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Foto del escritorShayra

Transcripción de la carta de Silvio a Velia. Del libro "Aprendiz de brujo" de Eduardo Valtierra




La Habana, abril 1969


Velia,

Hoy es la primera noche que no te veo. Hoy, también, me desperté cuando ya estabas en tu casa. Esto me hizo sentirme raro. Era como haberte perdido durante el sueño. Me había acostado tarde, muy tarde; parece que quería aguantar la noche o algo así. En fin, que era difícil, tú lo sabes.


Me hubiera gustado besarte de nuevo, o, en realidad, besarte la última vez que lo hiciera. Lo del Malecón no fue un beso. Fue la cristalización de un pensamiento, de un deseo y no sé algo así como una península del sueño breve. No te besé por la gente - ¿te fijas que están en todas partes reprimiendo?-; subían y bajaban por aquel ascensor del demonio y me llevé la rabia. Repetirte que [borrón] ahora quisiera repetir el momentito aquel en que me pediste la mano, sobra. Quisiera que siempre fuera ese momento.


Aun cuando no estás no estoy vaciado. No es común; me parece como si se hubiese edificado algo grande [borrón] – pese al tiempo - pero sólido. Creo que ha sido bueno, que nos ha notado, que nos ha hecho mejores a los dos. Hay algo que me revuelve la imagen para el recuerdo que quisiste dejarme cuando viste que me contrariaba el lunes que venía la despedida. Ahora no puedo recordarte sin saber que no estás a gusto dentro de esa sociedad que se desmorona, dentro de esa caricatura de comunidad en que te ha tocado vivir. Esto me altera, quisiera saltar allá –cuento de hadas- con yelmo y todo y rescatarte o hacer [ilegible] vivir despierto, tú lo sabes. Ahora lo importante es que me recibas a través de cada palabra, de cada frase; que en cada momento me sientas tendido hacia ti, presente en las pocas sonrisas verdaderas y en todas las hieles.


Ahora lo importante es que no olvides lo que viste, que no te dejes hipnotizar por la rutina, que cada trampa del medio y los prejuicios se conviertan en un acicate para tu rebeldía [ilegible] que cuando te vayas a dormir pegues un grito y des un golpe, uno solo certero que te saque de lo cotidiano.


Tienes que aprender a ver en cada gente, en cada acto, en cada cine, periódico, revista, fiesta, día de clases, un enemigo agazapado, un enemigo involuntario, pero no menos peligroso por esto. Tienes que saber que en tu casa todo conspira contra tu verdadera independencia, contra tu futuro, contra que te encuentres un día y te puedas [ilegible].


No estás sola. Tienes mi país, su recuerdo como posibilidad real de hacer un mundo más justo y completo; tienes los recuerdos de Isla de Pinos, de aquellos muchachos metálicos que están estrellando el pasado contra el suelo que siembran. Tienes la tenacidad y la esperanza de todos los jóvenes que conociste aquí, las altas canciones de Vicente y Noel, las denuncias de Pablo, los ruidos de vida de Pancho y Yoyi y todas las noches que pudimos ver el amanecer sonriendo. Tienes el intento de puente de mis palabras. Me tienes a mí, que te sigo buscando.


No quiero entristecerte con esto; no quiero que relaciones mis cartas con alguna desgarradura; no pienses en mí y en los planes delirantes [ilegible] siempre dialogando [ilegible] mojándome y dejándote mojar con aquella hermosa comunicación, con algo profundo como tus ojos que noté distintos -¿recuerdas?-, con algo sabio y sólido como todas las palabras de Teté.


Cuando me fui aquella noche estaba asfixiado, chato como una tapa vieja; lleno de ruidos, sin salida, de signos hermosos pero estériles. Me di cuenta de que tenía que ver aTeté, que tenía que correr a su casa. Llegaremos Vicente, Isabel y yo y allí, nos tendimos cada uno a una suerte. Yo casi no hablé y Teté me encontró mal. Entonces fue cuando dijo que a mí me tumbaba mi alma, que me tenía miedo desde siempre porque ella sabía que yo podía morir con sólo decidirlo. Me estremeció y he estado pensando mucho tiempo. Cuando nos íbamos se adelantó conmigo y me dijo “¿Qué?, te duele México, ¿no?”. Como ves, esta mujer me desviste cada vez que le da la gana y no pude hacer menos que sonreírme. Des… [ilegible] de mi madre e hice la canción. Una canción que voy a incluir en el disco pequeño que estoy haciendo. Se llama [palabra borrada]. “De la ausencia y de ti, Velia”. En cuanto esté el disco, te lo envío. Si no está antes de que vengas, te lo daré en la mano, en agosto, ese mes que he comenzado a esperar desde anoche.


No dejes de ser fuerte con Leticia. Ella vale. Procura hacer que vaya al médico y que no cometa el disparate de casarse o sucumbir con cualquier otro compromiso que la invalide. Dale ánimos y fuerzas; transmítele tus firmezas, tus ideas.

En cuanto a ti, creo que es mejor no seguirte hablando por esta vez. Nunca terminaría de decirle cosas que quizá se convirtieran en monótonas de continuar. Cuando me quieras ver, asómate a cualquier palabra que te guste, a cualquier canción que recuerdes, al dibujo que tienes sobre el infinito o al pequeño regalo que te hice aquella noche en el Malecón y que puedes ver desde cualquier ventana abierta. Cuando me quieras tocar, no cierres los ojos, ábrelos más que nunca y auscúltate, revisa que todo está en su puesto y que eres tú quien decide tus pasos.


Aquí tienes el texto de tu canción. [ilegible] y está gustando. Me hubiese complacido [palabra tachada] que fueras la primera persona en escucharla. En fin, que te mando un besote del tamaño de lo que quiero verte y un abrazo a Lety. No dejes de desear venir, por favor.




He aquí un documento audiovisual de Esperanza Casanoves, cuyo cumpleaños coincide con el del maestro: una esta entrevista a Velia (en dos partes), la artista mexicana que enamoró a Silvio en el año 1969, un amor platónico del que nació esta bella canción.




Anédocta de Diego, hijo de Velia.

Íbamos en el carro a un concierto de Pablo Milanés y en la bola iba un cuate chileno, bueno, yo jamás lo había conocido ni nada y, no sé, empezamos a platicar un poco ahí, de Cuba, de socialismo, de muchas cosas, hasta que, en cierto momento, salió Silvio Rodríguez al tema y resultó ser que este cuate era un fervoroso admirador de él y, pues, yo no dije nada, me quedé callado, y de repente él dice: "¡Sí, qué maravilla de canciones!, pero "Ojalá" se está comercializando mucho, lo mismo que "Playa Girón"; en cambio, hay canciones padrísimas, y hay una que muy poca gente tiene acceso a ella, es bellísima; además, es la que más me gusta: "De la ausencia y de ti". Entonces le corregí: Sí, "De la ausencia y de ti, Velia".


El cuate se quedó así, como callado, y dice: "Sí, sí, ¡es buenísima!". Y de la nada me salió: "Es mi madre", y el cuate siguió platicando no sé qué, y ya, como treinta segundos después, se queda callado y me dice: "¡¿Perdón?!" [risas]. ¡¡¡¿Qué??!!!. "Esteeee, sí, es mi mamá". Pero los demás tampoco lo sabían, o sea, ¡hiccc!, el que iba manejando frenó en seco el coche. "Sí, dije, sí, es mi madre!". Y les conté así, que mi madre había ido a Cuba y había co-que-tea-do con Silvio [risas]. Y, pues, el pobre chavo no lo podía creer, estaba así todo ido; no lo podía creer, estaba conmocionado y dijo: "¡Aaah!, tengo que conocer a tu mamá!". Y le dije: "Pues no es nada especial".


De la ausencia y de ti, Velia

(Silvio Rodríguez)

Ahora sólo me queda

buscarme de amante

la respiración.

No mirar a los mapas,

seguir en mí mismo,

no andar ciertas calles,

olvidar que fue mío

una vez cierto libro.

O hacer la canción.

Y decirte que todo esta igual:

la ciudad, los amigos y el mar,

esperando por ti.

Sigo yendo a Teté

semana tras semana

¿te acuerdas de allá?

Hoy habló de fusiles

despidiendo muertos.

Yo sé que ella me ama,

es por eso tal vez

que te siento en su sala,

aunque ahora no estás.

Y se siente en la conversación,

o será que tengo la impresión,

de la ausencia y de ti.

No quisiera un fracaso

en el sabio delito

que es recordar,

ni en el inevitable

defecto que es

la nostalgia de cosas

pequeñas y tontas

como en el tumulto

pisarte los pies.

Y reír y reír y reír,

madrugadas sin ir a dormir...

Sí, es distinto sin ti.

Muy distinto sin ti.

Las ideas son balas

hoy día y no puedo

usar flores por ti.

Hoy quisiera ser viejo

y muy sabio

y poderte decir

lo que aquí

no he podido decirte:

hablar como un árbol

con mi sombra hacia ti.

Como un libro salvado del mar,

como un muerto que aprende a besar,

para ti, para ti,

para ti, para ti.


(1969)




Gracias, Eduardo Escaramujo. Gracias, Espe. Y felicidades, mi valenciana querida.

2741 visualizaciones2 comentarios

2 Comments


hectorpins
Aug 01, 2022

Shayra, gracias totales por esto! Que Dios te bendiga (mas allá que creas o no) Que te bendiga igual! Buena vida y nuevamente GRACIAS!

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Shayra
Shayra
Aug 02, 2022
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Muchas gracias por leer y por tan lindo saludo. Un abrazo.

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