Las buenas canciones se quedan en la memoria por encima de épocas y modas. Como le ocurre a la mismísima "Puerta de Alcalá", que ahí está viendo pasar el tiempo, con la vida circulando bajo su mirada. "Mírala mírala". Al futuro de las buenas canciones no parece afectarles el momento en que fueron compuestas.
Verdad de Perogrullo, pero viene a cuento decir que toda canción refleja, por activa o por pasiva, el momento en que fue compuesta: sean las vivencias íntimas de los compositores o letristas, las experiencias que vivieran en el monumento de su creación, si les iban holgadas las finanzas o si estaban componiendo sólo para salir de la penuria; o si estaban enamorados o deprimidos (a veces una cosa lleva a la otra, y casi todas las canciones del mundo hablan de amor o de desamor), sea su sensibilidad respecto a la coyuntura política o social… Igual que nos ocurre como receptores escuchantes: una canción se nos puede quedar pegada, entretejida para siempre en nuestras emociones, simplemente porque nos emocionó cuando la oímos, quizá a los 20 años y enamorados, o tal vez cuando acabábamos de ser abandonados… A cualquier edad.
En este doble disco de 1986, en el que Ana Belén y Víctor Manuel despliegan con generosidad su talento, su gracia y su compromiso, destaca con letras de molde la canción "La Puerta de Alcalá", aunque no fuera más que por la enorme repercusión que tuvo en su momento y aún sigue teniendo. Su estribillo de pegadiza rima aún se canturrea en todos los países de habla hispana -“mírala, mírala”-provoca inevitablemente el eco- “La Puerta de Alcalá”-, aún sin tener la más remota idea de qué es exactamente esa puerta que por entre sus arcos ha visto pasar el tiempo. No importa saber de qué puerta se trata. Todo el mundo entiende lo que significa el paso del tiempo…
Fue esta una canción que se rompió inesperadamente en el disco que Ana Belén y Víctor Manuel estaban preparando. La escribieron Francisco Villar Castejón y dos componentes del grupo Suburbano, Bernardo Fuster y Luis Mendo, al parecer durante una tarde en la que se habían reunido en una cafetería cercana a la famosa puerta.
El monumento había sido testigo del paso de "lanceros con casaca, de monarcas de otras tierras, de fanfarrones que llegaron inventando la guerra, de milicias que resistieron bajo el 'No pasarán', de manadas de mangantes, de 200 estudiantes que inician la revuelta en los años 60, de un travesti perdido, de un guardia pendenciero, de pelos colorados y chinchetas en los cueros, de rockeros insurgentes, poetas y colgados"… Y aquel mismo año de 1986 en que salió el disco, la Puerta de Alcalá había sido también testigo del cortejo fúnebre de Enrique Tierno Galván, el alcalde de Madrid que había conquistado al pueblo.
Los autores de la canción la enviaron a la casa de discos para investigar qué suerte podía correr. Aurelio González, el director artístico, se la ofreció entonces a Ana y a Víctor, que no dudaron incorporarla a su proyecto. Y ya se sabe, se convirtió en uno de los mayores éxitos de la pareja, y puede que se trate del referente más universal del disco que nos ocupa. Hay sociólogos que la consideran un himno de la joven democracia española..
Comenta hoy en día Víctor Manuel: "La Puerta de Alcalá tenía un eficacia tremenda. La letra estaba muy bien construida, con una música sencilla pero muy eficaz, y un estribillo demoledor, cantable por todos”, y recuerda cómo fue la última canción que entró en el disco. Nos ha ocurrido otras veces, que cuando ya tienes el disco completo te surge una nueva canción. Sucedió también con "Contamíname", del disco "Mucho más que dos". Al final apareció Pedro Guerra preguntándonos qué nos parecía la canción y, lógicamente, la incorporamos”.
Pero La Puerta de Alcalá no es la única canción estupenda del doble CD "Para la ternura siempre hay tiempo. Víctor Manuel compuso 11 de las 20 canciones que lo conforman, y adaptó buena parte de las restantes, mostrando en todas ellas sus dotes para la poesía y la música. Un buen ejemplo de ello es la magnífica "Niña de agua", escrita para su hija Marina, entonces de dos años, bordada luego en la voz de Ana Belén, con acompañamiento vocal del propio Víctor y de coros:
"No viniste del frío ni la lluvia
Llegaste del amor y de la luna
Niña de agua
Te crecerán las alas y tu vuelo
Niña de agua
Quizá oscurezca el sol, así lo creo
Niña de agua
Nunca sabrás sumar lo que te quiero".
En 1986, el gobierno socialista de Felipe González quería que España se integrara en la OTAN. Había un compromiso previo de gobiernos anteriores, al que no quiso renunciar.
En contra de esa política, muchos ciudadanos se manifestaron airadamente. También Víctor Manuel y Ana Belén hicieron campaña en contra, es decir, a favor del 'No' en el referéndum convocado por el gobierno. 11 años después de la muerte de Franco, en España se había extinguido en buena medida la euforia provocada por la desaparición del dictador, y también se había pagado en parte la ilusión social despertado durante los años de la llamada transición con sus sueños de tiempos mejores, de justicia y libertad.
Ahora sólo se mantenía La esperanza de que al haberse integrado España formalmente en Europa, tras la victoria del PSOE en las elecciones generales celebradas ese mismo año, se acabarían definitivamente las amenazas aún vivas del franquismo recalcitrante. Pero las vueltas y revueltas del gobierno socialista en torno al ingreso en la OTAN, sus ambigüedades cuando no su debilidad, desesperaban a muchos que habían tenido alguna fe en la neutralidad. Se había hecho correr el rumor de que entrar en Europa implicaba hacerlo también en la OTAN… Y en ese ambiente recordemos a los desmemoriados que el 52, 5% de los votantes votó 'Sí' a la adhesión de España a la OTAN frente al 39, 8% que voto 'No'.
La participacion fue del 59, 4%, y sólo en Cataluña, Navarra, País Vasco y Canarias ganó claramente el 'No'.
Texto de Diego Galán. Palabras hechas canciones.
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