top of page

Ni siquiera la pandemia detiene a Clint Eastwood. Con 90 años cumplidos en plena cuarentena (los celebró el 30 de mayo pasado), el último de los grandes directores clásicos prepara su regreso con un proyecto que, además, lo tendrá de nuevo como protagonista, además de productor y director.


"Cry Macho" es el título que, de concretarse, tendrá la 39ª película de Eastwood como realizador. El portal "Deadline", primero en anunciar la novedad, anticipó que falta todavía la confirmación formal de Warner Bros., el estudio con el que Eastwood trabaja desde siempre, pero al mismo tiempo adelantó que el propio astro ya se puso en marcha en la búsqueda de locaciones y exteriores para el futuro rodaje.


La película está inspirada en una novela de N. Richard Nash que estuvo más de una vez cerca de filmarse, inclusive en manos del propio Eastwood en 1988, cuando prefirió filma "The Dead Pool", quinta y última aparición en la pantalla de su clásico personaje Harry Callahan (Harry el Sucio). Nash escribiría el guión junto a Nick Schenk, que ya trabajó con Eastwood en Gran Torino y La mula. Una década atrás la idea reapareció con Arnold Schwarzenegger como protagonista, pero finalmente quedó en la nada pese a que había sido anunciada como un hecho en el Festival de Cannes.


La acción transcurre en 1978 y el personaje central, que interpretaría el propio Eastwood, es el de una legendaria figura del rodeo y criador de caballos al que todos consideran acabado y completamente inútil. En un momento, recibe una propuesta: un antiguo jefe suyo quiere recuperar a su hijo, que vive con su madre alcohólica en México. El hombre y el muchacho, según se anticipa, atraviesan las rutas mexicanas en el camino de regreso a Texas en un viaje que tendrá mucho de redención para ambos, sobre todo para el anciano.


Más allá de este anuncio y de la expectativa que ya despierta una nueva película de Eastwood, cuya rapidez para filmar podría hasta convertir en una posibilidad cierta el estreno de "Cry Macho" para fines del año que viene, el nombre de Eastwood volvió a aparecer en los últimos días por otro tema urgente ligado a las consecuencias de la pandemia.


Eastwood firmó junto a otros destacados directores (entre ellos James Cameron, Christopher Nolan, Wes Anderson, Greta Gerwig, Ang Lee, Judd Apatow y decenas más) una carta abierta en la que se reclama a las autoridades un urgente apoyo económico para evitar el riesgo de un cierre masivo de salas de cine en los Estados Unidos, cerradas desde hace al menos seis meses por el impacto del COVID-19.


La declaración advierte sobre todo a los legisladores que de no aplicarse algún tipo de ayuda específica para los exhibidores, alrededor del 70 por ciento de los cines manejados por empresas pequeñas y medianas se verán forzadas a cerrar o en el mejor de los casos declararse en convocatoria de acreedores. La anunciada postergación para 2021 del estreno de Sin tiempo para morir, la nueva película de James Bond,fue vista por la industria como la confirmación definitiva de que este año está completamente perdido y sin títulos actractivos ni posibilidades de reaperturas normales el negocio del cine en las salas seguirá en un limbo peligrosísimo para su continuidad.






Fuentes: La Nación & Excelsior

385 visualizaciones0 comentarios

El merengue, conocido también como “La muerte del Chivo”, título que inspiró la novela “La Fiesta del Chivo”, del peruano Mario Vargas Llosa, fue popularizado en el país por Antonio Morel, considerado el músico más independiente durante la tiranía: “Mataron el chivo/ en la carretera/ déjenmelo ver/ déjenmelo ver/ déjenmelo ver./ Mataron el chivo/ y no me lo dejaron ver./ Al unísono de la voz de Vinicio (Mambo) Franco.


Una versión de lo del mote o apodo de “Chivo”, era por el apelativo que se refuerza por la imagen del macho cabrío que aparece en la cubierta a los pies del demonio que ostenta los símbolos del poder.





Nacido el 20 de diciembre de 1920 en el sector de la Ceiba de Madera, en Moca, Antonio Morel comenzó sus estudios de música en el poblado de Tamboril, guiado por el profesor Federico Camejo y años después aprendió a tocar la guitarra con el trovador Juan Lockward.


En 1947 fundó su propia orquesta la cual integraron importantes figuras del espectáculo como lo fueron el director y músico Enriquillo Sánchez y el cantante Luís Vázquez.


Sucesivamente pasaron por ella vocalistas de la talla de Joseíto Mateo, Francis Santana, Lope Balaguer,Lupe Serrano, Flor de Lis, Alberto Beltrán y muchas otras destacadas figuras.


La orquesta de Antonio Morel y la Súper Orquesta San José fueron por los años cuarenta y cincuenta las máximas instituciones musicales en su género. Antonio Morel y su orquesta grabaron para varios sellos discográficos; entre ellos, S. M. Mozart, Marvela y Decca dejando registradas piezas como Apágame la vela, Lamento Náufrago, San Cristóbal, Mi Gloria, Demasiado Corazón, Arenas del Desierto, No me abandones y muchas otras de diversos géneros que gozaron de gran popularidad.


Antonio Morel falleció en Santo Domingo, el 13 de mayo del 2006, a los 85 años de edad


Texto: Compendio de varios autores.



Otros artículos:










Fuente: Compendio de varios autores.


1003 visualizaciones0 comentarios

“Tú, niña prodigio, ¿qué coño te has creído?”

Ana Belén cumple 70 años con el sello propio de su carisma como artista y anclada a Víctor Manuel, su marido: “Él es tierra; tiene calma para centrar las cosas”.


Ana Belén era una adolescente tímida de 14 años que se encerraba con llave en el camerino hasta que tenía que salir al escenario o al set de rodaje. Alzó el vuelo cuando Miguel Narros, que la llevó al teatro y a ser una artista, la tomó en sus manos. Ella lo recuerda así: “Fue como si me diera un azote en el culo y me dijera: ´Tú, niña prodigio, ¿qué coño te has creído?”





Narros ayudó a crecer a aquella muchacha madrileña que había debutado ante un auditorio de Radio Madrid. Le dio un método de trabajo y le fue indicando cómo “hacer funcionar las emociones”. Su debut con las candilejas serias fue con Luis Lucia, que se extrañaba de que la chiquilla nunca le diera un beso. Sus talentos entonces parecían presagiar en ella una Rocío Dúrcal o una Marisol, pero pronto se supo que su voz y su presencia tenían su nombre propio. Que no fue el suyo, pues vino al mundo llamándose Pilar Cuesta, y ahora cuesta llamarla Pilar, aunque ella dice que “la auténtica Ana Belén es Pilar Cuesta”.


Es ahora, sesenta años después de su debut y de sus indecisiones, la hermana menor de una generación que se junta sin cesar para cantar o para contarse. Entre esas personas que son artistas reconocidos en España y en América, sobre todo, están Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina o Miguel Ríos, así como otro muchacho que fue (y sigue siendo) tímido como ella. Víctor Manuel es su marido, el padre de sus hijos y el compositor que le ofrece a su voz y su talento la esencia de lo que canta. En el arte de la voz podría decirse que Víctor es aún como aquel Miguel Narros que le dio una nalgada simbólica para que dejara de ser una niña prodigio y se metiera en la apuesta que ganó y que ahora la hace indiscutible sobre las tablas y ante el escenario de la música.





En aquel entonces de su nacimiento sucesivo a la canción, al teatro y al cine, contó ella a este diario cuando tenía 56 años, ya era un mito reconocible a la primera nota que saliera de su garganta, “muy fría y muy pudorosa. [Narros] hacía el vestuario de la película”, y recuerda que pedía que cerraran la cortina cuando se estaba probando en el vestidor. “Supongo que tenía las emociones a flor de piel. Él decía que, si apretabas una tecla, yo podía ponerme a llorar inmediatamente. A él le debía de dar lástima mi juventud, una chica metida a niña prodigio”.


Las noches vinieron a salvarla de tanto pudor, porque como los espectáculos terminaban tarde y había que ir “adonde iban los actores” empezó a juntarse con el oficio y avisó a los padres de que ya no la esperaran despiertos. Sus compañeros de las noches iban a ser gente como Berta Riaza, Julieta Serrano o el propio Narros. Ya era Ana Belén, que ahora, este 27 de mayo, cumple 70 años.


¿Y dónde queda aquella niña? Bueno, la niña prodigio pasó a la historia, pero algo de aquella muchacha que luego fue Ana Belén sigue ahí. Siguen los miedos, a los que se añaden los que provienen de las heridas del tiempo, la muerte de los padres, las incertidumbres que producen las edades de los hijos, pero persiste en las nubes de esas décadas, que ahora son siete y redondas, aquel pavor a la oscuridad en la que se agazapaban las fantasías oscuras que hacen que los niños se metan debajo de sus almohadas. Y sigue, claro, la niña de la calle del Oso, donde nació y donde vivió, como todos los chavales, todo el día en la calle, asombrada de que aquella calle, tan chica ahora, fuera entonces tan enorme para sus ojos de muchacha.




Los escenarios también siguen siendo desfiladeros de los miedos. Miedo de hacerlo mal, “de decepcionar al director o al productor”. Pero ella se tira a la piscina. “Y, a pesar de que sé que no sé nada, siento que me espera algo saludable o torturante”, asegura.


Aquella niña a la que adiestró a ser mayor Miguel Narros tuvo luego otro Narros que se llama Víctor, Víctor Manuel, su amor desde 1971. “Narros lo decía, pero Víctor no lo dice. Él es tierra, como mi madre; tiene calma para centrar las cosas, a pesar de su lado soñador, pero a veces nuestros papeles son intercambiables en un oficio cuyos sueños son parte de la profesión”.


Está ahora en dos sueños, concretamente: de gira con Eva contra Eva, de Pau Miró, que dirige por toda España Silvia Munt. Y se prepara con Lluís Homar para poner en escena en Almagro Antonio y Cleopatra. No le tiene miedo al bardo: “A los 15 años ya hice con Narros El rey Lear, y ahora dirigirá este Shakespeare otro de mis maestros, José Carlos Plaza”.


Setenta años. ¿Y qué canción se regalaría? “Una que canté de niña, Calle del Oso, es muy poco conocida, la grabé hace tanto. Me lleva a aquella atmósfera, la calle desierta, los coches que pasaban de vez en cuando, y por allí había una zapatería que se llamaba Gallardo, a la que iba a comprar Lola Flores sus zapatos. Nos poníamos a cantarle”. Luego sería ella misma una niña prodigio a la que Miguel Narros se empeñó en convertir en actriz para toda la vida. Agapimú, Ana Belén.




Fuente: El País. Mayo, 2021

258 visualizaciones0 comentarios
bottom of page