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Escritor, publicista, dibujante, compositor de música y letra de canciones populares, actor, director, productor y padre de seis hijos, Roberto Gómez Bolaños, hijo de Francisco Gómez y EIsa Bolaños-Cacho, nació un 21 de febrero en la Ciudad de México.


Su estatura física era de tan sólo 1.60 m. Sin embargo, Chespirito era un gigante del espectáculo, pues su trayectoria abarca más de 50 años como escritor, 40 años como actor, director y productor, y más de 30 años como ídolo internacional.



Roberto estudió Ingeniería, aunque nunca la ejerció. Al igual que Borges o De Quincey, Gómez Bolaños supo, desde antes de escribir, que había nacido para las letras; y estará a discusión su calidad literaria entre los intelectuales, pero millones de personas, durante cuatro generaciones, se suman a esta voz que agradece el que Chespirito dejara de lado la electricidad y la mecánica para dedicarse a divertir a millones de personas.


Su inicio fue como creativo y redactor en la agencia publicitaria D´Arcy, cuando tenía 22 años. Entre 1960 y 1965 dos programas se disputaban el primero y el segundo lugar de audiencia en la televisión mexicana, y ambos los escribía Chespirito: "El Estudio de Pedro Vargas" y "Cómicos y Canciones"


Tal fue la aceptación por parte de la gente que se convirtió en el escritor más solicitado y mejor pagado de la televisión, al tiempo que también hacía guiones cinematográficos. Fue precisamente cuando un director de cine leyó uno de sus argumentos que surgió su nombre artístico: le comentó que era un pequeño Shakespeare, y más tarde empezó a llamarlo con el diminutivo “Shakespirito”; todos sus compañeros siguieron con el mote, castellanizando el vocablo y dejándolo en el hoy tan famoso Chespirito.


En 1970 presentó un proyecto humorístico, el cual les gustó tanto a los directivos del canal que decidieron darle su propio espacio de una hora, programado para los lunes a las 8:00 p.m. En esta emisión se incluían diferentes sketches, y así, en 1971, nació el "Inigualable Chapulín Colorado", que es la antítesis de los famosos súper héroes de la época.


Un año después, por azares del destino, Roberto tuvo que cancelar el sketch de "Los Chifladitos", que pasaba dentro del mismo programa, así que decidió utilizar material que le había sobrado de programas anteriores y, por esta prodigiosa casualidad, en 1972 nació el entrañable "Chavo del Ocho". Poco después ambos programas se transmitían en casi toda América Latina, y así, Roberto Gómez Bolaños abrió las puertas del mercado internacional a la televisión mexicana.


Durante 25 años ininterrumpidamente, cada lunes, a las ocho de la noche, "Chespirito" estuvo en casi todos los hogares mexicanos. Lo más relevante es que se trataba de un solo escritor, que a su vez era director, actor estelar de la misma emisión y compositor de algunos temas musicales de la serie.



Actualmente, como ha sucedido desde hace más de 30 años, la serie se sigue transmitiendo en México, toda América Latina y España, con su audio original, pero también es emitida con diferentes doblajes a otros muchos idiomas en más de diez países, de modo que el programa "Chespirito" puede ser visto desde Brasil y hasta Angola, siendo un suceso rotundo y constante. Tal vez por esa razón Homero, el personaje de la serie canadiense "Los Simpson", incluye entre sus personajes favoritos al "Chapulín Colorado".


Nuestro aclamado comediante ha llegado tan lejos gracias a ese don como escritor, que lo mismo ha vaciado en poemas, ensayos, canciones, guiones para televisión, cine y, por supuesto, la máxima de la creación dramática: el teatro, con siete obras en su haber, una de las cuales, "11 y 12", es hoy por hoy considerada por los críticos como la comedia de mayor éxito en toda la historia del teatro mexicano, en la que nuevamente escribió, actuó y dirigió. Esta obra es un récord más para él, ya que permaneció siete años seguidos en cartelera en el mismo teatro. Posteriormente hizo gira por toda la república.




También ganó el segundo lugar en el concurso de la Sociedad General de Escritores de México por su obra "La Reina Madre", cuya trama gira en tomo a la vida de la mamá de Charles Chaplin, uno de sus grandes ídolos.


Roberto Gómez Bolaños fue, hasta 1998, director de Televicine, etapa en la que desarrolló acertadamente varios proyectos, tales como "La Primera Noche", "Elisa antes del fin del mundo", "Última llamada", "La Paloma de Marsella" y "Un Baúl Lleno de Miedo", entre otras.


En el campo literario, su primera experiencia fue el "El Diario del Chavo del Ocho", un libro pleno de ternura. Recientemente, cristalizó el sueño de publicar su libro "...Y también poemas”: Presentado en México, Santo Domingo, Chile, Chicago, Phoenix, Los Ángeles y El Salvador.

Su labor artística ha trascendido ya en el tiempo, pues abarca a más de cuatro generaciones.


En 1977 el "Show de Chespirito" llenó dos veces en el mismo domingo el estadio de fútbol de Santiago de Chile, cuyo cupo es de 80,000 personas; en Buenos Aires, Argentina, en el Auditorio Luna Park, con un cupo de 25,000 personas, "Chespirito" dio catorce funciones. En la Quinta Vergara, de Chile, en 1977 tuvieron sobrecupo. En la ciudad de Nueva York, en el Madison Square Garden, sorprendió con dos llenos hasta los topes en un solo domingo, en 1983.


En 1978, la película "El Chanfle" batió todos los récords de taquilla existentes hasta esa fecha en México.

En más de 50 años de escribir, Chespirito ha acumulado algo así como 60,000 cuartillas en limpio (sin contar correcciones), lo cual equivale a 2’400,000 líneas y un aproximado de 168’000,000 de letras.


Y ni hablar de las horas de transmisión al aire, las cuales, hasta la fecha, no se han logrado contabilizar, a pesar de que existen solicitudes constantes de Guiness Récords para incluirlo en el área de TV Stars.


La Sociedad de Autores y Compositores de Música, organizó una ceremonia el 26 de octubre del 2005, en las instalaciones de la SACM, en la que el Consejo Directivo, encabezado por el maestro. Roberto Cantoral, rindió homenaje a socios con una trayectoria de 25 y 50 años en el difícil quehacer de la inspiración, entre ellos, Roberto Gómez Bolaños, por sus 50 años como compositor.


Roberto Gómez Bolaños falleció el 28 de noviembre de 2014.



Fuente: -SACM: Sociedad de Autores y Compositores de México,

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Manuel Alejandro es, sin duda, el mejor compositor de la canción romántica de los últimos 60 años. El jerezano ha compuesto para los cantantes españoles como Rocío Jurado, Raphael, Nino Bravo o Julio Iglesias También firmó el éxito que catapultó la carrera de Jeanette, "Soy rebelde" y "Procuro olvidarte", que puso en el mapa musical al nicaragüense Hernaldo Zúñiga.


En México, este gran maestro de la composición ha hecho historia con dos cantantes produciendo los discos más vendidos en las trayectorias de ambos intérpretes. Primero con el cantante Emmanuel y su disco Íntimamente, Emmanuel, en al año 1980, situándolo en los primeros lugares de popularidad del mercado español y de Latinoamérica y, en segundo lugar con José José, quien graba por primera vez bajo la dirección musical del compositor en el año 1983, logrando el récord del disco más vendido en la historia de México, Secretos, con casi 5 millones de unidades.



Manuel Alejandro es también el responsable de uno de los discos más emblemáticos en la carrera de El Puma, Dueño de nada, del año 1982, y que fue coproducido por su hijo David Beigdeber.

Como soy mucho de efemérides y como disfruto tanto del canto, vengo celebrando su vida y su legado interpretando sus canciones en la plataforma Smule. Es difícil la elección.

Comparto, a continuación, algunos datos de su vida y algunas canciones de las que ha escrito.

"El día que puedas" a dúo con Jazz, de Chile.


Manuel Alejandro (Jerez de la Frontera, 20 de febrero de 1932) es un compositor, arreglista, productor musical y cantante español cuyo nombre real es Manuel Álvarez-Beigbeder Pérez. Es uno de los músicos más prolíferos de habla hispana, con más de 500 canciones en su haber. Ha desarrollado su profesión en España y México. Es hijo del también compositor Germán Álvarez Beigbeder (1882-1968), fue compositor y director de la banda de Música de Infantería.

Manuel Alejandro y Raphael. Años 60


Estudió Música en el Conservatorio de Madrid y también la carrera de Filosofía.

Su formación comenzó cuando apenas era un niño y el primer obstáculo al que tuvo que hacer frente en su vida le llegó con tan solo 16 años. Una lesión en el brazo derecho le llevó a pasar cinco veces por quirófano. Aquello le dejó secuelas en la movilidad, se libró de la mili y también cambió su destino, por lo que tuvo que renunciar a dedicarse a la música clásica y se centró en sus otras facetas, la de compositor, arreglista, director de orquesta, productor e incluso cantante solista.


Manuel Alejandro se había casado, muy joven, con Helena Gómez Estrada, con quien tuvo tres hijos: Javier, Carlos y Patricia. Nunca quiso aparecer con ella en las revistas. Se separaron en 1963. A poco de la ruptura de sus primeras nupcias, encontró a la mujer de su vida, según confesaría: Purificación Casas Romero.

Le costó lo suyo ennoviarse con ella, que lo rehuía, hasta que por su tenacidad logró conquistarla. Pero no podían legalmente casarse. En el entorno familiar de Manuel Alejandro su emparejamiento con Purificación fue mal visto. Optaron por marcharse una larga temporada a Portugal donde en 1964, instalados en Estoril, Manuel Alejandro pudo subsistir tocando el piano allí donde lo contrataran. A su regreso a Madrid, ya sin importarle que lo acusaran de estar "amancebado", fue cuando estableció relación profesional con el maestro Gordillo y Raphael.

Manuel Alejandro, sin poder legalizar su unión con su nueva mujer, quiso darle a ella protagonismo y optó por considerarla coautora de buena parte de sus creaciones. Pero con un sobrenombre, el de Ana Magdalena, tomando como referencia el apelativo de la segunda esposa de Juan Sebastián Bach: Ana Magdalena Wilcke. ¿En verdad Purificación Casas Romero, o Ana Magdalena, era autora de esas piezas que firmaba al alimón? Puede que, amén del detalle, aconsejado por su asesor fiscal, Manuel Alejandro buscara un medio de diversificar sus negocios editoriales, los derechos de autor. El caso es que Purificación es la receptora de la mayor parte de creaciones de su marido; en ella piensa siempre a la hora de componer.

La primera canción que le dedicó fue Yo soy aquel; la escribió en el 1965 ha comentado el compositor en varias entrevistas y ha sido la musa de muchas de sus canciones. Purificación falleció en marzo de 2021 a causa de COVID. "Ella era divina", ha dicho, tras confirmar que pasaron 57 años juntos viviendo "el día a día".

Manuel Alejandro y Nino Bravo, finales de los años 60


Los comienzos de Manuel Alejandro fueron difíciles. Empezó como especialista de efectos especiales en la Cadena SER y pianista en salas de Estoril. Desde muy joven se destacó como compositor, arreglista, director de orquesta, productor e incluso cantante solista.

En 1959 se dio a conocer con la canción Alguna vez, que el barcelonés José Guardiola llevó al Festival de Benidorm. Aquella melodía le proporcionó veinte mil pesetas, una pequeña fortuna entonces para quien andaba siempre con sus bolsillos medio vacíos.

De aquellas visitas al estudio del maestro Gordillo, le surgió la oportunidad de componer para Raphael y de ser su pianista y director de orquesta en sus primeros tiempos.


En 1960 alcanzó la fama cuando el joven cantante Raphael interpretó sus éxitos Yo soy aquel, Cuando tú no estás y Cierro mis ojos, entre muchas otras, con quien trabajó durante nueve años consecutivos, hasta 1969. Compuso temas como Ese día llegará ―interpretado por la gran Mirla Castellanos― que en 1969 ganó el Festival Internacional de la Canción de Benidorm, y Fango ―también interpretado por Mirla Castellanos― que ganó el Primer Festival de la Onda Nueva (en 1971), organizado por el músico y compositor Aldemaro Romero.


A principios de los años setenta compuso para el popular artista valenciano Nino Bravo, los temas Como todos, Es el viento, No debo pensar en ti y Quién eres tú. Continuó cosechando grandes éxitos en esa década en las voces de Libertad Lamarque, Pedro Vargas, Julio Iglesias, Rocío Jurado y del mismo Raphael, entre otros.

De modo esporádico trabajó con los tenores Plácido Domingo y Alfredo Kraus. Con el primero colaboró en un disco 1984 y, con el segundo, en un villancico que Kraus cantó en 1994 durante el Concierto de Navidad celebrado en El Vaticano.

Como solista ha grabado 3 álbumes; uno en 1972 con la disquera RCA y otros 2 con Ariola en 1973 y 1974. Ha producido dos recopilaciones de éxitos; una junto a Ana Magdalena en un doble LP llamado Amor grande, Alejandro «El Grande» y otro titulado Etiqueta negra. En 1968 grabó un LP en Hispavox, con versiones instrumentales de los éxitos de Raphael y otro LP instrumental en 1969 con canciones al estilo barroco.


En Benidorm participó, sin suerte, con Se muere por mí la niña. Grabó dos o tres discos, uno de ellos con una emotiva pieza, Esa mujercita, dedicada a su madre. Quizás la que más difusión tuvo fue Manuela, pese a que ello se debió no a su versión, sino a la del bilbaíno Koldo.

A partir de 1975, con la participación del citado en Eurovisión cantando Yo soy aquel, la vida de Manuel Alejandro cambió por completo. Y poco a poco alcanzó una dimensión fuera de nuestras fronteras, en Europa y sobre todo en Hispanoamérica. Su figura se hizo pronto popular, aunque no apareciera como protagonista en las publicaciones del corazón, por su timidez y contundente afán de pasar lo más inadvertido posible. Sólo le interesaba que se conocieran sus canciones.

Quiso él también darlas a conocer con su voz. Y ahí, fracasó. En Benidorm participó, sin suerte, con Se muere por mí la niña. Grabó dos o tres discos, uno de ellos con una emotiva pieza, "Esa mujercita", dedicada a su madre. Quizás la que más difusión tuvo fue "Manuela", pese a que ello se debió no a su versión, sino a la del bilbaíno Koldo.

Manuel Alejandro le hizo competencia otro prolífico colega, ya fallecido, Augusto Algueró (hijo). Poco dado a dar entrevistas a pesar de tener un carácter afable y bonachón, a Manuel Alejandro le gusta pasar desapercibido, suele ser bastante parco en palabras en incluso ha llegado a rechazar escribir su propia biografía.

Manuel Alejandro y Purificación Casas, su esposa.


Manuel Alejandro llegó a cobrar diez millones de pesetas, hacia 1970 o al menos durante esa década, por un álbum de doce composiciones, cuando las casas de discos le pedían material inédito. Unos años después, su cotización subía a cien millones por lo mismo. Era su época de oro, los años setenta y ochenta: lo que ningún otro colega, al menos en España, percibía por su trabajo. Y es que constituía una inversión segura para una editora o un cantante.

Nunca supimos de sus escapadas fuera de España, su silenciosa vida en Miami u otras capitales de habla hispana. Invirtió en algún negocio que le fue nefasto para sus finanzas. Y corrió el rumor entre la familia musical de que estaba medio arruinado, otro relativo a las razones del por qué no retornaba a España, esos misterios que el cauteloso e introvertido personaje se ha guardado para sí.



Pero como sus derechos de autor, dada la gran cantidad de títulos millonarios en ventas, han sido elevados, permitiéndole vivir "a lo grande", Manuel Alejandro fue recuperando, con creces, lo perdido. Quienes conozcan al compositor, no muchos, saben de sobra su aparente desapego al dinero. Prefiere dar la sensación de ser un bohemio de lujo, al que sólo le importan dos cosas en esta vida: la música y su familia. Contaba Alfredo Fraile en sus jugosas memorias, que una vez estuvo en casa del compositor, sorprendiéndole que apenas estuviera amueblada, pero con un piano situado en el inmenso salón de la vivienda.

«A veces llegan cartas», a dúo con Cruz Miguelina, de Puerto Rico


Anécdotas en su amplia biografía las tiene a puñados, aunque Manuel Alejandro es poco amigo de entrevistas y las veces que las ha dado casi hay que sonsacarle datos, opiniones y recuerdos; pero no es porque sea antipático: todo lo contrario, es cortés y agradable, pero poco comunicativo con los periodistas.



"Hasta la muerte de mi mujer no quería volver atrás para vivir nada otra vez. Ahora volvería a vivirlo todo", aseguraba para 'El País' en lo que fue su primera entrevista tras el fallecimiento de su mujer. Y eso que nunca le han gustado: "No me gustan absolutamente nada las entrevistas. Me encantan las conversaciones, pero para charlar en una barra de un bar. Siempre me ha gustado guardar mi intimidad", comentaba el músico en conversaciones con Vanitatis cuando le concedieron el título de Hijo Predilecto de su Jerez natal.


Fuentes: Libertad Digital & Eurovision Artists

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Ràdioscope era uno de los programas más populares de la radio catalana, se retransmitía a diario y en directo desde el estudio Toresky de Radio Barcelona. Esa mañana Salvador Escamilla, su creador, presentó a un joven del Poble Sec barcelonés que había escrito algunas canciones en catalán. Y no sólo le abrió las ondas de la radio más escuchada del momento, sino que lo recomendó a la discográfica Edigsa, la que cortaba el bacalao en cosas de cançó catalana. Así, en cosa de pocas semanas un aún desconocido Joan Manuel Serrat pasó a grabar su primer disco, e incorporarse, previo examen, a Els Setze Jutges (fue el miembro número trece) e iniciar sus primeros conciertos públicos (el primero en mayo de ese año en Esplugues de Llobregat).




Ahí comenzó todo pero la historia había empezado un poco antes, exactamente el 27 de diciembre de 1943. Ese día, al segundo hijo de Josep y Ángeles le pusieron por nombre Joan Manuel. Un niño espabilado que estudiaría para perito agrícola mientras aprendía a manejarse con una guitarra y se dejaba impresionar tanto por la canción francesa como por la copla, la zarzuela o el tango. De esa impresión surgió El mocador, su primera canción, y el inicio de una de las carreras artísticas más importantes del siglo XX. Una carrera que ya comenzó como tal.




Serrat no entró en Els Setze Jutges con una idea de reivindicación de la lengua y la cultura o como una afición complementaria a un trabajo "más serio". Serrat quería ser cantante y estaba dispuesto a conseguirlo, probablemente por ello fue el primer Jutge que se profesionalizó y el único de los trece iniciales que edificó una carrera de continuidad que le ha llevado a celebrar más de cincuenta años en la profesión (una cifra que se dice rápido pero de la que muy pocos en la Península pueden presumir).




A aquel primer mocador, que figuraba también en su primer disco, siguieron algunas canciones que marcarían indefectiblemente el panorama catalán (y la estela aún dura): Ara que tinc vint anys, Cançó de matinada, Paraules d'amor o La tieta. Ya en 1967 Serrat realizó sus primeros conciertos en solitario en el barcelonés Palau de la Música Catalana, la meca soñada de cualquier músico, e inmediatamente después protagonizó su primer especial televisivo cantando en catalán para todo el estado.




El paso siguiente era lógico y coherente: cantar en castellano, a pesar de la oposición de muchos de sus compañeros de la cançó, y de ahí a Eurovisión, que todavía era un festival serio, un simple suspiro. Pero todo se lió alrededor de ese festival, al final Serrat declinó participar (fue Massiel y ganó) pero dejó la canción grabada en varios idiomas para demostrar su apertura de miras. Su público ya no era solo el catalán o el español, su público estaba en todo el mundo y se lanzó a demostrarlo.



Mientras América Latina le abría las puertas de par en par, en España la censura franquista maltrataba alguna de sus canciones y más tras su encierro en Montserrat protestando contra el juicio de Burgos en 1970 o, en 1975, sus declaraciones contra los fusilamientos del régimen español. La continuación fue un año de exilio, un regreso apoteósico y su imagen convertida en uno de los iconos de la transición apoyando a Felipe González.


A partir de ahí Serrat ha vivido con un pie en la Península y otro en el continente americano y sería difícil afirmar en qué lado del Atlántico es más querido y respetado. En Argentina o Chile lo sienten tan suyo como en el mismísimo Poble Sec barcelonés. Y, en realidad, así es porque Serrat ha conseguido convertirse en un sentimiento colectivo fácilmente compartible más allá de atisbos geográficos. Los Cantares o la Saeta de Antonio Machado, el Para la libertad de Miguel Hernández o sus propias Mediterráneo, Hoy puede ser un gran día, Pare o Tu nombre me sabe a yerba son ya canciones populares en todo el sentido de la palabra, de esas (pocas) que se seguirán cantando incluso cuando su autor haya desaparecido de la memoria colectiva porque son canciones que forman parte de esa memoria colectiva independientemente de quien haya sido su autor.



De la guitarra solitaria a la orquesta sinfónica, de las canciones propias a las versiones de la nova cançó o del cancionero latinoamericano, de la música tradicional a la poesía con mayúsculas (de Machado a Salvat Papasseit), de la democracia a la ecología, del amor al desamor, ... Todo cabe en el universo serratiano, el de todos, y escuchándole en cualquiera de esos contextos se comprende que no es casual que lleve ya (el galimatías es suyo) más de veinte años diciendo que hace veinte años que dice que tiene veinte años, que todavía tiene fuerza, que no tiene el alma muerta y siente hervir la sangre. Y los que quedan.



Fragmento de entrevista publicado por Miguel Jurado. El País








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