Matías Ramón Mella Castillo (Santo Domingo, 25 de febrero de 1816 - Santiago, 4 de junio de 1864) fue un militar, político y activista dominicano. Es considerado uno de los Padres de la Patria de la República Dominicana junto a Juan Pablo Duarte y Francisco del Rosario Sánchez.
Posteriormente serviría como vicepresidente del país para el periodo 1863-1864.
Sus habilidades como estrategia contribuyeron de manera significativa para lograr la independencia dominicana poniendo fin a la ocupación haitiana, y es conocido por haber tenido la valentía de disparar su trabuco la noche del 27 de febrero del 1844 en la Puerta de la Misericordia dejando establecida la independencia de la isla.
Mella se desempeñaba como vicepresidente de la República Dominicana, y fue en pleno Grito de Capotillo cuando enfermó atacado de disentería. Vivía en extrema pobreza en una pequeña casa cerca a la Fortaleza San Luis, en Santiago donde murió el 4 de junio de 1864. Fue enterrado envuelto con la bandera dominicana por petición de él mismo. Sus restos se encuentran junto a Juan Pablo Duarte y Francisco del Rosario Sánchez, en el Altar de la Patria.
Es considerado un héroe nacional en la República Dominicana. La Orden del Mérito de Duarte, Sánchez y Mella es nombrada parcialmente en su honor.
A Mella se le recuerda comúnmente como Ramón Matías Mella, ya que firmaba de esa forma, pero esto es un error ya que realmente su nombre era Matías Ramón Mella.
¿Qué es etopeya?
La etopeya es un recurso retórico que consiste en la descripción del carácter, las acciones, las costumbres y demás aspectos intrínsecos que determinan la personalidad de un individuo.
La palabra, como tal, proviene del griego ἠθοποιΐα (ethopoeia), que se compone con ethos, que traduce ‘manera de hacer las cosas’; poiein, que significa ‘crear’, ‘imitar’, ‘describir’, y el sufijo -ia, que indica ‘acción o cualidad’.
Así, la etopeya es la descripción por medio de la cual se da a conocer el conjunto de características internas (psicológicas, morales, espirituales) de un personaje.
En este sentido, se diferencia de la prosopografía, que es la descripción de las características externas de un personaje, es decir, sus rasgos físicos.
La etopeya, como tal, es una técnica de construcción literaria que nos permite referir las características más notables o resaltantes de un personaje a propósito de la trama en que está inmerso. Además, nos ayuda a entender cómo es este personaje, y cómo actuaría o reaccionaría en una situación determinada.
Para el abordaje de una etopeya, podemos valernos de una serie de rasgos a partir de los cuales se puede configurar la manera de ser de alguien. Por ejemplo, hablar de sus virtudes y defectos, sus gustos y aficiones, sus afectos y desafectos, sus creencias y prejuicios, de su forma de ver la vida y el mundo, etc.
Miguel de Cervantes, por ejemplo, en su Quijote, traza una etopeya del héroe homónimo de esta novela cuando dice: “[…] Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso —que eran los más del año—, se daba a leer libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda […]”.
Varias fuentes.
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