Hay quien considera que el arte murió el día que falleció Lola Flores. Con ella se fue un mito del folclore español, pero su leyenda continua muy viva veinte años después de su muerte.
Lola Flores (1923-1995) fue una mujer adelantada a su tiempo. Rompió con los moldes establecidos de la España de la posguerra y sentó cátedra con su talento. No solo cantaba copla, sino que protagonizó decenas de películas y llegó a tener programas de televisión propios. Todo lo que hacía lo convertía en oro.
Tal era la repercusión de Lola Flores que el prestigioso The New York Times dijo de ella una frase para el recuerdo: “No canta ni baila, pero no se la pierdan”. Fue la mejor publicidad que se le pudo hacer a una artista española ante su actuación en el Madison Square Garden en el año 1979.
Su música traspasó fronteras impensables para su época. Aparte de arrasar en España y en Latinoamérica, canciones de ‘La Faraona’ como ‘A tu vera’ o ‘Ay pena penita pena’ sonaron en países tan lejanos y diversos como Kazajistán, Japón, Kenia o Ucrania.
En la memoria colectiva aún viven algunas frases célebres de Lola Flores. “Si me queréis argo, irse” (en la boda de su hija Lolita ante la inmensidad de público), “ya no soy Lola de España, soy Lola de Hacienda” (tras conocer sus problemas con el fisco) o “el pendiente Iñigo, no lo quiero perder” (cuando paró una actuación en directo para encontrar su joya) son algunos momentos que sirven para recordar a esta mujer de fuerte carácter que supo dejar huella allí donde iba.
El legado de Lola Flores continúa presente con una familia que ha optado por mantener su apellido como marca personal. Después de protagonizar cientos de portadas en la prensa rosa, ‘Lola de España’ protagonizó la boda del año en 1957 al casarse con Antonio González Batista, más conocido como ‘El Pescadilla’. Una relación de la que surgieron los tres hijos que siguieron con la tradición musical. Lolita, Rosario y Antonio heredaron el apellido de ‘La Faraona’ para abrirse un hueco en la industria musical y dedicarse a ello.
El 16 de mayo de 1995 se apagó la luz de Lola Flores tras una larga lucha contra el cáncer de mama. España perdía así a una de sus grandes voces y el domicilio familiar se convirtió en lugar de peregrinación para más de 150.000 personas que quisieron despedirse de La Faraona. Un drama que también propició a las dos semanas el fallecimiento de su hijo Antonio Flores. El autor de himnos como ‘No dudaría’ o ‘Siete vidas’ no superó la pérdida de su madre y murió de una sobredosis.
David Suárez, La Vanguardia.
21 de enero, 2016
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