


“…Pues la verdad no ha existido jamás:


Todo depende de la hora de hablar.”


JD.¿A qué le teme Silvio?


SR. A aburrirme


Entrevista por Jesús Díaz para Acento..com.do







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