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Controlar la diabetes para proteger el corazón, un desafío en medio de la pandemia

Mantener los niveles de azúcar dentro de la normalidad previene los problemas cardiovasculares, el grupo de dolencias que mayor mortalidad ocasiona entre diabéticos. Todo un reto en estos meses. La mitad de los pacientes aseguran que están teniendo problemas para mantener sus hábitos y controlar la enfermedad.


Control glucémico.

Ese es el término que cualquier persona con diabetes escucha una y otra vez de los profesionales sanitarios. Hace referencia al conjunto de medidas que ayudan a mantener el nivel de glucosa que circula por la sangre dentro de los parámetros normales e incluye una dieta equilibrada, practicar ejercicio físico regularmente, mantener un peso normal, seguir el tratamiento prescrito y acudir a controles periódicos. Un buen control glucémico es una garantía de salud para un paciente aunque conviva muchos años con la enfermedad. Evita los muchos efectos que una diabetes diagnosticada tardíamente o mal controlada puede tener, entre ellos, la primera causa de mortalidad relacionada con la enfermedad: los problemas cardiovasculares.


Catalina Gómez tiene 73 años, lleva 17 conviviendo con la diabetes y hasta la fecha no ha tenido ninguna secuela asociada a esta patología crónica. Su día a día revela un control glucémico exhaustivo. Mide 1,70 y pesa 63 kilos. Su Índice de Masa Corporal (IMC), el indicador que mide si el peso es normal, marca 21 (por encima de 25 indica sobrepeso). Todos los días anda una hora con su marido, José, por las afueras de su ciudad, Murcia, y a la hora de comer toma lo mismo que el resto de su familia. “Lo único que cambia es que como un poco menos y tomo más verdura que el resto. En mi casa no entran alimentos grasos, y alcohol no he tomado nunca”. A la hora de cocinar también emplea trucos para que el plato sea cien por cien saludable: “Si hago una comida de cuchara que lleve verduras y alubias, en vez de hacer un sofrito, lo cocino todo en crudo”.


Catalina Gómez califica la convivencia con la diabetes de “normalísima”. Ni siquiera la pandemia ha alterado su control glucémico. Durante el confinamiento no podía salir a andar, pero hacía ejercicio en casa con una bicicleta estática o subiendo alguna vez más que de costumbre los 20 escalones que separan el local donde trabajó durante años y su vivienda, situada justo encima. Sin embargo, el caso de Catalina no ha sido la norma entre buena parte de los pacientes, según una encuesta de la Sociedad Española de Diabetes (SED) y de la Federación Española de Diabetes (FEDE) sobre el control de la enfermedad durante la primera oleada de la COVID19.


“La pandemia ha pasado una factura enorme al control de la diabetes, en parte por las dificultades de asistencia de los profesionales y también porque muchos pacientes no han querido hacerse análisis por miedo al coronavirus”, concluye Fernando Gómez Peralta, jefe de la Unidad de Endocrinología y Nutrición del Hospital General de Segovia y exsecretario de la SED. Gómez Peralta cita, además, una última razón que apuntan también otros estudios sobre la evolución de la salud de la población general, no solo de los enfermos crónicos: “Todos hemos empeorado mucho anímicamente y hemos abandonado buenos hábitos que son fundamentales siempre y especialmente en la diabetes”






El estudio revela que la mitad de los pacientes ha tenido dificultad para llevar a cabo un control glucémico y la alternativa asistencial a través de consultas a distancia no siempre ha dado el resultado deseado. Según la OMS, la telemedicina es una manera eficiente de prestar servicios sanitarios, especialmente a los enfermos crónicos o a los que viven en zonas aisladas, porque facilita el contacto con los profesionales. Sin embargo, Gómez Peralta estima que es muy generoso denominar telemedicina a lo que se ha practicado durante la pandemia. “Lo que hemos hecho ha sido llamar por teléfono a los pacientes y la telemedicina no es eso. Abarca, sobre todo, monitorizar a los enfermos con dispositivos que puedan recopilar datos sobre los niveles de glucosa, almacenarlos y compartirlos entre profesionales para controlar mejor la enfermedad”. Esas herramientas, indica el exsecretario de la SED, deben integrarse en el sistema sanitario cuanto antes. “Necesitábamos la telemedicina antes de la COVID-19 y ahora es vital”.


La apreciación de los especialistas coincide con una sensación de los pacientes que refleja el estudio de la FEDE y de la SED: el 38% tiene la percepción de que su salud ahora está peor que antes de la pandemia. La encuesta no detalla en qué aspectos, pero sí señala algún dato revelador como que cuatro de cada diez pacientes aumentaron de peso durante el confinamiento, un indicador muy importante en el control glucémico, que a su vez es determinante para evitar las secuelas que puede provocar un exceso de glucosa en la sangre.


La salud cardiovascular guarda una relación directa con el diagnóstico precoz de la diabetes y con un buen control de la enfermedad entre las personas ya diagnosticadas. Pero hay mucho que avanzar en ambos aspectos. Los datos epidemiológicos muestran que la detección tardía y un deficiente control glucémico tienen efectos letales. La diabetes sigue siendo un factor de riesgo cardiovascular de primer orden.


El exceso de glucosa ataca por varias vías al sistema circulatorio. La hiperglucemia produce aterosclerosis: la pared interior de las arterias se estrecha, lo que dificulta el riego sanguíneo. Cuando este proceso daña las arterias coronarias provoca cardiopatía isquémica (obstrucción de los vasos que suministran sangre al corazón) y da lugar a un infarto o a una angina de pecho. Fernando Gómez Peralta apunta que en las personas con diabetes el pronostico se complica porque “la aterosclerosis afecta principalmente a vasos pequeñitos, lo cual hace más complicada la revascularización, la cirugía para resolver el taponamiento de los vasos”. La consecuencia es que “la cardiopatía isquémica tiene mucho peor pronóstico cuando el paciente es al mismo tiempo diabético”.


Además de dañar las arterias, la hiperglucemia afecta directamente al corazón disminuyendo su capacidad para contraerse, lo que ocasiona insuficiencia cardiaca. Por último, lesiona los nervios del músculo cardiaco, altera su ritmo y puede disminuir la sensibilidad al dolor. Esta última característica es muy importante porque “una persona con diabetes mal controlada puede sufrir un infarto silente”, apunta Gómez Peralta. De ahí que el control glucémico sea mucho más que un término en el que insisten machaconamente los sanitarios. Hacer ejercicio físico, llevar una dieta sana y el resto de hábitos recomendados a las personas con diabetes reduce hasta en un 42% la probabilidad de sufrir problemas cardiovasculares, según la Federación Mundial de Diabetes.


Por Francisco Cañizares. Fuente: Salud. El País.

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