Varias veces he hecho la historia de la canción que compuse, no recuerdo si a bordo del motopesquero “Playa Girón” o del buque madre “Océano Pacífico”. Yo era un hombre con 23 años, acabaditos de cumplir, que ya llevaba dos largos meses en alta mar, saltando de barco en barco para ofrecerles mis trovas iniciales a los sacrificados pescadores, la mayoría tan jóvenes o más que yo, gente que pasaba meses y meses trabajando, lejos de sus familias y demás bondades de la tierra.
Fuera de aquella función cardinal, causa principal de mi embarque, lo único que hacía era leer, soportar mi memoria y preguntarle a la guitarra. Entre aquellos diálogos no pocas veces disparatados, iba y venía el recuerdo de una inteligente y bella camagüeyana que había conocido pocos años antes, cuando pasaba mi servicio militar: Emilia Sánchez. Ella, que cuando la conocí acababa de abandonar la carrera de medicina, terminó siendo poeta, filóloga, profesora, investigadora, autora de libros como uno hermoso que recuerdo sobre Emilio Ballagas. Ya desde aquellos tiempos se le notaba la inclinación por las letras, porque leía mucha literatura que, además, me recomendaba.
Pienso que las canciones para lo que sirven es para acompañar y que, en esa misión, hay mucho de lo que aporta quien las adopta y lleva consigo. Cuando decidimos que algo nos acompañe es porque descubrimos al menos un destello de identidad, porque encontramos claves que nos descifran zonas de nosotros mismos y porque, a veces sin darnos cuenta, también vamos modelando aquello que escogimos para que se nos parezca, como un pedacito de espejo que se encuentra y que, aunque no nos veamos completos, al menos vemos parte y nos imaginamos lo demás. Es un misterio, una extraña virtud de las canciones todo lo que puede desencadenar en cada receptor; porque, como se suele decir, “cada persona es un mundo”.
Por eso no me asombra y mucho menos me disgusta lo que cada cual piense de una canción aparentemente tan misteriosa como "Ojalá", que, permítanme decirles, para mí y para quien fue hecha no tiene nada de misterio. Y es que "Ojalá" es una descripción de cosas puntuales que nos pasaron a aquella muchacha y a mí, las pocas veces que pudimos vernos cuando yo era un joven recluta, porque me daban muy pocos pases. Y lo que pueda parecer desprecio, era todo lo contrario, era sentirse fascinado por una persona a quien no podías ver todo cuanto querías, hasta el punto de desear que la muerte me llevara para no seguirme atormentando.
Me da un poco de vergüenza hablar de estas cosas (no quiero gratitudes, no las publicaré) porque me parecen innecesarias. Las únicas interpretaciones de "Ojalá" que considero insultantes, no a mí ni a la canción sino a la inteligencia, son las que pretenden vincular la canción con cuestiones políticas. Y es que son vulgarizaciones francamente bochornosas. Es como entresacar una línea del contexto y decir: ah, esto puede querer decir tal cosa, así que vamos a usarlo. Es pedestre. Es brutal.
Silvio Rodríguez Domínguez
Me Encanta Ésa Canción de Silvio. Todas en Algún Momento de Nuestras Vidas, Deseamos Cantar "Ojalá ".