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La Guerra Civil Española, o guerra de España, fue un conflicto social, político y bélico —que más tarde repercutiría también en una crisis económica— que se desencadenó en España tras el fracaso parcial del golpe de Estado del 17 y 18 de julio de 1936 llevado a cabo por una parte del Ejército contra el Gobierno de la Segunda República. Tras el bloqueo del Estrecho y el posterior puente aéreo que, gracias a la rápida colaboración de la Alemania nazi y la Italia fascista, trasladó las tropas rebeldes a la Península en las últimas semanas de julio, comenzó una guerra civil que concluiría el 1 de abril de 1939 con el último parte de guerra firmado por Francisco Franco, declarando su victoria y estableciendo una dictadura que duraría hasta su muerte el 20 de noviembre de 1975.




1. Fue un conflicto desencadenado en España el 18 de julio de 1936, tras el fracaso parcial de un golpe de Estado llevado a cabo por el Ejército contra el Gobierno legítimo y democrático de la Segunda República. Estalló en un contexto de una economía atrasada, una estructura social muy desigual y la polarización de la sociedad en dos bandos.


2. Tuvo múltiples facetas: la lucha de clases, la guerra de religión, los enfrentamientos entre nacionalismos opuestos, la lucha entre la dictadura militar y la democracia republicana o entre fascismo y comunismo, las peleas en el campo entre jornaleros y señoritos, etcétera.



Una milicia de hombres y mujeres republicanos marchan al principio de la guerra.



3. Los antecedentes al estallido de la guerra fueron los asesinatos del teniente de la Guardia de Asalto, José Castillo (republicano) y del diputado José Calvo Sotelo (monárquico), el 12 y el 13 de julio de 1936.


4. Los enfrentamientos entre las izquierdas y las derechas entre febrero y julio de 1936 llevaron a la percepción de que el Gobierno del Frente Popular no podía manejar la situación, lo que pudo servir como uno de los pretextos para el posterior golpe militar y fascista.


5. Fue el 8 de marzo cuando tuvo lugar en Madrid una reunión de varios generales que acordaron el alzamiento militar para derribar al Frente Popular, la coalición de partidos que sustentaba al gobierno de la Segunda República.


6. Los artífices principales del Golpe de Estado del 17 y 18 de julio de 1937 fueron, entre otros, los generales Emilio Mola, José Sanjurjo, Gonzalo Queipo de Llano y Francisco Franco.

Fue un alzamiento que no triunfó en las grandes ciudades pero sí en las zonas rurales. Al no triunfar pero tampoco ser derrotado, derivó en una guerra civil que duró tres años de enfrentamiento fraticida entre españoles. Tras diversas vicisitudes, Franco se quedó al mando absoluto de la rebelión.


7. Juan March, uno de los empresarios más ricos de España entonces, financió y apoyó el golpe.


8. Hubo una enorme represión en ambos bandos. En la zona sublevada se dirigió principalmente contra los militantes obreros y campesinos, aunque también contra algunos intelectuales, como Federico García Lorca. Esta represión estuvo organizada por las autoridades militares y duró todo el conflicto.


9. En la zona republicana los grupos que sufrieron la violencia fueron sobre todo sacerdotes y las clases adineradas. Estos actos tuvieron lugar al principio de la guerra y los llevaron a cabo, en la mayoría de los casos, grupos incontrolados.


10. Francia y Reino Unido firmaron el Pacto de No Intervención, con el que se evitaba la intervención extranjera en la guerra. Ni la Alemania nazi de Hitler ni el Portugal de Salazar lo respetaron.



Un soldado francés ayuda a una familia española que huye de la guerra


11. Las potencias fascistas de Mussolini y Hitler apoyaron al bando nacional, mientras que la URSS apoyó al bando republicano. Las democracias occidentales dejaron sola a la República española. La ayuda soviética fue más dispersa y de menor calidad que la que recibió Franco.


12. Hitler ofreció en secreto apoyo aéreo a Franco para sus tropas terrestres. Esta fuerza de intervención fue la Legión Cóndor. Así, el canciller alemán pudo mejorar la calidad de sus aparatos y reparar los defectos de sus fuerzas aéreas. Además, Portugal permitió el libre paso de armas para el ejército de Franco por el territorio luso. La acción más terrible de la aviación fascista fue el bombardeo de Guernica, el 26 de abril de 1937. Se calcula que el 70% de los edificios quedaron destruidos.


13. Las Brigadas Internacionales fueron grupos de voluntarios reclutados por la Internacional Comunista en países de todo el mundo. Fueron alrededor de 40.000 y tuvieron un papel importante, sobre todo en la defensa de Madrid y las batallas de Teruel y del Jarama. Abandonaron España en octubre de 1938.


14. Artistas e intelectuales extranjeros apoyaron la causa republicana. Ernest Hemingway trabajó como reportero y fotógrafo durante el conflicto y George Orwell luchó en el lado republicano, aunque quedó desilusionado por la rivalidad entre las filas de izquierdas.

La renta nacional y per cápita del país no recuperó el nivel de 1936 hasta finales de la década de 1950.


15. Un ejemplo de la violencia y la represión fue la masacre en la plaza de toros de Badajoz, en la que el ejército sublevado asesinó a entre entre 1800 y 4000 - los datos no se han clarificado- civiles y militares defensores de la Segunda República.


16. La Iglesia católica apoyó el levantamiento, calificando la guerra como una "cruzada" o "guerra santa" en defensa de la religión. Así dieron al bando sublevado una legitimidad religiosa importante.


17. Madrid fue el gran bastión republicano. La capital resistió hasta los días finales de la Guerra. Aquí nació el lema "No pasarán" de Pasionaria y el verso "Madrid, capital de la gloria", de Rafael Alberti. Cuando Madrid cae y las tropas de Franco la ocupan, una cantante, Celia Gámez, entonó el "Ya hemos pasao", que contestaba a Pasionaria.


18. La Desbandá fue una masacre en la carretera Málaga-Almería cometida por las tropas franquistas el 8 de febrero de 1937, en la que una multitud de refugiados que andaban por la carretera huyendo hacia Almería, fue atacada causando la muerte a entre 3.000 y 5.000 civiles.


19. La gran batalla de la Guerra Civil es del Ebro, una ofensiva del bando republicano en la que logró avanzar hasta que Franco contraatacó, haciéndose con la victoria. Se produjo de julio a noviembre de 1938. Murieron miles y miles de españoles. Fue el principio del fin de la resistencia antifascista.


20. En 1939 se creó una Junta de Defensa para negociar el fin de la guerra con Franco, quien sólo admite la rendición. A finales de marzo las tropas nacionales entraron en Madrid y Almería y el 1 de abril Franco dio por concluida la guerra con el siguiente mensaje: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado".




Tropas republicanas capturadas por los nacionalistas al final de la guerra


21. Uno de los motivos de la derrota republicana fueron las divisiones internas entre socialistas, comunistas y anarquistas.


22. Las víctimas producidas por los sublevados fueron ignoradas durante el franquismo y aún hoy existen muchas dificultades para cuantificarlas e identificarlas. Muchas están dispersas por las cunetas de las carreteras españolas.


23. España, con más de 114.000 desaparecidos es el segundo país del mundo (tras Camboya) con el mayor número de personas víctimas de desapariciones forzadas cuyos restos no han sido recuperados o identificados, según la asociación Jueces para la Democracia.


Y cuatro datos demoledores para acabar, que aún hoy son discutidos:


24. Aunque se han dado cifras muy dispares al cuantificar las pérdidas, se calcula que hubo alrededor de 500.000 muertos durante la guerra.


25. Se calcula que hubo alrededor de 450.000 exiliados.


26. Tras la guerra hubo aproximadamente 120.000 muertos por hambre y enfermedad.


27. Unas 50.000 personas fueron ejecutadas una vez acabada la guerra, aunque es una cifra provisional. A esto se le suma las que murieron por las pésimas condiciones de las cárceles.



80 y tantos años después de la guerra civil española, el conflicto sigue vivo: las estanterías de las librerías están llenas de textos sobre la misma, se siguen haciendo y reponiendo innumerables películas sobre el conflicto y también nuevas obras de teatro sobre alguno de sus aspectos. En la batalla política de hoy en día, algunos se arrojan calificativos relacionados más con nuestra historia reciente (“franquistas” y “comunistas”) que con la verdadera ideología de los votantes.


La mayor parte de los que la vivieron han desaparecido por la edad. Ahora, son sus hijos y sus nietos los que se la echan en cara. Pero ¿saben de lo que están hablando?

Muchos historiadores opinan que es mejor no olvidar, para que no se repita, aunque sí es preciso perdonar. Las palabras del presidente de la República, Manual Azaña -“paz, piedad, perdón”- siguen vigentes.


Fuentes: El Huffington Post & Google.


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Pocas fechas parecen tan marcadas en el calendario de la historia de España como el 18 de julio de 1936. Un sábado de calor infernal en el que parte del país se despertó intranquila tras escuchar en la radio, a las 8:30 de la mañana, un anuncio del Gobierno. Algunas unidades del Ejército se habían sublevado en Marruecos. El comunicado buscaba transmitir tranquilidad y sensación de control. Nadie había secundado el golpe en la Península, decía. Los ciudadanos habían reaccionado “unánimemente y con la más profunda indignación contra esa tentativa, frustrada en su nacimiento”. Los periódicos, en cambio, siguiendo indicaciones de las autoridades, no contaban nada todavía. Las primeras portadas llegaron con los diarios vespertinos y se generalizaron, como el golpe, el día 19. Mientras, las notas radiofónicas gubernamentales se sucedieron a lo largo de la jornada con pesimismo y nervios crecientes. La radio se convirtió en narradora protagonista.


Con todo, para muchos españoles aquel todavía fue un sábado cualquiera de verano. Al menos, durante unas horas. Un día de trabajo, de fiesta y verbena en muchos pueblos, de salir al cine, a jugar, a hacer la compra… Pau Casals ensayaba en el Palau de la Música Catalana la Novena Sinfonía de Beethoven. Su orquesta preparaba el concierto con el que, al día siguiente, se inauguraba la Olimpiada Popular de Barcelona, en la que participarían 6.000 atletas de 22 naciones, y que había convocado el Gobierno de la Segunda República como protesta y alternativa a los Juegos de Berlín de Adolf Hitler.


Ochenta y cinco años después, sabemos que la sublevación no se desbarató aquella madrugada, que la Olimpiada Popular no llegó a celebrarse y que, como muchos recordaron, aquel día “se terminó la felicidad”. La vida se detuvo entre tiros y rumores. El golpe fracasó en su objetivo de derribar al Gobierno legítimo que presidía Santiago Casares Quiroga, pero los militares rebeldes consiguieron controlar la mitad del territorio.


Con el mapa partido en dos y una situación de empate técnico por equilibrio de fuerzas, el golpe se convirtió en guerra. Debilitado el Estado republicano, la sublevación desencadenó la revolución que decía querer impedir. Evitarla, señalando su supuesta proximidad inexorable, fue la excusa legitimadora de los golpistas para justificar sus acciones, en las que, siguiendo las directrices del general Emilio Mola, no dejaron espacio ni para la tibieza ni para la piedad.


¿Por qué escribir, leer o hablar del golpe 85 años después? ¿Tiene sentido que en 2021 sigamos repensando la Guerra Civil? La tentación de afirmar que nos separa demasiado tiempo de aquellos hechos y que lo mejor es mirar hacia delante y no “reabrir heridas” late fuerte en una parte del discurso público que defiende que lo pasado, pasado está.


Pero no son pocos los argumentos que pueden sostener la postura contraria. No se trata de un ejercicio de nostalgia ni de romanticismo ni de ajuste de cuentas, sino de lealtad, de heridas pendientes y de pedagogía para el presente. En un momento en el que las cuitas y confrontaciones actuales se camuflan con frecuencia en debates históricos de retórica contundente y enemiga de matices, la conversación sosegada sobre el ayer se convierte en arma reflexiva para el hoy.


Son demasiados los mitos que la historiografía ha desmontado y que, sin embargo, se siguen repitiendo como mantras inasequibles al desaliento. Por ejemplo, aquellas afirmaciones tajantes que coligen que el destino de la República quedó sellado en tal o cual momento, convirtiendo la guerra en una consecuencia indeseable, pero inevitable de la acción política del Gobierno. Decir que la Guerra Civil fue un enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían la ley sin democracia es apostar por la grandilocuencia y el juego de palabras de significado vacío. Pero ese vacío iguala a quienes se sublevaron contra la democracia y contra la ley, con aquellos que ejercían el poder de manera legítima al amparo de las normas donde se cimentaba el sistema democrático vigente. Aunque la intención se limitase a la sonoridad y a la búsqueda de una colleja en el presente, la afirmación es temeraria, injusta y dañina. Como defendió Manuel Azaña en el Ayuntamiento de Madrid el 13 de noviembre de 1937, “nosotros nos batimos en defensa propia, no sólo en defensa de la vida del pueblo, sino en defensa de aquellos valores que son la razón suprema de vivir (…) en defensa de la libertad de España, personificada en la República, que es el régimen jurídico de la libertad, la cual alcanza incluso a los mismos enemigos de la libertad”.



Con demasiada frecuencia, el pasado se convierte en un espectáculo con el que atizar al adversario actual. En esas representaciones, la Guerra Civil deviene en escenario preferente, olvidando su condición de marco de sufrimientos cruzados, desencadenado por un golpe premeditado.


La rebelión no estaba escrita en las estrellas ni era un desenlace fatal del que no se podía escapar. Fue el camino elegido por aquellos que no aceptaron las reformas que se pusieron en marcha en 1931 y querían volver al mundo previo, por lo que algunos comenzaron a tejer conspiraciones desde el primer momento.


El ruido contribuye a diluir en la nebulosa el conocimiento de estos procesos históricos, de sus consecuencias e implicaciones. Cuatro décadas después del final del franquismo, parece razonable esperar que nadie se sienta bajo su sombra, de modo que se pueda dejar atrás la falsa tranquilidad de la equidistancia y reconocer el legado común que aquel Gobierno republicano dejó a todos los demócratas. Un Gobierno al que, sin embargo, se ha tildado de débil, de autoritario, de soberbio, de ingenuo, incluso de responsable último, por activa o por pasiva, del golpe militar y sus consecuencias. Desde la mirada presente, la confianza en la simple palabra de los que luego se demostraron golpistas puede resultar ingenua, pero como escribía en sus memorias José Varela Rendueles, gobernador civil de Sevilla en julio de 1936, ellos eran leales a sus promesas y creían en la palabra ajena. No sabían que con aquel golpe iban a cambiar las dinámicas que conocían. La brutalidad, la imposición de los proyectos y la eliminación del adversario se convirtieron en estrategias asumibles y la palabra, en arma de guerra.


Ochenta y cinco años después quizás no está mal recordar que los rivales no son personajes, sino personas, que los derechos civiles y políticos que disfrutamos son tesoros valiosos que se pueden desgastar y que los actos y las palabras tienen consecuencias, para bien y para mal. Y desde esa convicción, elegir enterrar la pólvora y apostar por construir.



Fuente: El País. Por Pilar Mera Costas, profesora de Historia Social y del Pensamiento Político de la UNED y autora de 18 de julio de 1936. El día que empezó la Guerra Civil



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Hijo de españoles, lo apodaron Quino desde pequeño para diferenciarlo de su tío, un ilustrador y pintor también llamado Joaquín Tejón, gracias a quien el joven Quino conoció su vocación a la corta edad de 3 años.


Cuando Quino tenía 13 años, su madre muere, y 3 años después su falleció su padre.

Poco tiempo después, el artista, que por entonces estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de Mendoza, decide abandonar sus estudios para convertirse en autor de historietas.

Poco tiempo pasó hasta que logró publicar su primer trabajo, un anuncio de una tienda de sedas.



Quino por entonces se trasladó a Buenos Aires para buscar trabajo en editoriales, aunque sin éxito, por lo que tuvo que volver a su provincia natal.

Luego debió hacer el servicio militar obligatorio, y tras esto, ya en 1954, decide instalarse definitivamente en la ciudad porteña, aunque los primeros tiempos los vivió en condiciones muy precarias.

Ese mismo año consiguió en el semanario Esto Es publicar su primera página de humor, y a partir de entonces comenzó a trabajar regularmente en otras publicaciones como TV Guía,Damas y Damitas, Leoplán, Adán, Panorama y Atlántida, entre otras.


En 1957 consigue su primer publicación regular: “Rico Tipo”, al que le siguieron “Dr. Merengue” y “Tía Vicente”, y un año después comienza a trabajar en gráficas publicitarias.

En el año 1960 contrae matrimonio con Alicia Colombo, y dos años después, el ilustrador consigue hacer su primera exposición que se llevó a cabo en una librería de Buenos Aires.

1963 fue un excelente año para Quino, quien publica su primer libro de ilustraciones titulado “Mundo Quino”, que es una recopilación de sus trabajos hasta entonces y cuyo prólogo estaba escrito por Miguel Brasco, que fue quien posteriormente lo presentó a una agencia de publicidad que buscaba un dibujante para crear una serie de publicidades para una línea de electrodomésticos llamada Mansfield, que requería una historieta con personajes cuyos nombres comenzaran con la letra M.




Fue entonces que Quino creo a Mafalda, que, aunque posteriormente no formó parte de la publicidad (que fue cancelada), un año después consiguió publicarla en un suplemento de humor de la revista Leoplán, titulado Gregorio.

Ese mismo año, el semanario Primera Plana comienza a publicar las tiras de Mafalda regularmente, que en 1965 se pasaron al diario El Mundo.


En 1966 se publica la primera recopilación de las historietas de Mafalda respetando su orden de publicación. El libro fue un éxito en ventas.

En 1967, el diario El Mundo cerró sus puertas, por lo que Quino debió interrumpir las tiras deMafalda, de quien publica su segundo libro, titulado "Así es la cosa, Mafalda".

Un año después, tras reanudar la historieta para Siete días, (y publicar Mafalda 3 y Mafalda 4), el ilustrador viaja a Europa por primera vez, donde varios de sus trabajos fueron traducidos y publicados.


De 1969 es Mafalda 5, y ese mismo año se edita en Italia “Mafalda la Contestataria”.

Para 1970, tras el lanzamiento de “Mafalda 6”, la historieta comienza a tener publicaciones (en algunas ocasiones “solo para adultos”) en España, Portugal e Italia. De 1971 y 1972 son “Mafalda 7” y “Mafalda 8” respectivamente.

En 1973 se edita “Mafalda 9” y ese mismo año el ilustrador anuncia que no dibujará mas tiras de su personaje estrella. Un año después salió la última recopilación de la tira; “Mafalda 10”.

En 1976 Quino se traslada con su esposa a vivir a Milán, y ese mismo año se publica su primer libro en Alemania.


Un año después el ilustrador realizó una ilustración con Mafalda y sus personajes para una campaña de Unicef, y en 1978 obtiene el Trofeo Palma de Oro del Salón Internacional del Humorismo de Bordighera.

En 1980 el ilustrador comienza a publicar sus trabajos en la revista de los domingos del diario argentino Clarín, y dos años más tarde el reconocido con el premio Dibujante del Año y con elPremio Konex de Platino: Artes visuales - Humor Gráfico, galardón que recibe nuevamente en 1992.

En 1984 lanza “Quinoscopios”, una serie de cortometrajes dirigidos por el director de cine de animación Juan Padrón.


Con los años, las tiras de Mafalda fueron publicadas varios países del mundo, al tiempo que fueron el medio ideal para lanzar una gran cantidad de campañas. Exposiciones de esta historieta fueron organizadas un sinfín de veces en distintos lugares.

En 1988 Quino es nombrado Ciudadano Ilustre de Mendoza y recibe la llave de su ciudad natal.

Un año después, con motivo de la celebración de los 25 años de Mafalda, se organiza una exposición titulada “Mafalda Inédita” en el Teatro San Martín de Buenos Aires.

En 1993 se producen más de 100 episodios de dibujos animados de Mafalda, y un año después, en Buenos Aires, se inaugura en el barrio de Colegiales la plaza en honor a este personaje.




En 1997 es premiado por la Asociación Madrileña de Empresarios de Restaurantes y Cafeteríascon la Placa de Plata, por su contribución mediante sus dibujos a la difusión y prestigio de la gastronomía, y recibe también el premio de la Asociación Profesional de Ilustradores de Madrid.

Ya en el año 2000, tras varias exposiciones y éxitos más, Quino es reconocido con el premi Quevedos de Humor Gráfico, otorgado por los Ministerios de Educación y Cultura y Asuntos Exteriores de España.




Durante el nuevo milenio, el autor viajó por distintos lugares del mundo con la exposición “De viaje con Mafalda” y con “Quino 50 años”, con las que visitó países como Italia, España, Bélgica y Francia.

En 2005, el ilustrador recibió el título de “Caballero de la Orden Isabel la Católica” por parte del gobierno de España.

El humor de este exitoso dibujante es mas bien ácido, cínico. Por medio de la exposición de la miseria de la condición humana, Quino enfrenta al lector con la burocracia y envía a través de sus personajes mensajes de fuerte contenido social.

Convertido en un autor que supo mezclar el pesimismo con el humanismo, típicamente argentinos, este ilustrador ha cosechado el éxito en todo el mundo.




Varias fuentes.

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