Manuel Alejandro es, sin duda, el mejor compositor de la canción romántica de los últimos 60 años. El jerezano ha compuesto para los cantantes españoles como Rocío Jurado, Raphael, Nino Bravo o Julio Iglesias También firmó el éxito que catapultó la carrera de Jeanette, "Soy rebelde" y "Procuro olvidarte", que puso en el mapa musical al nicaragüense Hernaldo Zúñiga.
En México, este gran maestro de la composición ha hecho historia con dos cantantes produciendo los discos más vendidos en las trayectorias de ambos intérpretes. Primero con el cantante Emmanuel y su disco Íntimamente, Emmanuel, en al año 1980, situándolo en los primeros lugares de popularidad del mercado español y de Latinoamérica y, en segundo lugar con José José, quien graba por primera vez bajo la dirección musical del compositor en el año 1983, logrando el récord del disco más vendido en la historia de México, Secretos, con casi 5 millones de unidades.
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Manuel Alejandro es también el responsable de uno de los discos más emblemáticos en la carrera de El Puma, Dueño de nada, del año 1982, y que fue coproducido por su hijo David Beigdeber.
Como soy mucho de efemérides y como disfruto tanto del canto, vengo celebrando su vida y su legado interpretando sus canciones en la plataforma Smule. Es difícil la elección.
Comparto, a continuación, algunos datos de su vida y algunas canciones de las que ha escrito.
"El día que puedas" a dúo con Jazz, de Chile.
Manuel Alejandro (Jerez de la Frontera, 20 de febrero de 1932) es un compositor, arreglista, productor musical y cantante español cuyo nombre real es Manuel Álvarez-Beigbeder Pérez. Es uno de los músicos más prolíferos de habla hispana, con más de 500 canciones en su haber. Ha desarrollado su profesión en España y México. Es hijo del también compositor Germán Álvarez Beigbeder (1882-1968), fue compositor y director de la banda de Música de Infantería.
Manuel Alejandro y Raphael. Años 60
Estudió Música en el Conservatorio de Madrid y también la carrera de Filosofía.
Su formación comenzó cuando apenas era un niño y el primer obstáculo al que tuvo que hacer frente en su vida le llegó con tan solo 16 años. Una lesión en el brazo derecho le llevó a pasar cinco veces por quirófano. Aquello le dejó secuelas en la movilidad, se libró de la mili y también cambió su destino, por lo que tuvo que renunciar a dedicarse a la música clásica y se centró en sus otras facetas, la de compositor, arreglista, director de orquesta, productor e incluso cantante solista.
Manuel Alejandro se había casado, muy joven, con Helena Gómez Estrada, con quien tuvo tres hijos: Javier, Carlos y Patricia. Nunca quiso aparecer con ella en las revistas. Se separaron en 1963. A poco de la ruptura de sus primeras nupcias, encontró a la mujer de su vida, según confesaría: Purificación Casas Romero.
Le costó lo suyo ennoviarse con ella, que lo rehuía, hasta que por su tenacidad logró conquistarla. Pero no podían legalmente casarse. En el entorno familiar de Manuel Alejandro su emparejamiento con Purificación fue mal visto. Optaron por marcharse una larga temporada a Portugal donde en 1964, instalados en Estoril, Manuel Alejandro pudo subsistir tocando el piano allí donde lo contrataran. A su regreso a Madrid, ya sin importarle que lo acusaran de estar "amancebado", fue cuando estableció relación profesional con el maestro Gordillo y Raphael.
Manuel Alejandro, sin poder legalizar su unión con su nueva mujer, quiso darle a ella protagonismo y optó por considerarla coautora de buena parte de sus creaciones. Pero con un sobrenombre, el de Ana Magdalena, tomando como referencia el apelativo de la segunda esposa de Juan Sebastián Bach: Ana Magdalena Wilcke. ¿En verdad Purificación Casas Romero, o Ana Magdalena, era autora de esas piezas que firmaba al alimón? Puede que, amén del detalle, aconsejado por su asesor fiscal, Manuel Alejandro buscara un medio de diversificar sus negocios editoriales, los derechos de autor. El caso es que Purificación es la receptora de la mayor parte de creaciones de su marido; en ella piensa siempre a la hora de componer.
La primera canción que le dedicó fue Yo soy aquel; la escribió en el 1965 ha comentado el compositor en varias entrevistas y ha sido la musa de muchas de sus canciones. Purificación falleció en marzo de 2021 a causa de COVID. "Ella era divina", ha dicho, tras confirmar que pasaron 57 años juntos viviendo "el día a día".
Manuel Alejandro y Nino Bravo, finales de los años 60
Los comienzos de Manuel Alejandro fueron difíciles. Empezó como especialista de efectos especiales en la Cadena SER y pianista en salas de Estoril. Desde muy joven se destacó como compositor, arreglista, director de orquesta, productor e incluso cantante solista.
En 1959 se dio a conocer con la canción Alguna vez, que el barcelonés José Guardiola llevó al Festival de Benidorm. Aquella melodía le proporcionó veinte mil pesetas, una pequeña fortuna entonces para quien andaba siempre con sus bolsillos medio vacíos.
De aquellas visitas al estudio del maestro Gordillo, le surgió la oportunidad de componer para Raphael y de ser su pianista y director de orquesta en sus primeros tiempos.
En 1960 alcanzó la fama cuando el joven cantante Raphael interpretó sus éxitos Yo soy aquel, Cuando tú no estás y Cierro mis ojos, entre muchas otras, con quien trabajó durante nueve años consecutivos, hasta 1969. Compuso temas como Ese día llegará ―interpretado por la gran Mirla Castellanos― que en 1969 ganó el Festival Internacional de la Canción de Benidorm, y Fango ―también interpretado por Mirla Castellanos― que ganó el Primer Festival de la Onda Nueva (en 1971), organizado por el músico y compositor Aldemaro Romero.
A principios de los años setenta compuso para el popular artista valenciano Nino Bravo, los temas Como todos, Es el viento, No debo pensar en ti y Quién eres tú. Continuó cosechando grandes éxitos en esa década en las voces de Libertad Lamarque, Pedro Vargas, Julio Iglesias, Rocío Jurado y del mismo Raphael, entre otros.
De modo esporádico trabajó con los tenores Plácido Domingo y Alfredo Kraus. Con el primero colaboró en un disco 1984 y, con el segundo, en un villancico que Kraus cantó en 1994 durante el Concierto de Navidad celebrado en El Vaticano.
Como solista ha grabado 3 álbumes; uno en 1972 con la disquera RCA y otros 2 con Ariola en 1973 y 1974. Ha producido dos recopilaciones de éxitos; una junto a Ana Magdalena en un doble LP llamado Amor grande, Alejandro «El Grande» y otro titulado Etiqueta negra. En 1968 grabó un LP en Hispavox, con versiones instrumentales de los éxitos de Raphael y otro LP instrumental en 1969 con canciones al estilo barroco.
En Benidorm participó, sin suerte, con Se muere por mí la niña. Grabó dos o tres discos, uno de ellos con una emotiva pieza, Esa mujercita, dedicada a su madre. Quizás la que más difusión tuvo fue Manuela, pese a que ello se debió no a su versión, sino a la del bilbaíno Koldo.
A partir de 1975, con la participación del citado en Eurovisión cantando Yo soy aquel, la vida de Manuel Alejandro cambió por completo. Y poco a poco alcanzó una dimensión fuera de nuestras fronteras, en Europa y sobre todo en Hispanoamérica. Su figura se hizo pronto popular, aunque no apareciera como protagonista en las publicaciones del corazón, por su timidez y contundente afán de pasar lo más inadvertido posible. Sólo le interesaba que se conocieran sus canciones.
Quiso él también darlas a conocer con su voz. Y ahí, fracasó. En Benidorm participó, sin suerte, con Se muere por mí la niña. Grabó dos o tres discos, uno de ellos con una emotiva pieza, "Esa mujercita", dedicada a su madre. Quizás la que más difusión tuvo fue "Manuela", pese a que ello se debió no a su versión, sino a la del bilbaíno Koldo.
Manuel Alejandro le hizo competencia otro prolífico colega, ya fallecido, Augusto Algueró (hijo). Poco dado a dar entrevistas a pesar de tener un carácter afable y bonachón, a Manuel Alejandro le gusta pasar desapercibido, suele ser bastante parco en palabras en incluso ha llegado a rechazar escribir su propia biografía.
Manuel Alejandro y Purificación Casas, su esposa.
Manuel Alejandro llegó a cobrar diez millones de pesetas, hacia 1970 o al menos durante esa década, por un álbum de doce composiciones, cuando las casas de discos le pedían material inédito. Unos años después, su cotización subía a cien millones por lo mismo. Era su época de oro, los años setenta y ochenta: lo que ningún otro colega, al menos en España, percibía por su trabajo. Y es que constituía una inversión segura para una editora o un cantante.
Nunca supimos de sus escapadas fuera de España, su silenciosa vida en Miami u otras capitales de habla hispana. Invirtió en algún negocio que le fue nefasto para sus finanzas. Y corrió el rumor entre la familia musical de que estaba medio arruinado, otro relativo a las razones del por qué no retornaba a España, esos misterios que el cauteloso e introvertido personaje se ha guardado para sí.
Pero como sus derechos de autor, dada la gran cantidad de títulos millonarios en ventas, han sido elevados, permitiéndole vivir "a lo grande", Manuel Alejandro fue recuperando, con creces, lo perdido. Quienes conozcan al compositor, no muchos, saben de sobra su aparente desapego al dinero. Prefiere dar la sensación de ser un bohemio de lujo, al que sólo le importan dos cosas en esta vida: la música y su familia. Contaba Alfredo Fraile en sus jugosas memorias, que una vez estuvo en casa del compositor, sorprendiéndole que apenas estuviera amueblada, pero con un piano situado en el inmenso salón de la vivienda.
«A veces llegan cartas», a dúo con Cruz Miguelina, de Puerto Rico
Anécdotas en su amplia biografía las tiene a puñados, aunque Manuel Alejandro es poco amigo de entrevistas y las veces que las ha dado casi hay que sonsacarle datos, opiniones y recuerdos; pero no es porque sea antipático: todo lo contrario, es cortés y agradable, pero poco comunicativo con los periodistas.
"Hasta la muerte de mi mujer no quería volver atrás para vivir nada otra vez. Ahora volvería a vivirlo todo", aseguraba para 'El País' en lo que fue su primera entrevista tras el fallecimiento de su mujer. Y eso que nunca le han gustado: "No me gustan absolutamente nada las entrevistas. Me encantan las conversaciones, pero para charlar en una barra de un bar. Siempre me ha gustado guardar mi intimidad", comentaba el músico en conversaciones con Vanitatis cuando le concedieron el título de Hijo Predilecto de su Jerez natal.
Fuentes: Libertad Digital & Eurovision Artists
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