La Batalla del Hotel Matum, acaecida el día 19 de diciembre de 1965, tuvo sus raíces sin la más mínima sospecha de parte de nuestras fuerzas constitucionalistas. Al conmemorarse para esa fecha seis meses de la muerte del gestor del Movimiento Enriquillo, Coronel E.N. Rafael Tomás Fernández Domínguez, el héroe de la Revolución de Abril, Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó en una visita que recibió en su residencia de parte del Dr. Salvador Jorge Blanco, le sugirió que se celebrara una misa recordatoria a la memoria de Tomasito.
El homenaje consistía en hacerle una misa en una iglesia de Santiago y después colocarle una ofrenda floral en su tumba. Después se acordó que pudiéramos reunirnos amigos y familiares en algún lugar en Santiago para departir, comentar, almorzar e irnos de vuelta a la ciudad capital, que efectivamente se suponía era lo más sencillo. Se trataba de un homenaje a una figura de la altura del Coronel Fernández Domínguez; Caamaño le había encargado a Jorge Blanco encargarse de los preparativos.
La misa se celebraría en la Iglesia Nuestra Señora de la Altagracia porque estaba ubicada justo a la entrada de la ciudad de Santiago y les permitía a nuestros vehículos un mejor estacionamiento por la amplia cuadra del Parque Colón.
Lo de la misa ya había quedado organizado y faltaba el lugar para el refrigerio y el almuerzo. El consenso mayor fue que se escogiera el Hotel Matum por las condiciones ambientales y por su comodidad. La administración del Matum nos brindó todas las facilidades y una comisión femenina prepararía el almuerzo que iba a ser servido después de la ofrenda en el cementerio municipal. Así se programó todo para hacerle el reconocimiento póstumo al gestador de nuestro Movimiento Enriquillo.
Llegamos a la Iglesia a las 7:00 acompañando al Coronel de Abril y a su gabinete y comitiva entre los cuales estaban Héctor Aristy, los coroneles Monte Arache, Lachapelle Díaz, Lora Fernández, Marte Hernández, el Comandante Diego Bordas y entre toda la gama militar constitucionalista, este servidor de ustedes, el Cadete Paulino.
Jorge Blanco nos recibió acompañado del ex-vicepresidente Segundo Armando González Tamayo. Inmediatamente entramos al templo y allí ya se encontraban los familiares del coronel Fernández Domínguez y los del comandante Juan Miguel Román Díaz.
Pasada la misa, nos retiramos al camposanto municipal y decidimos hacerlo a pie, pues la mañana estaba muy fresca. Pero cuando pasamos por el edificio Rubio de la 30 de Marzo, desde la tercera planta del edificio, un grupo de personas entre los que se distinguían viejos calieses santiagueros, nos vociferaban agresivamente para provocarnos.
Al llegar al panteón de la familia Fernández Domínguez, hicimos guardia de honor y al terminar el panegírico, sorpresivamente sonaron ráfagas de ametralladoras que rompieron la solemnidad de ese momento, obligando a los presentes a resguardarse detrás de las tumbas o lanzándose al suelo para no ser alcanzados por las balas. No hubo heridos; creemos que esas ráfagas procedían de donde nos vociferaron anteriormente o de la calle lateral al oeste del cementerio.
Llegamos al hotel Matum a eso de las 10:00 AM, junto a Marte Hernández y a Caamaño; conversamos acerca del incidente y no tomamos el hecho como provocación, sino que nos conducimos ingenuamente haciéndole honor al viejo refrán de que “hombre prevenido vale por dos”.
Comenzaron a llegar los invitados y había mucha alegría en el ambiente. A eso de las 11:00 AM empezaron otra vez a escucharse las ráfagas de ametralladoras. Algunos de los presentes se tiraron a la piscina del hotel y nosotros nos fuimos a la segunda planta, donde el fuego continuaba.
El área estaba completamente rodeada de fuerzas militares contrarias, un avión de la FAD volaba sobre el hotel y mientras esto ocurría, cayeron varios entre los que se contaban José Dolores Bordas, Enriquito Stark y el Jefe de Estado Mayor de las fuerzas constitucionalistas, el coronel E.N. Juan María Lora Fernández. Esto aumentó más nuestro temor ante tanta angustia y cavilación.
Muchos logramos salvar la vida gracias a un joven -hoy en día olvidado- que se llama Víctor Marranzini y gracias a la intervención de personas como el Dr. Frank Joseph Thomen y Marcos Cabral, quienes conversaron con el entonces Presidente Héctor García Godoy para una salida honorable y segura a esta situación provocada por los enemigos del pueblo.
El Presidente García Godoy arregló todo para nuestra salida del Matum y regresamos todos en helicópteros provistos por los invasores de la Fuerza Interamericana de Paz (FIP), razón por la cual salvamos nuestras vidas milagrosamente.
El Matum quedó totalmente en ruinas, como si un terremoto le hubiera pasado por encima.
El lugar fue el escenario dantesco del intento de los enemigos del pueblo para terminar con la clase militar y civil constitucionalista vinculada históricamente con la Epopeya de Abril de 1965. Ese desigual combate quedó grabado en la historia como “la Batalla del Hotel Matum”.
La parte sangrienta del combate nadie la ha escrito. Sólo se conocen los nombres de los que perecieron, nombres reconocidos, gente que luchó a base de sangre y fuego. Así quedó concluido un episodio histórico más de todos aquellos que sucedieron finalizando el año 1965, año que marcó un hito en las luchas constitucionalistas de nuestra República Dominicana.
Hubo un fotógrafo que estuvo dentro de los acontecimientos en el Matúm y que recogió, para la historia, todas las incidencias de ese trágico hecho. Su nombre es Milvio Pérez y en años pasados hizo una exposición de esas fotos en el propio hotel Matumm actual. Creo que también fueron publicadas en un libro de su autoría.
Texto: Testimonio del comandante Paulino
Fotos: Archivo Histórico de Santiago
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