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Foto del escritorShayra

Benny Moré, nombre artístico de Bartolomé Maximiliano Moré Gutiérrez, nació un 24 de agosto de 1919

Actualizado: 24 ago 2023

En el barrio Pueblo Nuevo del poblado de Santa Isabel de las Lajas, perteneciente a la provincia de Cienfuegos, nace, a las 7:00 AM, el octavo mes del 1919, Benny Moré.

Sus padres se llamaban Virginia Moré y Silvestre Gutiérrez; Benny fue el mayor de 18 hermanos. Su apellido Moré provenía de Ta Ramón Gundo Moré (esclavo del Conde Moré), quien según la tradición de los congos, fue su primer rey en Santa Isabel de las Lajas. Su padre no le dio el apellido a ninguno de sus hijos.



La historia familiar contaba que el rey congo había establecido relaciones amorosas con la esclava Julia Moré, también propiedad del conde Moré, con la cual tuvo una hija también llamada Julia, que a su vez tuvo otra hija no reconocida por el padre de nombre Patricia e igualmente con el apellido Moré.

Al intimar ésta con un acaudalado español, nacieron cuatro hijas, también "bastardas", entre ellas Virginia Secundina Moré, madre de Bartolomé Maximiliano, tampoco reconocido por su progenitor. Con el valioso aval de tener como antepasado a figura tan ilustre como Ta Ramón Gundo Moré, primer rey que tuvo el Casino de los Congos la cofradía fundada en el siglo XIX por un grupo de negros Congos libertos, traídos mucho antes del África Central y Occidental, Bartolomé Maximiliano Moré recibiría de ellos un especial reconocimiento por la jerarquía de su origen familiar.

El que viniera de antepasados con ascendencia africana fue definitivo para la futura carrera de Benny en la música. No sólo aprendió a tocar los tambores de yuka, los de Makuta y Bembé, invocadores de deidades Orishas, con los cuales cantaba y bailaba a la perfección, sino también a interpretar el son, la guaracha y la rumba. Desde pequeño manifestó su gran vocación para la música, pues se pasaba todo el día tarareando una canción de moda o improvisando y dirigiendo conjuntos compuestos por machetes, bongoes hechos con latas de leche, guitarras fabricadas con una tabla y clavos con las cuerdas de hilo de coser, dos palitos a manera de claves, etcétera. Ya a los diez años de edad «rallaba» un tres «de verdad» que le habían prestado, con el cual se escapaba de su madre a las fiestas cercanas a su casa.

Siempre se le podía hallar de pie sobre una mesa cantando y versando un son manigüero, rodeado de oyentes.




Benny tuvo una vida complicada, pero estaba dispuesto a todo para lograr sus sueños de triunfo. Con casi veinte años de edad, en 1940, Bartolomé se despidió de su madre en el Hotel Ritz del Central Vertientes, donde ella trabajaba y viajó escondido en un tren y en un camión, a la Ciudad de La Habana. Iba definitivamente a probar fortuna.


Desde entonces se le vería por el célebre barrio de Belén, con una guitarra adquirida en una casa de empeños, vagando por cafés, bares, hoteles, restaurantes, y hasta prostíbulos. Ese mismo año le dijo a su primo, compañero de descargas y guateques: “Me quedo en La Habana, aquí me levanto o me hundo”. A partir de entonces comenzó la saga de las descargas por los bares de la avenida del puerto. Una vez recordando esos tiempos confesó: “Me lancé a la calle con una guitarra al hombro a cantarle a los turistas. No me avergüenzo de ello; Carlos Gardel también lo hizo en la Argentina y es el Rey del Tango”.

En la emisora CMQ, por esos años, comenzó a radiarse la Corte Suprema del Arte. Moré se presentó a aquel programa que animaban Germán Pinelli y José Antonio Alonso. Después de presentarlo y al momento de iniciar su presentación, le tocaron la campana. En una segunda ocasión ganó el primer premio.

Poseedor de una voz fresca, de hermoso timbre, sensual y evocadora, de campesino negro, Bartolo seguía cantando con toda la fuerza interior que le reclamaban los ritmos cubanos.


En una de sus correrías, Siro Rodríguez, integrante del famoso Trío Matamoros, lo escuchó cantar en el bar del restaurante El Templete de la Avenida del Puerto y quedó muy impresionado por la voz y afinación del muchacho. La entrada de Bartolomé al conjunto de Miguel Matamoros se puede considerar su verdadero debut como cantante profesional, pues con dicha agrupación tuvo por primera vez un trabajo estable como músico y realizó sus primeras grabaciones en discos de 78 revoluciones por minuto.

Benny sabía que tenía una voz, un aché (suerte) y un destino. Quizás lo presintió, lo intuyó, o simplemente confiaba en su triunfo. Cuando comenzó con Miguel Matamoros y su conjunto, ya quería hacer cambios en el piquete. En México, cuando enfermó Miguel, pudo dirigir el conjunto, tomó el mando y puso a gozar a los que frecuentaban el cabaret El Patio.


Cuando terminó el contrato, el conjunto Matamoros retorna a La Habana, pero sin Bartolomé, quien decide probar fortuna solo en México. Al comunicarle su decisión al famoso autor del son El que siembra su maíz, Miguel Matamoros le respondería: “Está muy bien, pero tienes que cambiarte el nombre de Bartolo, que es muy feo. Con él no vas a ir a ninguna parte. Tiene usted razón le contestó Bartolo, desde hoy me llamaré Benny, sí, Benny Moré”.


Película sobre la vida de Benny Moré: El Benny


Después de cantar con varias orquestas de empuje en México, Benny empezó a colaborar con la banda más famosa del siglo XX: Pérez Prado y el mambo cubano.

Con este encuentro se unieron dos genios: en Benny Moré estaban el talento y la intuición natural; en Pérez Prado, además de todo eso, el dominio de la técnica y una enorme facilidad para hacer música.

Con Pérez Prado, Benny conquistó al noble pueblo azteca en giras por distintos estados del país. Debido al éxito alcanzado por el Benny, el pueblo le otorgó el título de «Príncipe del mambo» y a Pérez Prado el de «Rey del mambo». Es entonces cuando inicia su ascenso internacional.

Ya por esa época la voz de Benny era conocida en Panamá, Colombia, Brasil, Puerto Rico, Haití, Venezuela, y desde luego, en su natal Cuba. En el alegre mundo de la vida nocturna de Ciudad México, el cantante cubano actuó en infinidad de teatros, como el Margo, el Blanquita, el Folliers y el Cabaret Waikiki, alternando con artistas de tanto renombre como la legendaria vedette Yolanda Montes (Tongolele), la mexicana Toña la Negra, y el destacado pianista y compositor cubano Juan Bruno Tarraza, de quien Benny cantó el bolero Ya son las doce. También participó en muchas películas.


La nostalgia por su familia, por sus amigos y por la patria, y el deseo de obtener laureles en su isla, donde consideraba que no era conocido lo suficiente, le hicieron regresar a su Lajas querida a finales del año 50. El sonero mayor se encontraba definitivamente en Cuba; había dejado atrás comodidades, satisfacciones materiales y espirituales, amigos y hasta amores.

Foto tomada en mi viaje a Cuba, febrero, 2020


Durante los siguientes dos años actuó por contrato para un programa llamado «De fiesta con Bacardí», con la orquesta de Mariano Mercerón, y los cantantes Fernando Álvarez y Pacho Alonso y que salía al aire por la Cadena Oriental de Radio.

Como Benny Moré era artista exclusivo de la RCA Víctor, esta firma reclamó su presencia en La Habana para hacer distintas grabaciones. Para cumplir con este compromiso, daba viajes alternos a La Habana y así mantenía también su compromiso con la radio. Finalizado el compromiso en la Casa Bacardí y el maestro Mercerón, en 1952 Benny Moré regresó a La Habana.


Contratado por la popular emisora Radio Progreso, la que con justicia llamaban “Onda de la Alegría”, Benny se hace acompañar por la orquesta de Ernesto Duarte, una de las mejores agrupaciones existentes en aquellos años. En estas transmisiones diarias en vivo y con público que colmaba el estudio–teatro de la planta, era donde se podía entender la genuina identificación del artista con su pueblo.

Foto tomada en septiembre, 2018


Era tan admirado por el pueblo, que cuando Benny cantaba en el Centro Gallego de la capital, se desbordaban las aceras y los jardines del Capitolio Nacional para escucharlo. Debido a su sensibilidad musical, Benny Moré podía abarcar en sus canciones todos los matices. De hecho, sus grandes cualidades más su afán de dar al pueblo lo mejor de su arte y de sí, desarrollaron en él ese cantante completo que interpretaba a la perfección con dominio absoluto las combinaciones armónicas y formas musicales.


A principios de 1953, a Benny Moré le ofrecieron grabar para la firma discográfica cubana Panart, acompañado por la ya famosa Sonora Matancera. Se negó y decidió formar su propia orquesta: Banda Gigante, su querida “tribu", como la llamaba, para luchar por la música cubana. Aquí comienza la leyenda. Se llega a presentar en el cabaret Tropicana, en Montmartre, en el Palladium de New York, en los premios Óscar de Hollywood, en carnavales de países latinoamericanos y por numerosos pueblos de Cuba, donde se convierte en el artista más reclamado de Cuba. Lo mismo daba un bailable en un cabaret lujoso que una descarga callejera. No era un hombre ambicioso. En su época nunca se le rindieron homenajes, ni lo condecoraron con ninguna medalla; y no podía imaginar que quedaría en la historia como el símbolo de la música cubana.


Con su banda canta sus boleros, guarachas, sones montunos, en su estilo único y se sitúa en la cima de nuestros cantantes populares. Fue una novedad y de la noche a la mañana salen los discos... Se venden en Haití, República Dominicana, Venezuela y por supuesto en Cuba. Los años 1954 y 1955 marcaron la gran popularidad de la orquesta de Benny Moré. Entre los años 1956 y 1957, realizó un periplo musical por países de América. Visita Venezuela, Jamaica, Haití, Colombia, Panamá, México y Estados Unidos siempre acompañado de su tribu, cuyos músicos lo adoraban por su nobleza, simpatía, sencillez y desinterés.

Compuesta por grandes como el cantante Fernando Álvarez, el trompetista Alfredo (Chocolate) Armenteros, el trombonista Generoso Jiménez y el batería Rolando Laserie, entre otros, la Banda del Sonero Mayor sonaba a tradición folclórica, a Cuba.


El éxito del Benny llegó a la cúspide. Temas como Te quedarás, Mata Siguaraya, ¡Oh vida!, Hoy como ayer, Camarera de mi amor, Qué bueno baila usted, entre otras, se popularizaron entre sus seguidores inmortalizando su obra.

Por otra parte, el público sabía reconocerlo por su vestuario, siempre de chaqueta hasta poco más de la mitad del muslo y pantalones anchos con tirantes, su sombrero y su bastón.


Pacho Alonso, la Lupe y Benny Moré en 1959. Fuente: Santos / Wikimedia


El Benny subió por última vez a un escenario el 16 de febrero de 1963, en el pueblo de Palmira, Las Villas, acompañado por su “querida tribu”, La Banda Gigante.

Polifacético, de voz sensual, melancólica y apasionada, conocido por llegar tarde o no llegar, esta estrella del siglo murió con 43 años, el 19 de febrero de 1963.





Fuentes: Todo Cuba, Cuba Hora y EcuRed


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