Agosto de 1939, tiempos de la primera posguerra. Trece mujeres, casi todas menores de edad, son detenidas, juzgadas y ajusticiadas. Tras su muerte, empezaron a ser llamadas «Las trece rosas».
El tema central de la novela es el fusilamiento de trece mujeres comunistas haciendo referencia a la historia y es, sin duda alguna, uno de los episodios más terribles de la represión franquista inmediatamente posterior a la Guerra Civil.
Junto al tema principal también encontramos subtemas referidos a la valentía, el miedo, la lucha por sus ideales, el sufrimiento de las mujeres y la relación entre ellas, la sociedad en esa época, el régimen…
Esta novela de Jesús Ferrero nos narra la historia de trece mujeres que fueron condenadas a muerte, fusiladas frente al paredón de un cementerio por sus vinculaciones a diferentes organizaciones de izquierda y por pensar de manera distinta a aquellos que habían ganado la guerra. La novela comienza con la detención de las diferentes protagonistas; el rumbo de la trama cobra sentido con las biografías de estas mujeres que pasan la estancia en la cárcel y finalmente termina con las horas de espera ante la ejecución. Tras su muerte son llamadas Las trece rosas.
Se trata de un libro narrativo-literario, editado por la editorial Siruela. El título del libro hace referencia a las trece jóvenes que fueron fusiladas; consta de 27 capítulos que forman IV partes del libro, al principio encontramos un preludio y al final unos agradecimientos, en total 233 hojas. En el libro el autor dedica un capítulo a cada una de las muchachas y con su literatura las dota de vida, sentimiento y dolor.
La historia se nos narra en tercera persona (¨se hallaba¨ ), (¨acertó ¨), (¨permanecía¨), (¨parecía¨), (¨volvió¨), (¨sirvieron¨ ), (¨padecían¨ ), (¨regresaron¨ ), (¨pidió¨ ), (¨siguió diciendo¨)… Y nos va relatando de manera objetiva las diferentes acciones que viven las protagonistas en el libro, sin darnos a conocer su opinión.
Durante todo el libro, el narrador va trenzando la historia con los diálogos y las reflexiones de las diferentes mujeres y por ello el lector a menudo olvida que hay narrador, y se adentra en un mundo donde se pueden sentir los hechos vividos por las protagonistas.
En este texto nos encontramos con varios personajes centrales, motores y eje de las acciones y protagonistas del relato: Avelina, Joaquina, Pilar, Blanca, Ana, Julia, Virtudes, Elena, Victoria, Dionisia, Luisa, Carmen y Martina. Cada una de ellas tenía sus sueños y sus deseos. Algunas de ellas ni siquiera habían cumplido los 18 años. Aún eran niñas y desconocían lo que se les venía encima
Avelina, a quien solían llamar la Mulata por el color de su piel y sus negros ojos y brillantes, tenía una voz grave y vibrante que la hacía parecer más mulata todavía. Poseía unas piernas largas y delicadas Su cuerpo olía a mujer y a verano, sus pechos eran dos manzanas de carne, de un manzano que sólo daba frutas carnales. Le gustaba el protagonismo, entrar en el alma de los demás y ocupar un espacio en ellas.
Benjamín era el chico que ocupaba su corazón. Era hija de un guardia civil viudo y por las súplicas que éste le hizo, se presentó de manera voluntaria en la comisaría y eso demuestra que era una mujer valiente. Sabía defenderse de todo el mundo y era bastante popular en toda la cárcel. Trabajaba de cartera desde su primera semana en prisión y se le daba muy bien. Además, y aunque lo tenía prohibido, transmitía toda clase de recados y mensajes entre presas de distintas galerías.
Joaquina tenía los labios carnosos y ojos negros, pero su hermana Lola era más bella que ella. Por otro lado, ella poseía determinismo y estaba dotada de un realismo del que sus hermanas carecían. Tenía cara de orgullosa y los primeros días que fue detenida, en su cintura llevaba un cinturón hecho de cabezas de negros traído de África.
Pilar era una mujer de treinta años que estaba encerrada en una celda y en la que Guillermo Cardinal veía un autentico heraldo de la muerte. Tanto Pilar como Joaquina eran mujeres que poseían un sentido de la indignación, que a la hora de buscar culpables, ellas eran las primeras a las que se extendían las culpas, hasta que ésta anegaba el universo
Blanca conoció el amor junto a Enrique cuando era pianista del cine Alcalá; él tocaba el violín allí. Durante algún tiempo se dedicaron a contestarse el uno al otro, conduciendo al público a emociones que no estaban dentro del guión. Parecía prematuramente consumida, era una madre joven, sólo tenía diecisiete años y acababa de perder a su hija y también estaba embarazada de Quique. Tenía unas largas y vigorosas trenzas. No tenía ninguna militancia política, pero fue detenida por la relación que tenía Enrique con un músico que se suicidó en la cárcel.
Escribió una carta a su hijo la madrugada del 5 de agosto de 1939, mientras aguardaba la pena capital. “Voy a morir con la cabeza alta… Sólo te pido… Las personas buenas no guardan rencor… Enrique, que te hagan hacer la comunión, pero bien preparado, tan bien cimentada la religión como me la cimentaron a mí…”. Palabras emotivas de una madre que a pesar de todo pedía a su hijo que no guardara rencor a los que dieron muerte a sus padres. Era bastante religiosa; fue la única que quiso confesarse antes de morir y como podemos apreciar en la carta que mandó a su hijo diciéndole que hiciera la comunión.
Ana era una mujer rubia con unas piernas intactas que le hacían parecer un animal dominante. Vivía junto a sus hermanos, su novio y sus padres en una misma casa.
Un día, su novio Francisco le propuso irse al extranjero y su carácter empezó a cambiar tras anunciarlo. Empezó a respirar de otra manera y, una vez más, se vio envuelta en la peor contrariedad de su vida. Una donde durante la guerra la habían conducido a una gran actividad y, por otro lado, se sentía incapaz de llevarles la contraria a sus padres. Al final decidió quedarse, muy a su pesar, junto a su familia en Madrid. Fue detenida, pero no fue llevada a la cárcel de Ventas hasta más tarde.
Ana era una fanática del control y no quería que acabase la guerra. Su rostro era dulce, pero de una dulzura sospechosa daba la impresión de que se trataba de una mujer a la que le costaba mucho llegar a ciertas convicciones y que cuando llegaba no se apartaba de ellas
Julia tenía una piel morena y su cara era redonda, casi cobriza. Vivía en Madrid. Cosía en casa donde solía estar con sus dos hermanas. Una de ellas falleció mientras ella estaba detenida Tenía un novio que se llamaba Emilio.
Julia solía estar con su padre que era ferroviario en la estación de trenes. Durante la guerra trabajó como enfermera y de cobradora de tranvía en el Círculo de Cuatro Caminos. También había participado en varios concursos de esgrima y no se le daba mal el florete. Ahora se limitaba a coser en casa. Fue detenida por el Pálido y la dejaron salir cuando una de sus hermanas falleció. Era lista y se dio cuenta de lo que pretendían al haberle dejado ir al entierro.
Virtudes era una mujer de ojos negros, almendrados y brillantes; su nariz era perfilada, casi tan bien como la boca y una cara que formaba un óvalo alargado, y un cuerpo que parecía una espiga negra. Su cabello era negro y largo hasta sus caderas; una vez detenida le raparon el pelo cuando vieron que se estaba riendo en la celda con Ana. Virtudes se resistía a creer que la guerra hubiera terminado.
Elena Gil era una chica bastante frágil. En la cárcel fue protegida por Luisa; casi no veía, era muy miedosa y nerviosa. Era negativa y bastante ausente. Su figura era inquietante y, si bien sus palabras eran muy emotivas, su rostro carecía casi de expresión.
Victoria era una joven menuda y de cabellera larga. Solía disimular su propensión al delirio abriendo mucho los ojos y haciendo que atendía. Tenía un hermano muerto y otro detenido, Goyo, con los que a veces soñaba a las noches.
Dionisia era una mujer hiperactiva y nerviosa. Le gustaba fabricar objetos delicados y laboriosos en medio de aquel basurero y era la que más frecuentaba el taller de costura.
Luisa permanecía muda e inmóvil. Conocía los placeres de la inmovilidad y era la presa que menos se movía. Se negaba a pronunciar una sola palabra y en la cárcel la llamaban la Muda. Luisa protegía a su amiga Elena. Al final terminó siento la más fuerte y luchó hasta el final.
Carmen trabajaba desde los 12 años tras la muerte de su padre para ayudar a mantener a su familia que contaba con 9 hermanos más. Desde entonces se le resintió el corazón y se medicaba, y el hecho de tener que estar más pendiente del ritmo de su corazón que los demás, la había capacitado para percibir de otra manera el sonido.
Martina era alta, con todo el cuerpo lleno de pecas, incluyendo su cara que tenía una palidez que desconcertaba, y su cuello. Era una mujer de piel más bien lechosa y de cuerpo desgarbado. Tendía a ocultarse tras sus sueños. Amaba a un hombre sin nombre que parecía ruso, con el que soñaba.
Encontramos varios personajes secundarios que influyen mucho en la vida de las protagonistas como son: Roux, se llamaba Adriano y tenía las cejas y el bigote grises. A menudo cubría su traje gris con una capa azul. Parecía un hombre de fuertes convicciones y al mismo tiempo un escéptico; su aliento siempre olía a alcohol. Era un prepotente e imponía mucha autoridad. Solía beber hasta perder la conciencia y luego no se acordaba de nada..
Héctor se autollamaba El Pálido y se encargaba de los interrogatorios; también había sido quintacolumnista. Fumaba mucho y vivía con su madre. Tenía una novia que se llamaba Patricia pero necesitaba estar con más mujeres, por eso se aprovechaba del cargo y abusaba de las mujeres detenidas. El parecido de Ana con Patricia le hizo obsesionarse con ella.
Gilberto Cardinal era un tipo corpulento y se convirtió en la pesadilla de Pilar. Era el mejor informador del departamento; pasó por comunista durante la guerra, siendo en realidad un quintacolumnista y delató a mucha gente.
María Anselma era la religiosa que presidía la ceremonia y estuvo con las fusiladas hasta su fin. Zulema Fernán, que solía llevar una capa azul y se hacía ver como una mujer muy dura y fría. Se enamora de Ana.
El Ruso se llamaba Julián y era el novio de la hermana de Suso; era largo y pelirrojo. Tenía un hermano, Damián, que estaba en el manicomio. Él junto con Raúl, fue quienes asesinaron a Gabaldón, a su hija y al chofer.
Tino y Suso, eran dos niños de trece años que trabajan para un tendero que tenía una mercería en la glorieta de Cuatro Caminos. Gracias a ellos descubrimos lo que sucede, de lo que se dice y se cuenta
En relación con el espacio y tiempo en los que transcurre el relato, podemos intuir que las acciones tienen lugar en España entre 1937 y 1938 en varios lugares emblemáticos de Madrid como son: La calle Alcalá, la estación de Atocha, la cárcel de mujeres de Ventas...
El autor nos describe dos lados diferentes de Madrid: una Madrid en guerra, ciudad dedicada a la brisa que un viento muy frío hizo olvidar; ciudad que cuando se produjo el levantamiento militar sufrió una metamorfosis veloz y compleja llenando la ciudad de gravedad... De la agitación pasó a la inmovilidad absoluta, hacía un calor intolerable y eso hacía que los rumores cada vez más preocupantes llegaran como tempestades de acero.
Y por otra, Madrid al final de la guerra, cuidad que parecía iluminada por luces sin alma, muros ennegrecidos, rostros ennegrecidos bajo penumbras más densas que el rencor, olor a miseria, niños pedigüeños… Buena parte de la cuidad estaba todavía en pie y ciertas calles y árboles habían sobrevivido.
La cárcel de mujeres de Ventas estaba junto a un manicomio. Un olor a hacinamiento salía de la cárcel y, según entrabas a las galerías, asaltaba un estruendo de humanidad agitada que poco tenía que ver con el silencio de las calles. Los ruidos llegaban en aludes intermitentes, confundidos con olores a sudor, a orín y a tristeza.
Las acciones transcurren en el periodo aproximadamente de unos meses desde la detención de las mujeres, hasta su ejecución. El documento que viene a continuación aporta datos y ayuda a al lector comprender mejor, situándolo en la época y ambiente social en la que transcurren las acciones de la novela
"Tras la caída de Madrid en manos de las tropas franquistas y el fin de la guerra, las Juventudes Socialistas Unificadas intentaron reorganizarse clandestinamente bajo la dirección de José Pena Brea. Tras el golpe de Estado del coronel Casado y el fin de la guerra, los dirigentes del PCE y las JSU habían abandonado España, dejando la organización en manos de militantes poco significados. Pero el 11 de mayo, Peña cae en manos de la policía y, tras ser torturado, da todos los nombres que sabía y firma una declaración preparada a los que le interrogan.
Entre los detenidos se hallaban algunas de las Trece Rosas que fueron arrestadas y conducidas a instalaciones policiales, donde fueron torturadas y después a la cárcel de mujeres. El 29 de julio, Isaac Gabaldón, comandante de la Guardia Civil, su hija de 18 años y su chófer fueron asesinados en Talavera de la Reina por El Ruso y Suso.
Como represalia, 56 jóvenes de las JSU encarcelados, 43 hombres y 13 mujeres, conocidas como las Trece Rosas, fueron llevados a juicio ante un Tribunal Militar el 3 de agosto acusados de reorganizar las JSU y el PCE para cometer actos delictivos contra el "orden social y jurídico de la nueva España", y condenados, por "adhesión a la rebelión", a pena de muerte. En la madrugada del 5 de agosto de 1939, junto a la tapia del cementerio de la Almudena de Madrid, fueron fusilados los 56 miembros de las Juventudes Socialistas Unificadas, entre los que se encontraban las Trece Rosas".
En el ambiente de posguerra se mezclaban las ruinas de los edificios y la pobreza de sus pobladores con las dolorosas secuelas físicas y psicológicas de la contienda. Y, sobre todo, abundaban ya la propaganda y la represión. El día a día de la capital estaba marcado por las denuncias constantes de vecinos, amigos y familiares; por la delación, los procesos de depuración en la Administración, en la Universidad y en las empresas; por las redadas, los espías infiltrados en todas partes, las detenciones y las ejecuciones sumarias
El régimen franquista adoptó un tono paternalista con las mujeres en sus mensajes, pero trató con igualdad a hombres y a mujeres. La miliciana era para los vencedores la antítesis de la mujer, cuya misión en la vida era ser madre y reposo del guerrero.
Finalmente, y en cuanto a lo que el tiempo interno narrativo se refiere, podemos decir que las acciones transcurren con un orden cronológico. Pero a su vez, la historia de las diferentes mujeres que nos cuentan el relato desde su historia vivida para que finalmente todas ellas lleguen al mismo punto como es el final del libro con el fusilamiento de éstas. Esto nos conduce a determinar que nos hallamos ante un relato cuyas acciones se organizan siguiendo el modelo de las historias en paralelo.
Fuentes: Rincón del Vago, Casa del Libro, Quélibroleo..com
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