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Nicolás (Pipo) Mancera, periodista de espectáculos, viajó a Francia y se interesó por el Show de Yves Montand (Yves Montand on Broadway, 1961), buscando emularlo en la Argentina. Tal como relataría en el documental Siglo XX Cambalache: "El programa nació porque no había nada que poner los sábados a la tarde", por lo que convenció al entonces director general del Canal 9 CADETE, Manuel Alba a realizar un "ómnibus", conduciendo los primeros tres meses gratis y luego, si el programa alcanzaba el índice de audiencia adecuado, recibiría anualmente el 100 por ciento. Circulares con Mancera se convirtió en un éxito inmediato.


El 6 de enero de 1962 salía al aire el primer programa que consistía en un show periodístico-musical y fue un hito en la televisión argentina. Nació como un ciclo de verano, y gracias al éxito obtenido permaneció trece años en pantalla.


En 1964 Nicolás firmó contrato con Canal 13 Proartel y cambió el nombre por Sábados Circulares con Mancera. Era técnicamente calificado de "programa ómnibus" ya que tenía seis horas de duración. Por allí pasaron las figuras nacionales e internacionales más reconocidas de la época. Entre otros: Sandro, Lola Flores, Raphael, la legendaria actriz mexicana María Félix, Nélida Lobato, el célebre torero español Manuel Benítez "El Cordobés", el presentador chileno Mario Kreutzberger "Don Francisco", la superestrella del fútbol Pelé, Joan Manuel Serrat, Geraldine Chaplin, Marcello Mastroianni, Simone Signoret, Sophia Loren, Atahualpa Yupanqui, el actor escocés Sean Connery, el cómico español Gila, Irineo Leguisamo, Lolita Torres, Leonardo Favio, Cacho Fontana, el humorista Juan Verdaguer, el boxeador Ringo Bonavena, Alberto Closas, Los payasos españoles Gaby, Fofó y Miliki, Alain Delon, Luis Sandrini, Libertad Lamarque, Tita Merello, Niní Marshall, Rubén Juárez, Aníbal Troilo, Mister Chasman, Sergio Denis, etc.



Mancera lo hizo todo y más. Precursor y vanguardista, no tuvo límites a la hora de aportarle a la incipiente televisión entretenimiento y audacia con factura internacional. Pipo convirtió a su programa Sábados Circulares en un ciclo que reflejaba su idiosincrasia curiosa y en un fenómeno de masas irrepetible en la televisión argentina.


En 1967, durante su momento de mayor popularidad, hizo el mayor índice de audiencia de la televisión argentina hasta el momento con el casamiento de Palito Ortega y Evangelina Salazar.​ En 1969, desde el Festival de Venecia, hizo la primera transmisión vía satélite para la televisión argentina, en un momento en que recién se desarrollaba tal tecnología.


El presentador se lució como domador de leones y haciendo pruebas de escapismo e introdujo por primera vez en la televisión argentina la «cámara sorpresa» (adaptada de Candid Camera) en abril de 1962. La primera cámara oculta en tres lugares diferentes (Nueva York, Madrid y Buenos Aires) tenía como propósito evaluar cómo reaccionaba la gente de diferentes países con la misma broma. A causa de esto, Pipo fue detenido en España porque uno de los españoles lo acusó frente a un policía debido a que atentaba contra la "seriedad española".​



En 1971, Mancera presentó a un «chico malabarista» que hacía sus gracias con una pelota de fútbol. Era Diego Armando Maradona, quien por entonces tenía diez años. También proyectó la primera entrevista televisiva al futuro astro, en la que Diego afirmaba que su sueño era jugar el Mundial de Fútbol.


Fuentes: IMDb, La Nación y Wikimedia Commons

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En uno de sus primeros viajes a Buenos Aires, Serrat fue invitado a cenar a la casa de Mercedes Sosa. Víctor Heredia y Pedro Pablo García Caffi, del Cuarteto Zupay; fueron quienes recibieron, en un par de oportunidades, el pedido de la cantora para que lo invitaran a una reunión en su departamento. Estaban sorprendidos de que aún no se conocieran.


Serrat andaba por Buenos Aires en el auto de Miguel Gila, que por esos días había regresado, junto a su mujer, a España. Era un Torino blanco que estacionó en la puerta de la casa de García Caffi. Unos minutos después llegaron hasta el departamento de Sosa, en Arenales y Bustamante, en Palermo, el primero que se compró —en cómodas cuotas— junto a su pareja, Pocho Mazzitelli.


El ambiente era muy pequeño: sólo entraban en el living unas veinte personas. La Negra estaba tan convulsionada con la visita de Serrat, que preparó una comilona y también llamó a algunos buenos amigos. Uno de los más prestigiosos fue el pintor Juan Carlos Castagnino. Le habían propuesto que retratara a los participantes: no llegó a dar ni una sola pincelada.


Ni bien llegaron al departamento, Mercedes Sosa, Joan Manuel Serrat, Pedro Pablo García Caffi y su mujer, Silvana, se sentaron en un sillón a conversar. El catalán encendió un cigarrillo y uno de los invitados le disparó una pregunta: "¿qué pensaba del Partido Comunista en Europa?"


—El Partido Comunista en Europa está caduco —reconoció, sin disimulo.


Una gran parte de los artistas que frecuentaban la casa de Mercedes Sosa estaban ligados por entonces —o simpatizaban— con el Partido Comunista Argentino. La declaración de Serrat molestó mucho a la cantora, quien reaccionó diciendo que “en su casa no iba a permitir escuchar esas declaraciones”, y algunas otras palabras de enojo.


Serrat apagó el cigarrillo, se puso de pie y caminó hasta la puerta. De repente, se escuchó un portazo. El hijo de Mercedes Sosa, Fabián Matus, que jugaba en su habitación, se sobresaltó y escuchó cómo el bullicio se apagó de repente.


Víctor Heredia y los integrantes del Cuarteto Zupay, entre otros pocos amigos, terminaron en el pequeño departamento del autor de “Todavía cantamos”, mientras masticaban una pizza mala, consternados por el fin subrepticio de la noche.

Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat, en cambio, no volvieron a dirigirse la palabra.



El 31 de mayo de 1978 se realizó un festival en el Teatro Coliseo Roberto Clemente de Puerto Rico: Conciertos para un pueblo. Figuraban además Las Hermanas Castillo y Don Guillermo. El afiche mostraba a Sosa y Serrat, serios, con imágenes de sus rostros en blanco y negro.

Se volvieron a encontrar en Puerto Rico en este concierto. La prueba de sonido lograron hacerla sin problemas pero ni bien arrancó el concierto, una tropa llegó al estadio y tuvieron que correr con Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat hacia el aeropuerto y despacharlos en el primer vuelo para que no fueran arrestados. El resto de los integrantes del equipo, todos sus músicos y el público que estaba en las plateas y las gradas del certamen, sin embargo, pasó toda la noche entre rejas.




En el aeropuerto, Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat cruzaron algunas palabras formales. La cantora, arrepentida, le pidió disculpas por aquel episodio de unos años antes en su casa.


La revista del domingo de Clarín promocionaba, coincidiendo con su retorno de a La Argentina, un suplemento especial: “Para recibir al cantante catalán, escriben Eladia Blázquez, Mercedes Sosa y León Gieco. ¡Bienvenido Serrat!”.


Mercedes Sosa arrancaba su columna, dejando de lado, quizás, todos los enconos del pasado: “(…) A lo largo de toda la gira por Centro y Sudamérica que estoy realizando, he seguido con mucho interés y con una gran ilusión todas las noticias vinculadas al viaje de Serrat porque considero que él es un artista querido y necesario, que ha tenido siempre una posición lúcida con respecto al país. Lúcida y firme, pues a su gran talento como cantante ha sabido sumarle siempre su sensibilidad de poeta y su comprensión de hombre. Su llegada, sus actuaciones, el suceso que está produciendo son hechos artísticos importantes porque él estuvo siempre cerca de los argentinos, aun en su patria, aun en su exilio. Tal vez sea el único artista español que estuvo tan cerca de nosotros, que actuó en festivales y levantó siempre su voz por nuestra patria. Por eso siento que vuelve a cantar alguien a quien consideramos como un hijo”.


Mercedes Sosa se enfermó: una depresión, sin disimulos, la tumbó durante meses y meses en 2005. No quería comer, ni trabajar, ni salir de su casa: bajó, en nueve meses, más de 35 kilos. Los rumores comenzaron a correr. Una mañana en que estaba mejor, poco a poco se recuperaba, sonó el portero. Fabián Matus, su hijo, fue hasta la cocina, y María, la mucama, le dijo:

—Está don Serrat, abajo y quiere ver a la señora Mercedes.


El cantante conocía la casa de La Negra y cuál ascensor tomar para llegar hasta el departamento de Pellegrini y Arroyo. Pero tomó el de servicio y Matus corrió a buscarlo por el principal. Cuando éste llegó, estaba sentado en la cocina.


—Mirá, Fabián, vine porque estoy muy asustado. Llego acá y me encuentro con que los amigos me dicen que tienen secuestrada a Mercedes y de acá no me muevo hasta no hablar o verla.

Matus trató de explicar en qué estado estaba la cantante. Se sintió mal: era la primera vez que alguien lo acusaba de frente y sin rodeos sobre los rumores que circulaban. Y quien lo encaraba era nada menos que Serrat.


—No quiere ver a nadie. No es con vos; está mejor pero no quiere que la vean así —le explicó.


—Yo te dije que no me voy de acá hasta que la vea —le respondió Serrat.


Fabián fue hasta el cuarto de su madre.


—Mirá, mamá, está el Nano acá en casa.


—¿Qué? ¿El Nano? No, yo no quiero que me vea…


—Mamá, le contaron esto a él… Esto es algo que se viene diciendo hace mucho, no tiene importancia, pero el tipo te quiere ver porque necesita sacarse la duda…


—Bueno, está bien; llamá a María, que venga a ayudarme a vestir y me arregle un poco.


Mercedes Sosa se puso un vestido, se peinó, se pintó los labios. “Llevo meses de este modo, pero Fabián me cuida y espero curarme pronto”, le dijo la artista.


Fabián lo acompañó hasta la puerta:


—Si no me dejábais pasar, pues venía dispuesto a caerte a trompadas.


El último encuentro entre Mercedes Sosa y Joan Manuel Serrat fue cuando se grabó el disco Cantora en 2009. Fue en los estudios ION, donde se preparaban los arreglos de cuerdas: solo faltaba ponerle las voces. Se encontraron una tarde, por más de dos horas, y grabaron diferentes versiones de “Aquellas pequeñas cosas” .

En cuarenta años era la primera vez que grababan, juntos, una canción.

Fue también la última.



Fuente: Página 12

Por Tamara Smerling

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Haydé Mercedes Sosa nació en San Miguel de Tucumán, Argentina, el 9 de julio de 1935. La Negra fue una de las máximas figuras de la música folclórica y testimonial de América Latina en el siglo XX.


De humilde origen obrero, su familia descendía de indígenas diaguitas. Empezó a cantar profesionalmente temas populares argentinos cuando aún era una adolescente, pero su primer disco, La voz de la zafra, no apareció hasta 1962. Esta obra se considera precedente inmediato del movimiento del Nuevo Cancionero, iniciado en Argentina pero pronto expandido a todo el ámbito de América Latina, que pretendía rescatar los valores estéticos de la música folclórica y popular del continente.




Militó en el Partido Comunista de Argentina desde 1960 y a partir de 1965, tras una célebre actuación en el Festival Folclórico de Cosquín (Argentina), sumó la reivindicación política a su proyecto artístico para convertirse, junto con los también argentinos Jorge Cafrune y Atahualpa Yupanki, en uno de los símbolos vivos de la lucha contra las injusticias sociales y la discriminación del elemento indígena americano.


Fundadora del Movimiento del Nuevo Cancionero y una de las exponentes de la Nueva Canción Latinoamericana, Mercedes incursionó en otros géneros como el tango, el rock y el pop. Se definía a sí misma como «cantora» antes que «cantante», siendo una distinción fundamental de la nueva canción latinoamericana de la que ella fue una de las iniciadoras: «Cantante es el que puede y cantor el que debe» (Facundo Cabral).



Ese ideal fue expresado por Mercedes Sosa en los títulos de álbumes como Canciones con fundamento y Yo no canto por cantar. Entre las interpretaciones con que se ha destacado en el cancionero latinoamericano se encuentran «Al Jardín de la República», «Canción con todos», «Alfonsina y el mar», «Como la cigarra», «Zamba para no morir», «Sólo le pido a Dios», «La maza», «Todo cambia», «Duerme negrito» y «Calle angosta».​

En 1961 grabó su primer disco y en 1966 consiguió su primer éxito, Samba para no morir. Al año siguiente, realizó su primera gira por Europa, recorriendo Holanda, Bélgica, Suiza y Alemania.



Voz de la canción protesta en los años setenta durante las dictaduras latinoamericanas, cantó con Violeta Parra. Su canción "Gracias a la vida" se convirtió en un enorme éxito. También interpretó letras de Víctor Jara, como "Te recuerdo Amanda". En 1972 grabó La cantata sudamericana.

Mercedes participó en el Primer Encuentro Internacional de la Nueva Canción: Siete Días con el Pueblo, un festival político-musical que se llevó a cabo en la República Dominicana del 25 de noviembre al 1 de diciembre de 1974, convocado por la Central General de Trabajadores (CGT) de ese país.


Foto de mayo de 1978.


Durante este festival se realizaron cinco conciertos masivos en Santo Domingo, uno en Santiago de los Caballeros y otro en San Pedro de Macorís. En el Estadio Olímpico de Santo Domingo se efectuaron los conciertos de apertura y cierre. En el Palacio de los Deportes de Santo Domingo se realizaron otros dos conciertos y un quinto concierto en el parque Eugenio María de Hostos. El concierto de Santiago de los Caballeros se llevó a cabo en el Estadio Cibao y el de San Pedro de Macorís se efectuó el Estadio Tetelo Vargas.


Visitó España, Francia, Italia, México, Venezuela y Perú y en 1975 viajó a Japón. En febrero de 1978 falleció su marido y pocos meses después las autoridades argentinas le prohibieron cantar en público, por lo que decidió instalarse en París. En 1979 grabó un disco en portugués y tres años después regresó a Argentina llenando estadios de fútbol.



En julio de 1984, anunció que se retiraba, pero volvió a realizar nuevas giras. Entre sus canciones de mayor éxito destacan "Volver a los diecisiete", "Canción de todos", "Alfonsina y el mar" o "Como la cigarra". En 1989 fue condecorada por el gobierno de Francia y en 1996 la UNESCO le concedió el Premio de la Música.


Su último trabajo fue Cantora, un álbum doble donde interpretó 34 canciones a dúo con reconocidos cantantes iberoamericanos.



Entre sus discos se destacaron Canciones con fundamento (1965), Yo no canto por cantar (1966), Mujeres argentinas (1969), Homenaje a Violeta Parra (1971), Cantata sudamericana (1972), Mercedes Sosa interpreta a Atahualpa Yupanqui (1977), Mercedes Sosa en Argentina (1982), Alta fidelidad (1997), su interpretación de la Misa criolla (2000) y Cantora (2009), su último trabajo, lanzado poco antes de su muerte, que es un álbum doble donde interpreta 34 canciones a dúo con destacados cantantes iberoamericanos y cierra con el himno nacional argentino.


La cantante participó en las películas El Santo de la Espada; Güemes, la tierra en armas; y Argentinísima, entre otras.

Mercedes Sosa falleció el 4 de octubre de 2009 en una clínica de Buenos Aires víctima de una enfermedad hepática.




Fuentes: Biografias y vidas & Busca biografías.

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