Desde que tenemos conciencia hemos escuchado esta frase utilizada para referirse al nativo de Baní. Pero ¿cómo surge?
El cronista y costumbrista banilejo Héctor Colombino Perelló relata en su obra “Baní en los años 20 y 30” tres diferentes versiones de cómo se originó este gracioso mote. Aquí les dejamos una de ellas:
Esta versión explica que cuando no existían máquinas para fabricar hielo en Baní, a fin de enfriar las cervezas que vendía en su restaurante Las Tres Antillas, [Eduardo] Cintrón traía de la Capital numerosos bloques de hielo, los cuales metía, para conservarlos sin que se derritieran durante varios días en un aljibe que él tenía en el patio de ese sitio de diversión, y los cubría totalmente con abundante paja de café.
De acuerdo con la referida versión conocida por don Papucho, un día llegó al pueblo un campesino de la Montería, en interés de comprar determinada cantidad de hielo, y fue a parar al restaurante de Cintrón, a quien le preguntó si podía conseguir hielo allí.
Cintrón, quien era muy chusco, dijo:
– Sí, yo tengo. Yo sembré una buena cantidad de hielo y estoy al punto de cosecharlo en este momento. Dígame qué cantidad quiere.
El cliente, maravillado, señaló la cantidad de hielo que deseaba comprar, y además se interesó en saber la forma de sembrarlo, para él producirlo en su propiedad y establecer un negocio y venderlo allá en la Montería y sus contornos.
Cintrón le suministró el hielo solicitado y le dio algunas instrucciones con respecto a su siembra.
Un mes después, el campesino volvió donde Cintrón, lleno de desencanto, lamentándose de que el hielo que él sembró no había ‘nacido’, no obstante el tiempo transcurrido desde que introdujo un buen pedazo debajo de la tierra, de conformidad con sus indicaciones.
El dueño del restaurante, apenas pudo contener la risa y le contestó:
– “Fue que usted lo sembró en luna nueva. Por eso no se le dio”.
Fuente: Centro Cultural Perelló
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