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Foto del escritorShayra

¿Qué comían los 'mambises' cubanos hace más de cien años? ¡A buen hambre no hay pan duro!

La palabra mambí viene asociada a Juan Ethnnius Mamby "Eutimio Mambí", oficial negro que desertó del bando español; un líder que luego peleó contra los españoles en República Dominicana, quince años antes del inicio de la Guerra de los Diez Años en Cuba.

El término mambises (mambí, en singular) se utiliza para referirse a los guerrilleros independentistas dominicanos, cubanos y filipinos que, en el siglo XIX, participaron en las guerras restauradoras de República Dominicana y por la independencia de Cuba y las Filipinas.


La Guerra de los Diez Años, Guerra del 68 o Guerra Grande (1868-1878), también conocida en España como Guerra de Cuba, fue la primera de las tres guerras cubanas de independencia contra las fuerzas coloniales españolas. La guerra comenzó con el Grito de Yara, en la noche del 9 al 10 de octubre de 1868, en la finca La Demajagua, en Manzanillo, que pertenecía a Carlos Manuel de Céspedes.


Conseguir los abastecimientos adecuados durante esta guerra en Cuba era muy complicado y difícil, fundamentalmente por la carencia de carne vacuna en las zonas de combate.

Por esta razón, los soldados se veían obligados a sacrificar sus propios caballos o a comer almiquíes (mamíferos insectívoros en peligro de extinción oriundos de Cuba, que viven en los bosques y se alimentan, también, de insectos y frutas) y majás (culebras no venenosa de color amarillento, con manchas y pintas de color pardo rojizo, que crecen hasta 4m de longitud y 25 cm de diámetro).


Cocinar era un asunto complicado. Dicen que en una ocasión, los mambises de un campamento en Las Villas utilizaron cuatro campanas como ollas.


El pan, la galleta, el azúcar, el café y la sal se volvieron alimentos sumamente escasos. Cuando los panales de abejas escaseaban y aunque lo obtenido no era abundante, obtenían la miel del fruto de la guásima (árbol de de la familia de las malváceas, nativo de América tropical).


A falta de sal, emplearon ceniza de palma cana; mientras que para endulzar, usaron la miel y como café, hirvieron platanillo, cáscara de boniato y hasta palmiche.

Debido a la carencia de provisiones, las tropas consumían plantas silvestres.

El palmito crudo era preparado en ensalada; hervido era muy gustado por todos y constituyó gran parte de su alimentación. Se llegaron a utilizar como espesantes de las sopas las semillas de mamoncillo y tamarindo.


Contra el agotamiento y el cansancio extremo, tomaban agua caliente convertida en agua picante gracias el ají guaguao para, después de beberla, seguir adelante con marchas y combates.

El boniato fue una de las viandas salvadoras, tal como sucedió con la papa en Europa para las tropas napoleónicas.


Se confeccionaban platos heredados de la cocina taína utilizando la yuca como componente básico. En el menú se encontraba el casabe, la naiboa (especie de arepa de yuca), el yaré (masa de la yuca) y la catibía (una masa que se obtiene como resultado del rallado, prensado y amasado de la yuca.

La catibía es amarga al paladar. De ahí surge la frase popular “deja de comer catibía”, para referirse a abandonar lo malo o lo equivocado que se esté haciendo.


Los soldados cubanos fueron capaces de adaptarse a cualquier circunstancia porque “a buen hambre no hay pan duro”.





Fuentes: Directorio cubano, Tuasaúde y Ciencias e historia.


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