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La primera ópera-salsa de la historia corresponde a Hommy de Larry Harlow y data del año 1973. Es una adaptación de la ópera rock Tommy de The Who. La primera original fue compuesta por el artista panameño Rubén Blades, grabada en estudio con la inclusión de instrumentos sinfónicos y producida por Willie Colón en 1980 para el sello Fania Records.


Distribuida como álbum doble (Fania F576/577), Maestra Vida marcó un hito en el género de la salsa al introducir elementos de la narrativa literaria latinoamericana a la música, a través de lo que Blades denominó Focila, su proyecto artístico para un Folclore de Ciudad Latinoamericana por el que proponía la música al servicio de la expresión de los hechos y contradicciones urbanos, comúnmente evitados por los ritmos afro-caribeños comerciales de la época. Si bien se trata de una ópera salsa, como se conoció desde su salida al mercado, ésta incluye temas que no son específicamente de ese género, como el bolero.



"Una tarde de abril de 1975, Quique Quiñones, repleto de recuerdos, bebía en una de las mesas del bar. Era hijo de Babá, compadre eterno del legendario sastre Carmelo da Silva. Hoy las cervezas y los rones de siempre los comparte Quique con su hijo Carlitos Lito y con Rafael da Silva, nieto de aquella arrolladora Manuela. La historia es idéntica a todas las historias de este barrio. Quizás sea la misma. Por eso, como siempre, la música no es más que un pretexto..."

La voz de Manuela corresponde a la madre de Rubén Blades, Anoland Díaz, culminando un largo sueño acariciado por Rubén y nunca más repetido en otra grabación.


Maestra Vida no fue montada en la época de su lanzamiento y tuvo que esperar hasta muchos años después para que fuera llevada a los escenarios.


Así se expresó Blades sobre la obraː


"Focila, Folclore de Ciudad Latinoamericana, nace con Maestra Vida, probablemente lo más anticomercial que se haya hecho jamás en el mundo de la salsa. En el disco se trata el tema de la muerte, un tema tabú hasta el momento; la obra comienza con una obertura de corte clásico y durante su desarrollo se escuchan palabras obscenas que causaron prohibiciones.


En Venezuela prohibieron el disco porque en una parte decía "marica". En Puerto Rico también hubo revuelo. Y es que no se podía aceptar que en un género musical hecho especialmente para alegrar a la gente, se hablara de cosas deprimentes. Pero es que en un campo musical donde el 99% canta cosas como "vení, mamá, vamo' a bailá", alguien tenía que mostrar el otro lado de la moneda. Yo quise explorar dentro de la dinámica y de la realidad de la urbe otro tipo de historias, por ejemplo la de los viejos que se quedan solos en su casa esperando a los hijos que nunca llegan y que terminan muriéndose en silencio. Hay otra serie de imágenes dentro del trabajo que tiende a que la gente piense también en otras cosas"


Rubén Blades: voz, guitarra acústica, maracas, percusión.

Dirección musical: Willie Colón

Leopoldo Pineda, Reinaldo Jorge, Lewis Kahn, José Rodríguez, Willie Colón: trombones.

José Torres: piano.

Milton Cardona: tumbadora, quinto, clave.

José Mangual hijo: bongós.

Salvador Cuevas: bajo.

Johnny Andrews: timbales.

Harold Kohnon's String Ensemble: cuerdas.

Milton Cardona, José Mangual hijo, Willie Colón, Rubén Blades: coros.

Anoland Díaz: invitada como Manuela.

Carlos Franzetti, Louie Cruz, Marty Sheller, Javier Vásquez: orquestaciones.

Reynold Sosa: Coros

Voces incidentales y Narración


Rubén Blades (Quique Quiñones)

Guillermo Ledezma (Rafael da Silva),

César Miguel Rondón (texto y narración principal), voz de (Carlitos Lito Quiñones)


Fuentes: Latino's Café & Bitácora

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César Miró nació el 7 de junio de 1907, en el Distrito de Miraflores en Lima, Perú. Estudió en los colegios San Agustín y La Inmaculada. Solía ​​escaparse de sus clases en la universidad para visitar la Biblioteca Nacional del Perú y sumergirse en los libros. A los 15 años publicó el periódico escolar “Relámpago” y posteriormente publicó sus primeros poemas en la revista “Amauta”. Era amigo de José Carlos Mariátegui, pero sólo hablaban de arte y literatura, ya que tenían opiniones políticas divergentes.

Miró fue un escritor y compositor peruano. Escribió novelas, cuentos, manuscritos, ensayos y poesía.


En mayo de 1927 fue detenido junto a Jorge Basadre Grohmann por una acusación de conspiración contra el presidente Augusto Leguía. Fue llevado preso a la isla de San Lorenzo, donde pasó su cumpleaños y al mes fue deportado a Montevideo, al igual que Basadre. Basadre afirmó más tarde que nunca había existido tal complot de conspiración.


En 1932, con Calonge y Castillo, ayudó a formar el trío “Sudamericano”, pero rápidamente se desintegró después de una gira por Chile. En 1936, Miró escribió el vals “Se va la Paloma” que con la música de Filomeno Ormeño rindió homenaje a la tradicional Procesión de Nuestra Señora del Carmen de los Barrios Altos de Lima.


Más tarde, en Los Ángeles, California, recibió permiso para filmar una película que mostraba los sentimientos de los latinoamericanos que vivían en los EE. UU. en su tierra natal de regreso. La película se llamaba “Gitanos en Hollywood” y César Miró se había hecho cargo de todo el trabajo como director. Sin embargo, cuando comenzó a trabajar en la película, el gerente que estaba financiando la película se desanimó de llevarla a cabo. César ya había escrito los primeros versos de una canción para la película, ya su regreso a Lima terminó su poesía.


En 1941, Jesús Vásquez interpretó por primera vez esta canción, y se llamó “Todos vuelven”, y cuando comenzó a cantar los primeros versos de la canción, supo que Miró había escrito una nueva y gloriosa página como canción nativa... “Todos vuelven a la tierra en que nacieron, / al embrujo incomparable de su sol, / todos vuelven al rincón donde vivieron, / donde acaso floreció más de un amor…” tierra donde nacieron, / a un hechizante incomparable de su sol, / todos vuelven al rincón donde vivieron, / donde tal vez más de un amor había florecido…”).


Durante el resto de su vida, César Miró trabajó en periódicos, radios y televisión, mostrando sus muchas cualidades sobresalientes, también fue presidente vitalicio de APDAYC y fue embajador del Perú en la UNESCO, una organización especial con el objetivo de contribuir a la paz mundial y a la seguridad. Murió el 8 de noviembre de 1999, a la edad de 92 años en Lima, Perú.

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Durante la Semana Santa y el Día de la Raza (12 de octubre), son numerosas la peregrinaciones a la montaña de Sorte, la cual se encuentra ubicada cerca de Chivacoa, en el estado de Yaracuy, en Venezuela. A este lugar llegan los devotos con el objeto de hacerle todo tipo de peticiones a María Lionza, las cuales puede ir desde la cura de enfermedades o la solución de problemas de amor, hasta la obtención de riqueza o poder.


Para que los favores les sean concedidos, los creyentes eligen un rincón en el bosque o un recodo en el río, donde construir un altar desde donde invocarla. El altar en cuestión se decora con fotografías, figuras estatuillas, vasos con ron o aguardiente, tabacos, cigarrillos en cruz, flores y frutos.

Asimismo, el altar debe estar presidido por la Reina María Lionza, quien en el mundo del espiritismo es la "monarca de cuarenta legiones, formadas por diez mil espíritus cada una".

Al lado de la Reina, colocan a Guaicaipuro, el cacique que luchó valientemente contra los conquistadores españoles en el valle de Caracas y que preside la Corte Indígena; y al otro lado, colocan al Negro Primero, el único negro con rango de oficial en el ejército de Bolívar, que preside la Corte Negra.


El culto a María Lionza se remonta al tiempo previo a la llegada de los españoles a territorio venezolano en el siglo XV. Los indígenas que habitaban lo que hoy se conoce como el Estado Yaracuy, veneraban a Yara, Diosa de la Naturaleza y del Amor. De hecho, según algunos lingüistas, el vocablo Yaracauy significa "lugar de Yara".

De acuerdo a la descripción que los indígenas hacían de Yara, ésta era una mujer triste de grandes ojos verdes, pestañas largas y amplias caderas. Olía a orquídeas, su sonrisa era dulce y melancólica, los cabellos lisos y largos hasta la cintura, con tres hermosas flores abiertas tras las orejas.

Según la leyenda, Yara quien era una hermosa princesa indígena, fue raptada por una enorme culebra dueña de las lagunas y los ríos, que se enamoró de ella. Enterados los espíritus de la montaña de lo hecho por la culebra, decidieron castigarla haciendo que se hinchara hasta que reventara y muriera. Tras esto, eligieron a Yara como dueña de las lagunas, ríos y cascadas, madre protectora de la naturaleza y reina del amor.

El mito de Yara sobrevivió a la conquista española, aunque sufrió algunas modificaciones. En este sentido, Yara fue cubierta por la religión católica con el manto de la virgen cristiana y tomó el nombre de Nuestra Señora María de la Onza del Prado de Talavera de Nivar. Sin embargo, con el paso del tiempo, sería conocida como María de la Onza, o María Lionza.


El culto a María Lionza cobró una gran fuerza en la década 50 del siglo XX, durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, quien mandó que se erigiera en la autopista del este, cerca de la entrada de la Universidad Central de Venezuela, una estatua de ella montada en una danta, la cual se mantiene hasta nuestros días y en la que se le hacen numerosas ofrendas florales.


Fuentes: Venezuela la tuya & Paper Blog

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