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Foto del escritorShayra

La triste historia de "Ne me quitte pas", de Jacques Brel.


En Julio de 1959, casi una especie de extraterrestre belga llamado Jacques Brel está convencido de que sólo podrá conquistar a su audiencia con la dramatización o con aderezar con un estilo teatral sus canciones. Las letras o los pensamientos por sí solos no rozan ni la conciencia de la emotividad de su público.

Jacques Brel se abrazó a la pasión del arte dramático a través de una especie de 'dandy', un 'playboy' llamado Philippe Clay. Como el propio Brel, este impostor de la actualidad musical también había pasado por el famoso Trois Baudets, el cabaret situado en Pigalle, donde habían logrado la solemnidad del éxito artistas como Serge Gaingsbourg y George Brassens, entre otros. Lo cierto es que el dueño, el inefable Jacques Canetti, tenía la presunta sospecha de que Brel alcanzaría la fama si se ponía en manos de Clay. Pero el 'gentleman' siempre se refería a Brel como el belga desagradecido. Vencido por su curiosidad, al final Clay accede a darle clases de dramaturgia al belga, casi solemnes clases de teatro de las canciones que compone Brel. Ése es el génesis del nacimiento de una de las canciones más bellas y desesperantes canciones de la historia del amor, la asombrosa 'Ne me quitte pas'. Casi una canción perfecta.




Con la dramatización del arte de declamar y teatralizar canciones, Jacques Brel conoce en el club Bobino a una maravillosa mujer, una actriz cómica llamada Suzanne Gabriello. Ella es sensual e inteligente. Pocos días después, Suzanne también cae en los brazos de la comedia de Brel. Pero el enamoramiento se convertirá en un drama arisco, imperfecto y detestable. Casi se convirtió en una especie de tragedia. A Suzanne la conocen en todos los medios artísticos como 'Zizou', el mismo apodo del futbolista Zidane, vaya casualidad. 'Zizou' es también la hija del famoso actor de fantasías André Grabiello, que cuenta con una formidable actuación como el padre de familia de la famosa 'Une partie de campagne', el formidable film de Jean Renoir del año 1936.



Zizou y Jacques Brel.


La nueva amante de Brel es morena, con una pequeña nariz fascinante y una risa maravillosa que podría volver loco a cualquier hombre. 'Zizou' forma parte del conocido trío de actores Les Filles a Papa, junto con Perrette Souplex y Françcoise Dorin. 'Zizou' será la responsable de la sensacional puesta en escena de Brel en Olimpia de París, el punto de inflexión de la carrera del belga y su consagración como compositor, como cantante esencial, eterno.

Jacques Brel vivirá, amará y se entregará vehemente a ella durante todo un lustro. Cinco años repletos de intrigas, de encuentros y desencuentros con Suzanne. Un amor prohibido, loco, apasionado, extraño, entre la intelectualidad triunfante de los últimos años 50 en París. Maravillosos años con la 'bonheur' de la bohemia inteligente de la capital gala. El amor poco racional y físico de la pareja no es como la pasión desenfrenada y el suicidio como un 'souflee' de su relación anterior, con la otra famosa amante, Catherine Sauvage. Esta vez, la historia melodramática va en serio.


El problema fue que Brel acabó como un cobarde. Al final, se comportó como muchos hombres melindrosos y poco fiables que se resisten a abandonar a su esposa y que se agarran al decimonónico estado de presumir de esposa y querida'. Es decir, preservar a la comprensiva Miche, Therese Michielsen, con la que tiene tres hijos.

Todo comenzó en ese verano del año 1955, doce meses que someten a Brel a una presión insoportable. Por fin, pudo trasladar a su familia a París, ya que Miche e hijos, hasta ese año, seguían viviendo en Bruselas. Jacques consigue un piso en el suburbio Montreuil-sous-Bois, en la curiosa calle llamada Moulin.


Fue justo unos días después cuando conoce a 'Zizou', porque va de gira con ella y su grupo Les Filles a Papa. El belga tiene que buscar grandes coartadas personales para disimular a su amante. A Brel le salva la fidelidad y las mentiras que fabrica Georges Pasquier, al que Jacques llama 'Jojo', su mánager, su amigo personal e incluso su chófer. A los dos años de la relación intensa y apasionada, ante la presión de 'Zizou' y las mentiras continuas, mete a Miche y a sus hijos en un coche y los hace regresar a Bruselas, mientras que él alquila la "habitación del amor" con Zizou, en un apartamento de la Plaza Clichy.





Días de giras, de breves encuentros, suplicios de fiebre sexual y amorosa con 'Zizou', que acaban con el impacto del embarazo de Zizou. El destino final de una relación mentirosa y cautiva. Al final, se trata de una pésima relación en que ambos han jugado el papel de amantes patéticos. En fin, un mundo de loco sufrimiento con el destino fatal de una canción.

Brel se porta como un cobarde. Se esconde de 'Zizou', de su gran amor, de ella. Jacques se mete debajo de las piedras como un vulgar marido con querida. Brel soporta un gran altercado con 'Zizou' y, finalmente, le reconoce que se niega a reconocer que es el padre, el verdadero responsable del "embarazo" de Suzanne. Loca de ira, de frustración, 'Zizou' le amenaza con demandarle ante los tribunales y a la opinión pública. Brel, entonces, se refugia en su Miche. La historia acaba mal, pero Brel incluso se aprovecha de ello para crear la más terrible canción de amor de la historia 'Ne me quitte pas'. Un "no me dejes" que tenía absolutamente perdido por su comportamiento con 'Zizou'.

Musicalmente, aunque lo negara, Brel se aprovecha de los acordes y la postura melódica de la maravillosa 'Rapsodia Húngara número 6' de Franz List. Naturalmente, el encuentro con el excelente músico Françcois Rauber es decisivo. Lo había conocido en 1956, en Grenoble. Brel podía componer melodías con letras repletas de pensamiento y emociones, pero necesitaban los acordes, los arreglos justos. Hay un Brel antes y después de Rauber, por asumir Brel la habilidad de este pianista clásico.




'Ne me quitte pas' sufre varias transformaciones antes de que Brel la grabara definitivamente. Primero maqueta y estabiliza una primera versión y se la ofrece a Janine de Waleyne, una cantante maravillosa , que incluso haría revolucionaria su versión, tocando con las ondas Martenot, el principio complejo de los sintetizadores actuales. Finalmente, es la bella cantante Simone Langlois la que canta y graba antes que nadie 'Ne me quitte pas'.

No mucho después, el 11 de septiembre de 1959, cuando hacía meses que había perdido a 'Zizou' y a su posible hijo, Jacques Brel graba su versión definitiva de 'Ne me quitte pas', que ni mucho menos fue un gran éxito en su arranque discográfico. El tema se encuentra en el cuarto álbum del cantante belga, llamado 'Le valse a Mille Temps', su época clasicista y, por fin, su mejor álbum, aparecido en el sello Philips, en septiembre de 1959. Es el álbum en que también se encuentra la respuesta de su amor con 'Zizou', en el reclamo musical de una canción magnífica como es 'Je t'aime'.

Un año más tarde, el 13 de abril, Brel graba su versión de 'Ne me quitte pas' en el idioma flamenco, un guiño nacionalista a su paisanaje belga. 'Ne me quitte pas' se transforma en

Edith Piaf habló muy mal de Brel, a propósito de la canción, porque conocía bien los entresijos de la historia de 'amour fou'. Pero sugería que Brel no se debía haber humillado tanto en la letra. Decía que 'Ne me quitte pas' era un himno a cómo se venden los hombres por el amor y hasta dónde puede humillarse por el amor a una mujer. Comprendía también perfectamente cómo las mujeres se embarazaban sentimentalmente con 'Ne me quitte pas', ya que se traduce como una oda a la humillación masculina y machista. En realidad, es el purgatorio o el infierno que paga Brel por haber hecho lo que había hecho con 'Zizou'.

Ne me quitte pas" es una canción desesperada, de ruptura trágica, de la desesperanza , del abatimiento de un hombre cobarde. Una especie de agonía mental que precede a una muerte sentimental.




Los acordes musicales son bellos, maravillosos. Marc Robin, un escritor francés que ha desentrañado muchas de las historias de la propia canción, sostiene que hay frases que sugieren al "perro" de Dostoievski ("haz de mí tu cosa, tu perro"), pero también sugiere que hay retazos de García Lorca, con las ideas del tesoro perdido, del agua de la realeza y, por supuesto, la imagen servil de un Brel como un perro.

Hasta la fecha, hay más de mil versiones de la canción, sometidas muchas de ellas al peaje literario en inglés del habilidoso y a, veces genial, Rod Mc Kuen, que transformó 'Ne me quitte pas' en 'If you go away'. Me encantan las versiones de Dusty Springfield y Barbra Streissand. Pero sin duda, me quedo con la apología maravillosa de la versión de Scott Walker, un gran devoto personal de Brel, como tantos. En francés, la versión de Juliette Greco es inconmensurable. Horrible, horrible, la versión de Miguel Bosé, en su álbum de versiones 'Once maneras de ponerse un sombrero'.

De alguna manera, Brel siempre odió la canción, porque era la palpable definición de su infierno de su propia penitencia por el dolor atribuido a Suzanne. Brel siempre la consideró como la catarsis de sus pecados con la gran amante de su vida. 'Ne me quitte pas' siempre le ha perseguido como una mujer ofendida, como una mujer irritada que triunfa sobre un hombre humillado.


Jacques Brel sólo tenía 49 años cuando murió de embolia pulmonar, castigado como penitente fumador. No quiso verse enterrado ni en Bruselas ni en París. Conocía donde estaba enterrado su pintor favorito, Paul Gauguin. Así que allí quiso que lo enterraran. Sus restos gozan de la felicidad de la Polinesia francesa, en el Cementerio del Calvario, en Atuona , al sur de la isla Hiva Oa de las fabulosas Marquesas. A pocos metros, está Gauguin. Finalmente, 'Zizou' se llevó a la tumba 'Ne me quitte pas' en 1992. Murió de cáncer, con 60 años. Está enterrada en París. Suzanne Grabiello siempre será la eterna "dulce locura" de Jacques, el extraterrestre belga.



Autor del artículo: Julián Ruiz. El Mundo.

Marzo, 2014


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