La canción empezó como un juego y terminó traducida al inglés, italiano, portugués y serbio. La cantó Jennifer López en los Grammy y tuvo versión punk. Secretos de un tema histórico de la música hispanoparlante.
Máquina del tiempo. Destino: 1981.
Si aterrizamos, el Ministro de Economía argentino, Lorenzo Sigaut, nos dirá: "El que apuesta al dólar, pierde".
Si vamos al cine podremos ver a Atahualpa Yupanqui en "Mire qué lindo es mi país".
El teatro Picadero está por ser incendiado. Los niños enloquecen cuando suenan Los Parchís, pero toda inocencia se muere en un marco de oscuridad: desde el exterior, Amnesty International afirma tener miles de casos registrados de desaparecidos en la Argentina. En Monserrat, un muchacho barbudo se abstrae de todo y escribe una línea: "Vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa y pega la vuelta".
"El barba" se llama Joaquín, tiene poco más de 20 años y una hermana que canta como los dioses, pero que sueña con ser actriz, Lucía. Él ya ha formado parte del grupo "Claro de luna" (después Luna de cristal), emulando a Bee Gees y Electric Light Orchestra, pero su madre, María Engracia, le dice que no quiere morir sin verlos formar un dúo. Con Lucía apenas hacen zapadas caseras y se atreven a canciones de Sui Generis en dupla.
La inspiración de Joaquín es como un tsunami que no avisa y, como poseído por una fuerza extraña, agrega en su cuaderno otra línea: "Jamás te pude comprender". Es una tarde otoñal en Salta y México y el músico ve llegar a su hermana. Le pide que repita unas frases sueltas, que lo siga con la guitarra. Ella, que todo lo teatraliza, juega como en un sketch.
-¿Quién es?
-Soy yo...
-¿Qué vienes a buscar?
-A ti.
-Ya es tarde
-¿Por qué?
-Porque ahora soy yo la que quiere estar sin ti...
Así, sin darse cuenta, Lucía y Joaquín fundaban un género y un capítulo de la historia de la música hispanoparlante.
"Esa fue la punta de un ovillo. Nos empezamos a reír, nos gustó la canción y al otro día le pedimos al profesor de teatro de ella, Luis, que viniera a vernos. Pusimos veladores, empezó como a dirigirnos", cuenta Joaquín Galán versión 2020. "Más tarde pedimos a 7 u 8 chicos que vinieran a casa como público. Se divertían como si fuera una serie de Netflix. Ahí sentí que había algo, que se trataba de algo distinto. Y se la cantamos a mi vieja".
Una tarde para escribir, dos días para terminar de darle forma al hit, casi 40 años de esas rimas dando vueltas por el mundo. "Olvídame y pega la vuelta" fue la banda con la que Jennifer Lopez se crió en el Bronx y con la que homenajeó a los Pimpinela en los Grammy 2016, en Las Vegas, junto a Marc Anthony. El recontrahit tuvo su versión serbia, inglesa, portuguesa e italiana.
En los Estados Unidos se llamó "Get out of my life, now". En Brasil, "Siga seu rumo". En Italia hubo que modificar toda la frase: "Ti puoi scordare per sempre di me". En Serbia se bautizó "Ljubav po sebi je greh".
El éxito fue arrollador, en una era en la que un tema no viajaba a la velocidad de Internet de una nación a otra. Viral antes de la viralización digital, cuando se hablaba de Long Play o elepé. Pero claro, no fue en 1981 que ese temazo fue publicado. Cuenta la leyenda que Joaquín lo guardó, como a tantas canciones que escribía. Ese año el dúo debutó con el lanzamiento del disco "Las primeras golondrinas", que tenía una canción llamada de modo parecido, "Vete y no vuelvas".
¿Por qué "vete" en un país como la Argentina? ¿Por qué no "andate", que hubiera sido menos dramático y telenovelesco?
Galán lo explica en detalle: "A esa altura habíamos hecho seis viajes a España con nuestra familia. Como buenos asturianos, en casa se juntaba para poder hacer el viaje en barco, más barato que el avión, y así visitar a los paisanos. Pasábamos casi seis meses allá. Nuestra forma de hablar era así. Mamá tenía una forma perfecta de dicción. Yo amaba el modo de componer mediterráneo de Manuel Alejandro".
Joaquín no deja pasar detalle: "Teníamos hasta un uso del yo distinto. "No pronunciábamos "sho", sino "ió". Por eso, algunos, en los comienzos, nos creían españoles".
El hit que Joaquín no vio venir
Para 1981, el año de fuego, Joaquín era estudiante de la Universidad del Salvador. Cursaba ciencias económicas. "Me había casado, hacía poco trabajaba en la Municipalidad, pero estaba convencido de que iba a vivir de la música", se ríe hoy el señor que compuso más de 300 temas para el dúo.
"Una vez que escribí el tema, fuimos al casamiento de un primo y le pregunté a mis familiares españoles: no tenían ni la más pálida idea de lo que significaba 'pega la vuelta'. Eso me hizo dudar de esa frase, pero después me pareció hermoso que no entendieran el modismo".
Llegó la decisión del dúo, llegó el padrinazgo artístico de Luis Aguilé, y llegó el turno de elegir un nombre. Pudieron haberse llamado "Joa y Lu", "Lu y Joa", "Joalu", "Lujo". Eligieron el nombre de una flor. Abrieron un libro de botánica, la foto de una flor delicada se les apareció y ante la sonoridad de la palabra no hubo duda.
Así, la dupla inició un camino "de mosca blanca", que al principio "ciertos medios menospreciaban". "Olvídame y pega la vuelta" quedó en un cajón, a la espera.
Recién en 1982, con el segundo álbum, alguien zamarreó a los Pimpinela: tenían una gema y entre tantos hits no se habían percatado. Fue Vicente Sardelich, director de la compañía CSB, que les advirtió que "Olvídame" tenía destino de single.
Los Pimpinela cantaron por primera vez masivamente en el Coliseo. 1.500 personas demostraron que el éxtasis recién empezaba. Un buen día Joaquín encaró a los empleados de la agencia que los representaba:
-Tenemos que alquilar Obras Sanitarias.
-¿Obras? ¡Usted no hacen rock, pibe! Estás loco.
"Pimpi" terminó explotando Obras, en dos funciones. El público deliraba por ver a esos hermanos que en escena se comportaban como pareja, que entrelazaban el arte dramático con lo musical y rompían moldes desde la confrontación.
Lucia y Joaquín, en sus comienzos.
Olvídame y pega la vuelta tuvo un recorrido de película. Fue adoptada por el estadounidense Ray Conniff en 1984, reversionada en Cuba como salsa, y hasta tuvo su versión punk en 2004, con la banda española Pignoise. Hoy es boom en Tik Tok entre niños y adolescentes.
"Ïbamos a Miami o a Venezuela sólo para cantar ese tema", recuerda Joaquín, en el fondo alma rockera, quien alguna vez se encontró con Luis Alberto Spinetta a la salida de Canal 13 y no hizo más que recibir elogios de "El Flaco". Incluso Charly García los invitó alguna vez a grabar en su estudio, en Madrid.
El fenómeno parece no tener fin. Los Pimpinela entonaron la bendita letra hasta en Marruecos, "de un lado sentados los hombres, del otro las mujeres", rememora Galán, que considera que "no se trata de la canción más importante del dúo, pero sí la que le dio identidad, el Leitmotiv".
Reina de los karaokes, Olvídame sigue su derrotero, con perreo incluido en formato de reggaeton, como bachata, como deformación para bailar zumba, como parodia de pop coreano. No hay techo, no hay fin para esta obra que sonó en el Madison Square Garden y que siempre será la oda al despecho con mayor exportación mundial. El producto invisible que le ganó a nuestro negocio de la carne y de la soja.
Engracia y Joaquín, los padres de Los Pimpinela.
"Todo arrancó para contentar a mamá", confiesa sobre el final Joaquín, que llora la muerte de Engracia, pero celebra a la "autora material" de Pimpinela: Engracia, creadora de todo ese imperio, había llegado desde el Puerto de Vigo, siguiendo a su prometido, después de cuatro años de amor por carta. Bajó en Buenos Aires el 26 de julio de 1952, el día que murió Eva Perón. A pesar del luto general, de los vestidos negros, ella vio el horizonte claro. Tenía un presentimiento de los buenos. La clave era no olvidar y, alguna vez, pegar la vuelta.
Fuente: Periódico Clarín. Por Marina Zucchi.
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